Un virus nos recordó (y demostró) lo desconectados que estamos del mundo

En las últimas semanas hemos hecho numerosas notas que reflejan el nivel de exportaciones de Mendoza y de la Argentina.El impacto del coronavirus reflejó las diferencias entre los países que están más conectados al mundo y los que viven alejados.

A pesar de los esfuerzos, de las oportunidades, el potencial y todo lo que destacamos que tiene Mendoza para ofrecer al mundo, hay momentos que nos demuestran lo lejos que estamos de los principales mercados y de desarrollar un potencial exportador que sea capaz de mover la aguja en la matriz productiva mendocina.

Como hemos destacado en varias notas durante las últimas semanas, hay productos mendocinos en distintos mercados mundiales, pero en volúmenes que son muy pequeños en comparación con mercados tan cercanos y que elaboran productos similares, como el chileno.

El surgimiento de un virus en el seno de la segunda economía mundial vino a mostrarnos con algo más de detalles lo que nos falta para estar conectados por el mundo en materia comercial. Las luces de alarma se encendieron en la Argentina, pero apuntando en todo momento a la cuestión sanitaria. En otros países de la región, a la sanitaria sumaron una alerta comercial por el impacto que puede tener en su economía el coronavirus.

De acuerdo a un análisis de The Economist, la economía chilena y la peruana pueden sentir el impacto del virus -incluso- con más fuerza que algunas economías emergentes asiáticas. La razón es el alto intercambio comercial que tienen con China y por el impacto de las exportaciones en su PBI.

En diciembre se anunciaba el primer envío de cerezas mendocinas al mercado chino. El cargamento de cinco contenedores se destacó como todo un logro en medio de la complicada situación económica y el nivel de producción que se realiza en la provincia.

Esta semana el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura de Chile, Ricardo Ariztía, confirmó que existe mucha preocupación en el vecino país ya que efectos del coronavirus, las operaciones portuarias en China están con problemas y hay "no menos de 1.500 contenedores" con cerezas chilenas a la espera de poder ser comercializados.

Pero ese no es todo el problema que tienen los exportadores trasandinos, porque "van en tránsito en alta mar no menos de otros 1.500 containers de distintas especies frutícolas que están yendo hacia allá (China) y no hay posibilidades de retorno ni nada", sostuvo Ariztía.

Para nadie es agradable enfrentarse a posibles pérdidas en un negocio, pero seguramente muchos exportadores y autoridades provinciales quisieran tener que pensar cómo enfrentar este tipo de situaciones y no pensar -eternamente- cómo poder vender y posicionar productos mendocinos en el mundo.

Si los chilenos tienen ese problema que otros ya quisieran, es porque hace 30 años -o más- comenzaron un trabajo para ser parte del comercio mundial y lo lograron instalándose -por ejemplo- como los principales proveedores de cerezas para los chinos. Hoy tienen un problema con la exportación y saben que habrá efectos negativos, pero entienden que este riesgo es parte del negocio que les ha entregado numerosos beneficios.

Sólo con ese dato nos damos cuenta lo lejos que estamos de ser una economía abierta realmente al mundo y lo lejos que estamos de poder cumplir con la expectativa y exigencia de los mercados internacionales. El volumen que envía Chile está a años luz de lo que está comenzando a enviar Mendoza, en gran parte complicada por lo que en su momento mencionamos, la pesada carga que significa ser parte de la Argentina.

En el mismo análisis de The Economist que mencionamos anteriormente, el medio especializado destacó que mientras las economías de Argentina y Brasil el comercio representa sólo 30% del PBI en Brasil y Argentina, en Perú llega casi al 50% y en Chile es de casi el 60%.

La razón es simple, con pocas posibilidades de avanzar con el desarrollo de industrias, apuntaron a las exportaciones de productos primarios y a relacionarse con el mundo a través de tratados comerciales, logrando -en el caso de Chile- relacionarse a través de los negocios con el 87% del PBI mundial.

No tener grandes problemas o preocupaciones por el efecto económico del coronavirus es una muestra de que no sos parte del juego de la economía y el comercio mundial. Lo que para algunos puede resultar bueno, porque le esquivan a cualquier dificultad, en realidad debería preocuparnos. Cuando todo vuelva a normalizarse (según indican especialistas chinos y The Economist, por el momento, el virus estará bajo control en China a fines de marzo) ellos deberán medir sus pérdidas, pero volverán a retomar el ritmo de exportación. En cambio, nosotros seguiremos viendo como los contenedores con productos chilenos y peruanos cruzan los océanos y acá estarán detenidos por impuestos o falta de producción.

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