Mafalda, la primera voz femenina de la Emisora del Sol

Charlamos a la distancia con la primera locutora de esta entrañable radio mendocina de los 80 y 90. Alejandra Díaz rememoró y compartió experiencias y anécdotas con nosotros

Alejandra Cicchitti


Alejandra Díaz, más conocida como "Mafalda" por los integrantes de la Emisora del Sol, es oriunda de Venado Tuerto, "cuna de la Marcha de San Lorenzo", en la provincia de Santa Fe. El sobrenombre le fue impuesto a causa de un corte de pelo que se hizo después de una "permanente" y quedó realmente igual a la protagonista de la famosísima tira de Quino. Antes de estar en los medios, se desempeñó en otros rubros como secretaria de un grupo de arquitectos y en ENTEL. Ambas fueron buenas experiencias, según nos contó.

-¿Cómo te iniciaste en el mundo de la radio?

-Comencé trabajando en la radio de la Terminal de ómnibus de mi ciudad, anunciando la llegada y la salida de los buses y leyendo también algunos auspiciantes. Y allí empezó todo, porque el dueño de esa radio era locutor de la AM de Venado Tuerto. Un día trajo al jefe de locutores para que me escuchara, él acepto el "desafío" y comencé en LT 29 Radio Venado Tuerto AM. No fue fácil, pero tampoco imposible. Yo leía las tandas comerciales, escritas a máquina en hojas rectangulares con dos perforaciones. Si estaba sola leía todo yo, sino lo hacía con el locutor de turno. El objetivo de las tandas comerciales era tratar de informar a la gente lo que un comercio determinado brindaba y eso no estaba siquiera cerca de lo que viví y conocí en la Emisora del Sol.

-¿Viniste a buscar trabajo a Mendoza?

-Sí, por medio de unos amigos de Rivadavia, tuve la posibilidad de contactarme con una agencia de publicidad, que a su vez trabajaba con Radio LV10. Emprendí el viaje a Mendoza en agosto o setiembre de 1986 y hablé con el representante de la agencia. Me comentó que en esos momentos LV10 estaba reestructurando su FM y me aconsejó ir a la calle Emilio Civit para hablar con Eduardo Bettles, el gerente. Cuando llegué él me explicó que recién estaban armando y restaurando la casa y me pidió que esperara su llamada para hacer una prueba. Pasaron varios días y mi familia pidió que regresara a Venado Tuerto. En aquella época los padres aun tenían autoridad sobre tus decisiones y volví a casa. A los tres días de haber arribado me llamó Bettles y escuché las siguientes palabras mágicas: "Alejandra usted no piensa venir a trabajar?" No recuerdo si grité o no de emoción, solo sé que a los dos días estaba nuevamente en Mendoza.

Cuando llegué me encontré con el "gallego" García y su pipa de tabaco dulce, que ponía loco a Bettles, aunque esos dos se respetaban muchísimo. También estaba Jorge Jurijiuw, dueño de una voz increíble y Jorge Torres o "George Towers" para nosotros, otra voz extraordinaria, muy amigo y buen consejero de Eduardo. El gran Ricardo Tello, "Ricky", que era el alma mater de la radio, fue discotecario, diseñador y un gran amigo para mí. En realidad, fue amigo de todos y hasta niñero de mi hijo pequeño. El y Javier "Piero" Millán fueron los que, al principio, mientras yo grababa, cuidaban a Lucas. Ese niño, que hoy tiene 35 años, escuchó rock desde su gestación y lo sigue haciendo hasta el día de hoy.

En la terraza de la emisora junto a su hijo y sus compañeros de trabajo

-¿Y finalmente fuiste parte de la Emisora?

