El ritmo indexatorio alimenta la escalada inflacionaria

Mientras todos intentan alcanzar a la inflación lo que hacen es acelerar el proceso repitiendo cada mes el proceso. El análisis de Rodolfo Cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

Según datos de consultoras privadas, las últimas semanas de septiembre, los alimentos y bebidas habrían registrado aumentos, en el mes, superiores al 7,5%. Esto nos muestra que la economía ha entrado en una dinámica que tiende acelerar mucho más el proceso. Esto tiene una explicación con varias puntas. En principio, el déficit fiscal que sigue alto y requiere, aún, de emisión para financiarlo y, además, el Banco Central sigue aumentando su stock de Leliq por las cuales tiene que pagar mensualmente intereses muy altos y para ello sigue emitiendo.

Esta semana terminó el operativo del dólar-soja por el cual el gobierno ingresó más de US$ 7.000 millones. Pero para comprarlos, el Banco Central debió emitir a $200 por dólar, una suma de dinero equivalente al 30% de la base monetaria. Expandir la base ese porcentaje en un mes es un anticipo de la cantidad de dinero sobrante en el mercado y alimento directo para la inflación.

Esta cantidad de dinero en una economía que tiene problemas para producir por faltantes de materias primas por las trabas a la importación genera una sobre demanda que presiona sobre los precios. Pero la sola publicación de los índices genera una desesperación entre todos los operadores. Los empresarios ajustan costos para cubrirse, los empleados piden ajustar sus salarios para no quedar atrasados, pero nunca lo consiguen.

De esta manera, se genera un sistema indexatorio que les pega a todos. Ahora el gobierno autorizó aumentos para telefonía móvil, TV por cable, medicina prepaga, combustibles y comienzan los aumentos de tarifas por retiro parcial de los subsidios. Todos estos rubros ya generan un combo de expectativas por el cual las empresas tratan de adelantarse y los consumidores tratan de acopiar antes de los nuevos aumentos.

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Dado que todos piden ajustar sus ingresos con la inflación ese movimiento solo consigue retroalimentar la inflación porque se repite el ciclo, pero lo hace cada vez más rápido y con crecimiento de los índices. A esto hay que sumarle que el Banco Central ajusta el precio del dólar (devalúa la moneda) al ritmo de la inflación para que no se atrase más y eso empuja los costos de los importados. Es por eso que el costo de los subsidios a la energía casi no tendrá disminución pese al aumento de las tarifas porque la inflación sigue presionando sobre los costos.

Paritarias y conflicto social

Por estos días estamos viendo un gran movimiento en las negociaciones paritarias. Dada la experiencia acumulada, las paritarias comienzan y tiene cierres parciales, sujetos a revisión, porque las pautas originales o señales del gobierno se quedaron cortas. Las mismas previsiones de las consultoras son muy conservadoras y siempre se quedan cortas.

Hemos visto en la semana la culminación de cinco meses de conflicto entre las empresas de neumáticos y sus empleados y ahí se observa claramente la situación de conflicto generada por las decisiones del gobierno. La inflación, que el gobierno produce es el desencadenante, pero, además, la empresa sufre restricciones para acceder a dólares para pagar la importación de insumos, por el cepo impuesto por el gobierno que consigue dólares. Además, con su política de atrasar el tipo de cambio, hay una clara pérdida de competitividad que hace que las empresas pierdan mercados y caigan las exportaciones.

Esta semana también apareció en todas fotos el secretario general de La Bancaria por haber firmado un acuerdo del 97% de aumento. Suena a mucho, pero seguramente hacia finde año pueden generar conflicto, como es su especialidad, porque el porcentaje no les va a compensar la pérdida real de poder adquisitivo. Todos los aumentos para compensar se van sumando y dan cifras más altas y eso es aceleración inflacionaria. Cuando llegue al 100% hay que preocuparse porque, psicológicamente, genera un impacto duro de asimilar.

El viceministro de economía, Gabriel Rubinstein habló en el Congreso sobre el presupuesto y las perspectivas de la economía y luego difundió unos mensajes donde decía "el exceso de demanda agregada que provoca el déficit fiscal seguirá impulsando una alta inflación. Actuando sobre la inercia, y sobre márgenes (bajando brecha cambiaria, acuerdos y otras acciones), podremos bajar el IPC del 90% al 60%".

Básicamente, el funcionario ratificó los dichos del ministro Sergio Massa, que había dicho que la previsión inflacionaria del 60% era "conservadora", y le agregó otros datos. Reconoce que el exceso de emisión monetaria genera un exceso de demanda sobre una oferta estable y esto continúa alimentando la inflación. No obstante, adelantó dos herramientas que piensan utilizar para bajarla al nivel deseado.

Por una parte, actuar sobre la inercia, lo que implicaría no seguir indexando tarifas y precios de servicios públicos ni convalidar nuevos aumentos salariales que superen la pauta buscada. Por otra parte, trabajar sobre los márgenes, donde señala bajar la brecha cambiaria, acuerdos y otras acciones. La brecha no la consiguen bajar, pero la contienen a fuerzas de altísimas tasas de interés que termina paralizando la actividad económica. La otra forma, sería acelerar las minidevaluaciones del Banco Central, pero iría en sentido contrario a cortar la inercia.

Respecto de los acuerdos, habrá que ver que forma le dan porque todos los sistemas de acuerdos de precios han terminado en desabastecimiento, desaparición de marcas, aparición de marcas nuevas en formatos más pequeños y todas formas en que los empresarios buscan eludir los controles. Si se quiere dar una especie de gran acuerdo de precios y salarios quizás puedan coordinar expectativas por un tiempo.

De todos modos, el mismo Rubinstein reconoció que uno de los objetivos básicos era la unificación del tipo de cambio. El actual esquema, con de 12 tipos de cambio distintos, solo genera confusión, pero reconoció que para llegara esto hace falta tener un superávit fiscal sólido, es decir, salir del déficit y conseguir un superávit creíble. Pero, para esto, reconoció que se podrá llegar al objetivo dentro de tres años.

Por ahora, los instrumentos aportados no parecen muy idóneos para frenar la inflación y tiene una alta carga de voluntarismo. Otro elemento no mencionado, pero que es fundamental, es la inestabilidad política. Mientras los actores involucrados no sean más serios, será imposible recuperar la credibilidad tanto interna como externa.




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