Empiezan las clases, repasemos la importancia del entorno escolar: todas las características de una escuela feliz
El Prof. José Jorge Chade ofrece herramientas para esta etapa preparatoria para el reinicio del ciclo lectivo.
Se acerca el comienzo de la escuela, por lo tanto, haremos una revisión de lo que podría ser una escuela acorde y feliz a las necesidades de los niños y jóvenes. Para no hacer una reflexión muy extensa y abandonen al leerla lo haré en varios artículos continuados a través de Memo, como siempre.
Los diversos estudios del ámbito de la pedagogía, didáctica aplicada y la psicología demuestran que el aprendizaje escolar se ve influido por la sensación de bienestar en el aula. Según el estudioso Freiberg, que elaboró por primera vez este estudio en 1996, la serenidad del alumno en el aula es primordial para estimular el aprendizaje y el deseo de saber.
Primera parte
¿Qué influye en el clima de una clase?
Hablo de los modelos de comportamiento y de relación que tiene el maestro/profesor, que se convierte, dentro del grupo clase, en el verdadero líder del equipo, el punto de referencia más importante con el que el niño o el joven pasa la mayor parte de su tiempo. No es de extrañar que el alumno aprenda del comportamiento del profesor, de su forma de expresarse y de presentarse, sienta el peso de sus expectativas y perciba también los estados de ánimo que siente. Lo he dicho en varios artículos publicados en MEMO y le repito siempre que "el maestro debe ser un experto de la relación"
Según Freiberg, el aula debe convertirse en un verdadero sistema en el que moverse libremente para formar la propia personalidad, crecer, evolucionar y confrontarse compartiendo dinámicas de relación y experiencias comunes estén presente durante la mayor parte del día. En este contexto, el papel del maestro/profesor es vigilar para limitar los aspectos relacionales potencialmente críticos, sin inhibirlos. Su trabajo consiste en gestionar la dinámica de las relaciones favoreciendo al máximo el intercambio y el aprendizaje. Por esta misma razón, los educadores deben ser capaces de reconocer las necesidades del individuo dentro de la clase y su capacidad para relacionarse. Es esencial respetar la originalidad de cada uno de los educandos.
Durante mis 30 años en la Catedra de Pedagogía Especial del Departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad de Bologna se insistía siempre sobre este aspecto relacional, la falta de esta acción fundamental puede causar problemas en el proceso de inclusión o una inclusión malsana con un envilecimiento del valor más importante de la formación educativa. Es bien sabido lo importantes que son las elecciones de los profesores y su actitud a la hora de crear un ambiente feliz y estimulante dentro del grupo de clase.
¿Cómo se construye el clima dentro del aula?
El clima que se percibe dentro del grupo de clase es esa «percepción de conjunto» que cada alumno tiene, de estar con sus maestros no como individuo sino como grupo y que puede influir concretamente en el compromiso y la motivación para estudiar. Es un conjunto de comportamientos que engloba actitudes y relaciones cotidianas. Podríamos definir el clima en el aula como una verdadera red de relaciones de tipo afectivo que se despliegan en intercambios de estima, aprecio, puesta en común de objetivos únicos, respeto de las normas de comportamiento y tendencia general. Para ser más esquemático, el clima de clase viene determinado por dos elementos diferentes
- la calidad de la reciprocidad entre docentes y alumnos
- las variables relacionadas con el contexto social del alumno y de la clase en su conjunto.
La mayor responsabilidad, por supuesto, recae en el maestro/profesor como adulto consciente, preparado y adecuadamente formado. Es capaz de influir en toda la clase con su estilo de enseñanza, su personalidad y su potencial formativo. Además de las características del profesor, también intervienen una serie de factores ambientales, sean éstos tangibles como intangibles:
- el tipo de relación establecida con las familias
- el orden y la disciplina en el grupo de clase
- la organización de la escuela
- las expectativas de las familias
- la comodidad del entorno escolar
- la sensación de seguridad percibida en el aula
- el cuidado, la limpieza y la organización de los espacios físicos
¿El rol del docente cuánto puede influenciar el clima sereno dentro del aula?
Como dije anteriormente, el maestro, el profesor desempeña un papel de importancia fundamental dentro del aula y en la construcción de relaciones basadas en la interacción y el intercambio mutuo, todo lo cual contribuye a la formación de un clima sereno e inclusivo. Esto significa que un clima positivo surge de la relación entre profesor y alumnos y entre los propios alumnos que forman parte del grupo. Si hay armonía, el aire que se respira en el aula será más limpio, beneficioso para el alma y provechoso para la enseñanza, con resultados positivos también en el aprendizaje.
¿Entonces, qué puede hacer un docente para que su ambiente sea positivo?
Según los estudios desarrollados por Thomas Gordon y Carl Rogers, padre de la psicología humanista, los docentes deben utilizar estrategias didácticas específicas centradas en la persona: deben mostrarse como líderes democráticos y positivos, siempre dispuestos al diálogo y centrados en ayudar y apoyar a cada alumno. Un buen profesor, según esta teoría, debe perseguir un aprendizaje que combine el bienestar intelectual, emocional y físico, mediante el uso de programas de enseñanza que tengan como objetivo común hacer que cada alumno se sienta protagonista de su propio proceso de aprendizaje. En la vida cotidiana, esto se consigue mediante el diálogo constante entre profesores y alumnos sobre una amplia variedad de temas, con la libertad de expresarse y de cooperar juntos para aclarar conceptos difíciles, debatir cuestiones de actualidad de larga duración o simplemente pedir que se profundice en un tema porque no está claro. En este contexto, el profesor asume el papel de facilitador además del de líder, con una autoridad que emana de la seriedad con la que realiza su trabajo y no de la severidad, que a veces intimida a los alumnos y le cierra las puertas al aprendizaje.
Para todo esto el docente debe sentirse apoyado, sostenido por los vértices educativos públicos o privados a través de un programa acorde de formación de formadores donde estén presentes los conceptos detallados más arriba y contextualizado al lugar geográfico y físico donde se desempeñen.