-No fue fácil permanecer ahí. Yo no cumplía con la "onda" que Bettles buscaba, aunque poseía el timbre de voz y sabía leer. Mi lectura era tan plana que rompía con todos los esquemas de la radio. Un día fuimos con Bettles al estudio de grabación del "gran" Gustavo Salgado y allí entendí, no por las buenas, lo que Eduardo esperaba de mí. Venían a la Argentina "Los Ramones" a dar un concierto y yo tenía que grabar los separadores anunciando su llegada. Era un desastre, un verdadero desastre, porque no convencía a nadie, ya que era un anuncio chato, plano. Hasta que Bettles, alzando el tono de la voz nos dijo a mí y a Gustavo: "Si no sale como yo quiero, la echo" y partió sin más que agregar. Gustavo me pasó unos auriculares para que escuchara las canciones de la banda y me enseñó a grabar, como debía hacerlo una locutora de la Emisora. Fue entonces que inicié realmente mi trabajo en la radio del Sol. Fui locutora "en off", es decir, grababa los nombres de los temas y los intérpretes de las canciones que iban a sonar y los operadores "pisaban" los discos. Ellos eran los malos de la película, creo que muchos de ustedes sufrieron sus fechorías. Todos los adolescentes querían grabar los temas de la radio en sus cassetteras y de repente, en la mejor parte de la canción, el operador interrumpía y ponía algo. Eso es algo que debían hacer para que los discos y cassettes de los artistas fueran comprados.

 Alejandra Díaz, Chano Freyre y Mario Pereyra


-¿Anécdotas habrán?

-Les contaré una de cuando la Emisora estaba en calle San Martín y General Paz, en el séptimo piso 7. Un día llegué a la cabina de grabación y encontré a dos señores esperando a Bettles. Yo no los conocía y por indicaciones de "Chano" Freire, tuve que ingresar para entrevistar a uno de ellos que se encontraba dentro del habitáculo. Entre Daniel Freire y Mario "Marete" Pereyra escribieron algunas preguntas y comencé mi tarea. El entrevistado resultó ser Andrés Calamaro, alguien que en aquel momento era considerado como "el compositor". Si bien pude salir adelante sin problemas, queda en mi memoria el día que no tuve idea que estaba entrevistando al mismísimo Calamaro.

Otras sucedieron cuando la radio estaba ubicada en Emilio Civit. "El Jefe" prestaba el garage del lugar a una banda. No era cualquier banda, eran los "Raivan Pérez", quienes tocaban sus instrumentos a tanto solo un tabique de machimbre de distancia. Fue una época difícil, por decir una palabra amistosa, ya que no es fácil trabajar y pasar el día junto a una banda durante sus ensayos.

En una oportunidad, llegaron a la Emisora, Patricia Sosa junto a su banda. Debo confesar que el ambiente dentro de la radio, era de una locura desenfrenada. Uno de mis compañeros, a quien no citaré, tuvo la osadía de entrar en la cabina de grabación, y sin un mínimo de cordura, arrodillarse ante Patricia y decirle cuánto la quería. Todo esto sucedió en presencia del marido de la cantante, el Sr. Mediavilla, quien dejó entrever un asombro descomunal frente a tal atrevimiento. Al terminar su visita, Patricia nos contó como una especie de primicia que estaba cursando su primer embarazo.

Quisiera dejarles una última anécdota, en la que intervinieron "Ricky" Tello y Soda Stereo. El lugar, si la memoria no me falla, fue el Estadio de Andes Talleres. Ricardo estaba a cargo de la venta de entradas y usaba un camión de caudales como taquilla (sí, lo que han leído, un camión de caudales). En un momento, pronunció la frase que se convirtió en el disparador del caos: "No hay más entradas". Y la hecatombe inició. Después del anuncio, "Ricky" comenzó a sentir un movimiento dentro del camión, que resultó ser la masa de jóvenes furiosos y sin entradas, que intentaban volcarlo. En el interior del camión voló todo: los billetes, las monedas y el mismo Ricardo. El "Negro" Tello estaba hecho una furia, pero igual todos nos reímos cuando nos contó su vivencia. Un beso al cielo para el gran Ricardo "Ricky El Negro" Tello, que seguramente está leyendo esto y se ríe junto con nosotros.

  Mafalda, Juan Manuel Quiroga, Marcelo Tobares, Ricardo Tello, Chano Freyre, Mario Pereyra 


-¿Qué significó además, pertenecer a ese lugar?

