La historia se repite: en Brasil, la culpa siempre es de la Policía

La Selección argentina se hizo grande en un Maracana que se vio empañado por el accionar policial a minutos del comienzo del partido.

Hace menos de tres semanas en Brasil se vivía un hecho bochornoso, como ya nos tiene acostumbrado aquel país, en la visita de los hinchas de Boca a Río de Janeiro en la previa de lo que sería la final de la Copa Libertadores de América. 

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Los hinchas Xeneizes, que llegaron en gran número al país vecino, fueron víctimas de la inseguridad a plena luz del día y reprimidos de manera brutal por la policía local.

Este jueves, nuevamente en la ciudad balnearia, los hinchas argentinos vivieron una verdadera locura en el momento en el que estaba a punto de empezar en el Maracaná el encuentro por las Eliminatorias Sudamericanas entre Brasil y Argentina. 

Un grupo de cerca de dos mil argentinos apostados detrás de uno de los arcos del Maracaná sufrió una golpiza tremenda de parte del cuerpo policial luego de que se iniciaran unos incidentes cuando la parcialidad local abucheó el Himno Nacional Argentino. 

Sin compasión y sin distinción de género ni edad; así la policía volvió a reprimir a la parcialidad argentina en una ciudad que evidentemente no está a la altura para recibir este tipo de espectáculos deportivos de alto riesgo. No te protegen, no te cuidan. No evitan los problemas. La policía los genera y los multiplica. 

A diferencia de lo que ocurre en un partido en la Argentina con los hinchas visitantes, en el Maracaná no existió ningún tipo de vallado y mucho menos un sector exclusivo para los visitantes. Encima, en vez de crear un cordón provisorio en el momento de los incidentes, la policía comenzó a pegar con palos a cual argentino estuviese cerca. La policía de Brasil te "caga a palos". Literal. 

Una lamentable página más de un hecho extrafutbolístico que empaña el color y el folklore del partido de fútbol más popular, importante y de mayor expectativa del mundo. 

El fútbol terminó siendo justo y el conjunto de Lionel Scaloni terminó rompiendo un invicto histórico de la Canarinha, que nunca había perdido en condición de local por Eliminatorias. 

Tarea para Conmebol y FIFA. Estas prácticas de seres subdesarrollados no deben pasar nunca más.