En Mendoza se impuso el equilibrio entre la salud y la economía, con protagonismo ciudadano

Entre los reclamos de intendentes sobepasados por la sensibilidad de sus vecinos, lo que indican los asesores sanitarios y el empuje crudo de la realidad económica, el gobierno decidió poco pero en forma contundente, declarando el inicio de una etapa que no está en los manuales: ni fase 3 ni 4, sino de activación social para defenderse del virus también como sociedad.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

La realidad de la pandemia en Mendoza acorraló al gobierno provincial entre la necesidad de restringir los contactos que faciliten la propagación del virus covid-19, en momentos en que se registran un pico de casos, y la pretensión de no afectar más económicamente a los sectores más perjudicados.

Así, definió escuchar a unos intendentes y a otros no tanto, y en un difícil equilibrio en una "conversación" pública potente que se da en las redes en torno a qué hay que hacer, definió no retroceder de fase ni confinar a la población en forma masiva, pero sí generar advertencias más en la búsqueda de una concatenación de buena voluntad que como pretensión penalizadora.

No hace falta explicar demasiado que muchas de las "prohibiciones" lanzadas en la conferencia de prensa de ayer son imposibles de controlar, como por ejemplo el hecho de que quienes alquilen una cabaña sean familiares y además de ello, que convivan previamente en un mismo hogar.

Sin embargo el Gobierno confía en la multiplicación del mensaje preventivo, sabiendo que consiguen, a pesar del fuerte debate y la grieta pandémica (que también existe) un fuerte respaldo en la población en lo que respecta a la forma en que están enfrentando la situación, de acuerdo a lo que dictan las encuestas que se realizan sobre el tema y que se chequean tanto a nivel provincial como municipal.

Así, el Gobierno escuchó al intendente de Malargüe, Juan Manuel Ojeda, que pidió cerrar al turismo una parte importante de su comuna, pero con una extraña fórmula: que la gente pueda ir a Las Leñas y Los Molles, pero no seguir rumbo al sur hasta la villa cabecera propiamente. Lo hizo luego de quejarse del reclamo opositor en ese mismo sentido y la provincia lo otorgó -al igual que con Lavalle, a pedido de Roberto Righi- a pesar de quejarse del hermetismo defendido para San Rafael por el intendente Emir Félix.

El gobierno no avanzó en el sentido propuesto por el intendente de Godoy Cruz, Tadeo García Zalazar, que ayer por la mañana en la prensa sostuvo que consideraba apropiado volver a una fase 3, debido a la propagación del virus.

En definitiva, no es mucho lo que se decidió: pedirle responsabilidad a la gente y sostener un sistema económico activo, como lo viene destacando desde que se habilitó el turismo interno el propio Gobierno, que destacó una y otra vez que eso está permitiendo que algunos sectores tomen una bocanada de oxígeno mientras son sumergidos no solo por la pandemia, sino por las condiciones económicas preexistentes.

Fue importante el planteo de apertura a la conferencia de prensa de ayer que ofreció el ministro de Gobierno, Víctor Ibañez, al ofrecer un contexto claro y sin tapujos sobre la realidad. Compartió allí un punto de vista que venía siendo señalado anteriormente por un intendente menos quejoso y más visceral, como Marcelino Iglesias, quien no le da bolilla a los dictámenes de las encuestas y dice guiarse por su experiencia profesional en temas de gestión sanitaria: "El virus llegó para quedarse" y, por lo tanto, se descarta la frase altisonante de guerra que indica que "todavía no le hemos ganado al virus", cosa que nunca sucederá, al menos de forma tan épica como se lo plantea desde la Nación.

Lo que resta, probablemente sea relanzar el liderazgo del área Salud, que por momentos aparece públicamente como sobrepasada y sin respuesta rápida a nivel político, cuando los meses anteriores deberían haberle dado experiencia, tiempo para generar un ordenamiento y sistematización interna, de modo tal de afrontar las tareas que le tocan en esta situación: asistencia, tratamiento, prevención, coordinación y comunicación, entre otros desafíos a los que están obligados.

No solamente la población que está perceptiva, preocupada, afectada económica y emocionalmente necesitan una solidez de parte del Gobierno, sino que la provincia, como tal, requiere exhibirse como al principio de la pandemia, porque es muy probable que por cómo se trabajó en todo este período sea evaluada su capacidad para ser receptiva de inversiones en el futuro, tal como está pasando en el contexto internacional con los países más fuertes y débiles ante la pandemia.

En el aquí y ahora, el equilibrio es delicado, y se comprende. De allí que asistamos a grandes anuncios de poca cosa: es a la sociedad a quien le toca tomar protagonismo en esta etapa, demostrando que no quiere contagiarse.


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