-La Emisora fue y es para muchos de los que pasamos por allí, una familia. Creo que Eduardo Bettles nunca sospechó que su proyecto iba a ser tan impresionante, ni que junto a su esposa Graciela y sus dos hijos, se sumarían otros desequilibrados como nosotros. Realmente éramos un grupo de "aparatos" salidos de la caja de Pandora. Yo que al principio fui la única mujer, siempre fui más que respetada y protegida por todos. Nos ayudábamos, nos cuidábamos y también nos queríamos, porque unos más que otros, de acuerdo a la edad, logramos ser muy buenos amigos.

Podría contarles también acerca del fantasma de la casa de Emilio Civit; del robo de los equipos que sufrimos en el cerro Arco; de las peleas y luchas que se generaron con los comerciantes de la Galería Caracol (quienes después estaban encantados con nuestra presencia, porque sus negocios resucitaron con la llegada de la Emisora) o de la magia que poseía Bettles para convertir un simple comercio en una potencia.

Con algunos de sus compañeros en la radio

-¿Cómo fue el período en la Galería Caracol?

-Pasaron muchas cosas lindas, recuerdo por ejemplo el tremendo rollo de papel comprado por "el Jefe", para que Viviana García y yo colocábamos a lo largo de toda la vidriera de la radio. Los chicos podían plasmar allí sus graffitis sin molestar a nadie y debíamos reemplazarlo muy seguido porque los espacios libres se acababan rápidamente. Para los pedidos de la "Discoteca abierta", Bettles había conseguido en el correo central un buzón y dentro de una bolsa de consorcio, los jóvenes dejaban miles y miles de papelitos. Viviana era la encargada de sacarlos y reponer la bolsa y Ricky debía hacerse cargo de las solicitudes escritas. Eran muchísimas, no alcanzaba a leer todas y mucho menos a nombrar a la cantidad de gente que solicitaba determinados temas de moda, porque estábamos invadidos también por muchas tandas publicitarias.

Siempre había chicos dando vueltas por la galería, es más, los Directores de las escuelas venían a pedirle a Eduardo que los echara. Pero ese no era su problema, los chicos habían encontrado un lugar que les pertenecía y donde sabían que ellos eran importantes para nosotros. Alguien había pensado en ellos específicamente y el proyecto de la Emisora del Sol les permitía expresarse, ser escuchados, respetados y comprendidos. Se programaban espectáculos durante los cuales nadie quedaba afuera. Solo bastaba comprar las entradas de los shows y luego restaba divertirse. Incluso los dueños de los cines nos daban entradas para regalar a los jóvenes.

El equipo con una de sus promociones

-¿Qué hiciste luego?

-En esa época, tuve la oportunidad de ser la voz oficial del Ministerio de Educación de la Provincia de Mendoza. Hacía las voces "en off" o en vivo, según fuera necesario. Gracias a Dios puedo decir que fui elegida a través de un casting realizado por gente del Ministerio, quienes escucharon a locutores de distintas radios. No hubo política de por medio, solo mérito propio, al igual que sucedió con la confianza que depositó en mí Eduardo Bettles. Aunque quizás pueda sonar pedante, me importó mucho más ser valorada por lo que era capaz de ofrecer, que obtener el puesto por conexiones o contactos.

Después de casi ocho años, volví con mi hijo a Venado Tuerto. Estudié para ser Wedding Planner y trabajé mucho. En ese momento la gente todavía se casaba o festejaban los cumpleaños y eso hacía que los organizadores tuviéramos muchos eventos a cargo. Al poco tiempo, con mi hijo nos quedamos solos. Mis padres partieron a la casa del Padre Dios y fue así como, después de muchos años de trabajo, buscamos papeles y datos de familiares, decidimos vender todo y venirnos a vivir a Italia. Ya hace casi dos años que estamos acá y aunque no fue fácil, tampoco resultó imposible. Hoy tenemos nuestras ocupaciones, somos ciudadanos italianos, en realidad, somos ítalo-argentinos.

Con su hijo Lucas

-¿Proyectos a futuro?

-Muchos. Europa me permite soñar despierta y sea cual sea ese futuro, siempre estará la Emisora del Sol 100.9FM sonando bajito en mi corazón.

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