Otro gran artista que eligió Mendoza para vivir: Israel Raij

Israel Rais es otro de los artistas plásticos que exhiben sus obras en diciembre en Rampa Visual. Memo lo entrevistó y nos contó su historia.

Alejandra Cicchitti

Israel Raij es uruguayo pero mendocino por adopción. Hace 50 años que vive aquí donde construyó no solo su carrera sino también su preciada familia. Está casado con la reconocida actriz Diana Wol, su compañera de vida.

Ha expuesto en forma individual y colectiva en Mendoza y también en Buenos Aires e Italia. Sus obras integran colecciones privadas de Argentina, Estados Unidos, Guatemala, Panamá, Brasil, Chile, Uruguay, Irlanda, Inglaterra, España e Israel.

-¿Cuál ha sido tu formación? ¿Qué referentes has tenido?

-Siempre tuve vocación por el dibujo y la pintura. Pero sin dudas mis primeros "palotes" en la pintura fueron en 1974, en el taller de Primo Huertas. El me enseñó el manejo de la espátula, el óleo, la perspectiva del color, en fin... lo básico. Lo interesante fue que despertó en mí nuevas sensaciones desconocidas: la emoción de ver un cuadro terminado y pintado por mí fue incomparable.

Después de un par de años, pasé al taller de Zulema Zoireff, donde impartían sus talleres los maestros Angel Gil, Antonio Sarelli, José Scacco y Alfredo Ceverino. Ellos me mostraron otros caminos del arte, ampliaron mi perspectiva y enriquecieron mis conocimientos. Recuerdo también a Carlos Ércoli en pintura y Gastón Alfaro en grabado. Fui un afortunado al haber tenido esos maestros. Así los considero, maestros - no profesores - y hago la diferencia ya que no solamente me enseñaron sobre arte, sino que aprendí de ellos códigos que me sirven para manejarme en la vida.

"Galaxia"

-¿Qué técnicas te atraen más?

-Cuando empecé a pintar, trabajé exclusivamente con óleo. Es un material muy noble, maleable, que me permite jugar técnicamente para encontrar y concretar un trabajo. Cuando puse mi atelier, pude trabajar más cómodo. Tuve entonces la libertad de experimentar con el esmalte sintético, el acrílico, texturas expresivas que preparo con cola, enduido, aserrín, collage, en fin. Actualmente cuando planteo una obra primero mancho - puede ser con esmalte sintético diluido o acrílico - y luego busco en esas manchas el tema y lo voy concretando lentamente

"Inundados"

-¿Cómo es tu proceso creativo?

-La obra es quien me dirige, no yo. El subconsciente va aflorando hasta que la razón me indica que ya es suficiente. Normalmente pinto sobre lienzos que preparo yo mismo. La gama de colores que utilizo es amplia, aunque actualmente tengo cierta predilección por los azules, como también tuve tendencia por el uso de los colores terrosos hace bastante tiempo... supongo que dependerá del estado de ánimo del momento.

"Refugiados"

-¿El tema de la religión aparece en tus obras?

-En muchas oportunidades mis raíces judías me llevan a plasmar en la pintura temas relacionados con el judaísmo. La riqueza de nuestra historia y de nuestra Torá - el antiguo Testamento - , hace que cuando planteo un trabajo a través de la mancha, afloren inconscientemente imágenes que relaciono inmediatamente con relatos que pueden ser o no religiosos, pero que hacen a nuestra tradición, que es una fuente inagotable de temas.

"Camino a las estrellas"

-¿Creés que se puede vivir del arte en Mendoza?

No creo que alguien pueda vivir exclusivamente del arte, en Mendoza; quizás algunos que exponen en el exterior puedan hacerlo, pero entre los colegas la gran mayoría, además de pintar, o esculpir, o grabar, paralelamente se dedican a la docencia. De otra forma les sería muy difícil subsistir.

Pienso que no hubo ni hay una política educativa que enseñe desde la escuela el valor y el respeto que deben tener los artistas y su trabajo; que una obra de arte original, aunque sea de un alumno de la escuela de arte, es más importante que una lámina o almanaque y que pagar por ella es lo normal, porque es la retribución al trabajo de una persona (como también se le paga al panadero o al almacenero). Hasta que no logremos enseñarles a los chicos algo tan elemental como eso, difícilmente podamos construir en Mendoza una plaza consumidora de arte.

Por mi parte siempre intento exponer cuando la oportunidad se presenta. Actualmente soy uno de los artistas que has convocado para el mes de diciembre en Rampa Visual, junto a Orlando Pelichotti, Fabiana Kanefsck y Lali Lavorante.

-¿Sos el creador del Centro Cultural Tajamar?

-Sí y siento que es una forma de devolver a la sociedad de Mendoza todo lo que hizo por mí. Lo construí en 2003, en el local que me pertenece. Cuando me retiré de la actividad comercial, pude concretar el sueño que tenía desde siempre: un centro cultural donde pudiesen convivir diferentes expresiones artísticas, complementadas con la gastronomía. En aquel momento comenzaron a funcionar las dos salas que posee: la trasera con capacidad para 100 personas con obras de teatro y la delantera con capacidad para 80 personas ofreciendo obras de café concert, monólogos y música de diferentes géneros.

