Un programa económico mejor calibrado

El nuevo acuerdo con el FMI permite pensar en una estabilidad macro a largo plazo. El análisis de Sebastián Laza.

Sebastián Laza

En un contexto de volatilidad financiera internacional, y fuertes distorsiones en el mercado cambiario local, Argentina acordó con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un programa de 20 mil millones de dólares, para fortalecer reservas, sujeto, entre otros, a modificaciones en el régimen cambiario. El anterior esquema era inconsistente temporalmente, generando una pérdida de reservas permanente, siendo la pata floja del programa económico, la que ahora se está empezando a arreglar.

Durante los 16 meses ya transcurridos de la Administración Milei, la economía viene mostrando fuertes avances en los frentes fiscal y monetario, corrigiendo los groseros desfasajes de gestiones kirchneristas anteriores. Con Milei, el déficit fiscal desapareció (el "no hay plata" del presidente), y la política monetaria, después de algunos nubarrones iniciales, logró diseñarse con un formato previsible, bajo un concepto de congelamiento de base monetaria amplia (el "no hay pesos" del presidente).

Sin embargo, en el frente cambiario los resultados eran más débiles: el esquema de crawling peg (minidevaluaciones), demasiado rígido, ya comenzaba a generar tensiones, alimentando expectativas de devaluación y presionando fuerte sobre las reservas internacionales. Esta asimetría entre los logros fiscales-monetarios y las fragilidades cambiarias justificaba la necesidad de un nuevo programa con el FMI. Y eso es lo que se hizo, la Administración Milei tuvo que dar un volantazo, y fue a tiempo, mostrando un grado de audacia que no siempre se suele observar en los gobiernos argentinos.

Las soluciones

El nuevo acuerdo implica bandas de flotación para el dólar, permitiendo que el tipo de cambio se mueva con libertad dentro de márgenes más amplios (entre $1.000 y $1.400, ajustables asimétricamente al 1% mensual). Además, se establece que las intervenciones del Banco Central se limitarán a la compra de reservas y a situaciones excepcionales de disrupción, pero no a la mera defensa de un nivel de tipo de cambio que el mercado no convalide.

Adicionalmente, el nuevo esquema va a permitir una mayor capacidad de absorción de shocks externos: un tipo de cambio más flexible actúa como amortiguador natural frente a cambios en los precios de commodities, tasas de interés internacionales o flujos de capital.

Este rediseño tiene una virtud fundamental: permite que el dólar encuentre a mediano plazo un valor más acorde a la productividad actual de la economía argentina, tanto la central (Pampa Húmeda) como las más alejadas de los puertos, como Mendoza.

Riesgos

Los formadores de precios se deben acostumbrar a trabajar con un dólar flotante, pudiendo generarse algunas tensiones en la transición, cuando el tipo de cambio se mueva por ejemplo de la mitad de la banda hacía arriba. 

Quizás se vean algunos meses de crecimiento leve en los índices de inflación, pero eso no debería mermar la confianza en el nuevo régimen cambiario, ni en la política económica en general del gobierno de Milei, ya que el esquema ahora está sólido en sus 3 patas: fiscal, monetaria y cambiaria.

En síntesis

El nuevo esquema de bandas cambiarias es una corrección técnica necesaria y oportuna. No garantiza por sí solo la estabilidad macro, pero mejora el terreno sobre el cual Argentina puede intentar construirla. Como siempre, el éxito dependerá tanto de la consistencia de las políticas macroeconómicas como de la recuperación de la confianza de los propios argentinos (empresarios y consumidores).

Y por supuesto, permite empezar a trabajar decididamente sobre todas las demás reformas que faltan: previsional, impositiva, laboral, logística, mayor federalismo, etc. Definitivamente, Argentina necesita gobiernos ortodoxos en lo económico al menos 3 o 4 mandatos consecutivos, que generen una percepción de mejora para amplias franjas de la población, y que, de este modo, sienten las bases que erradiquen definitivamente al populismo, el gran enemigo del desarrollo de nuestro país.


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