Durante el día funcionaba como galería de arte, donde expusieron entre muchos otros, Gil, Sarelli, Ceverino, Scacco, Bermúdez, Roberto Rosas. En la noche se corrían los paneles de exposición y se preparaban las mesas para el restaurant. También se daban clases de salsa y tango y se armaba una milonga muy concurrida en trasnoche. Hoy funciona como Escuela de Comedia Musical y estamos esperando poder retomar la actividad.

-Has nombrado mucho al maestro Ángel Gil. ¿Por qué?

-Ángel Gil marcó profundamente mi vida artística. Como maestro logró abrir mi cabeza y mostrarme caminos hacia mundos desconocidos. Además de haber sido un ser humano excepcional, me cuesta hablar en pasado con él, fue Maestro en todo el sentido de la palabra. Recurría a él cuando necesitaba un consejo personal. Sabía que su criterio era acertado y agradezco hoy todo lo que me ayudó. Creo que a nivel artístico, su virtud fue orientarme en mi trabajo de tal modo que pude expresarme sin su influencia expresiva. Eso es lo que un verdadero maestro logra de un alumno.

La muestra individual que hice en 2018 en la sala de arte de La Barraca en su memoria, es una de las que más quiero. De alguna manera fue una retrospectiva que cubría del año 1989 a la fecha; fueron 36 obras que mostraron los momentos y emociones que pasé durante ese período de tiempo.

 "Israel Raij y su esposa Diana Wol"  

-¿Cómo es estar casado con una actriz? ¿Ella influye en tus obras, en tu tarea artística?

-Tocás un punto interesante. Lo que más rescato de la relación es el respeto y la libertad que nos damos mutuamente para desarrollar nuestro trabajo. Hablo de aceptar y saber que cuando ella prepara una obra de teatro, los ensayos se prolongan muchas veces más de la cuenta y es normal que regrese muy tarde a casa. También sucede al revés, cuando estoy en el taller trabajando hasta tarde con una modelo en vivo (¡léase desnudos!). Y aquí aclaro que muchas veces es ella quien me consigue modelos entre las actrices compañeras de teatro.

"Madame X"

Aprendí mucho sobre el teatro gracias a ella y ella aprendió de pintura gracias a mí (tiene un ojo agudo para criticar mis obras).Cuando opina sobre algo que no le termina de convencer y veo que tiene razón, modifico según su punto de vista. Es un intercambio enriquecedor, que con el tiempo se tornó normal. Siento que ella me impulsa a seguir pintando, me alienta y pone las cosas en perspectiva para que retome el trabajo y por eso voy a estarle agradecido eternamente.

-¿Tus proyectos futuros?

-Lo único que quiero es seguir trabajando en lo que amo: la pintura y el arte. En la situación actual es muy difícil proyectarse; sino que hay que vivir el día a día. Comencé a escribir una serie de relatos basados en memorias de mi infancia, que publico por Facebook conjuntamente con una obra relacionada al mismo. Y están teniendo muy buena aceptación porque (a menos que todos mis amigos me estén engañando) los comentarios que recibo son buenos. Como aparentemente no escribo tan mal, paralelamente a la pintura, voy a seguir relatando episodios de mi niñez en Montevideo, una niñez de barrio humilde pero riquísima en amistades y aventuras.

Les dejo aquí un ejemplo. La obra se llama "Camino a la luna"

"Fue a mis quince años... como de costumbre, la rutina era llegar del liceo - estaba en cuarto año del Liceo Héctor Miranda de Montevideo - , entrar a casa, dejar los útiles y prender el brasero... el brasero era un pequeño artefacto de unos 30 x 30 cms., con un recipiente donde se colocaba el carbón y una pequeña parrilla donde asábamos los bifes diarios o las costillas (acá les llaman costeletas). Le echaba un poco de alcohol azul y los carbones encendían generalmente rápido, aunque requerían que los abanique un poco. Esto lo hacía en el patio abierto de casa, un departamento de dos dormitorios, baño y cocina que daban al mismo. Mientras el carbón comenzaba a arder, prendía el Primus... muchos no deben saber qué es un Primus... se trata de un calentador de bronce a kerosene, al que una vez encendido se le daba bomba y sobre las tres patas que formaban la estructura se ponía lo que uno quería cocinar; entonces yo ponía a cocinar la ollita que mamá había dejado preparada con agua y las papas peladas dentro, para que cuando volviera del trabajo lo único que tuviese que hacer era la ensalada que completaba el menú: carne acompañada de puré de papas y ensalada. Así que dejaba marchando todo, e iba a hacer las compras al almacén: manteca, fósforos, leche, pan, en fin... hasta que un día, en vez de atenderme la dueña o su marido, me atendió una morocha de ojos soñadores que me dejó sin aliento. Literalmente no sabía qué había ido a comprar, y tartamudee como un niño al que sorprendieron robando una golosina... es que no me sacaba los ojos de encima, la muy bruja!!. Más adelante me enteré que su corazón latió a la misma velocidad que el mío, y a partir de ese día esperaba como yo el momento en el que fuese nuevamente a hacer las compras. Ese primer día, ay! Ese primer día no regresé a casa como todos los días... a pesar de que tomé por el mismo camino, los autos no eran autos, las veredas no existían y yo me sentía flotar y creía que estaba..."

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