Hacerse con los activos de los oligarcas rusos

Escribe Branko Milanovic. Economista serbio-norteamericano y reconocido especialista en desarrollo y desigualdades.

Branko Milanovic

La amenaza de confiscación de los activos de los oligarcas rusos lleva flotando por lo menos desde diciembre de 2021, más o menos cuando Rusia comunicó su ultimátum a Estados Unidos y comenzó las maniobras militares alrededor de las fronteras de Ucrania. Los activos los "congelaron" (o los confiscaron incluso) los Estados Unidos y una serie de países, en su mayoría europeos, tras el inicio de la invasión rusa el 24 de febrero. ¿Qué lecciones se pueden extraer hasta el momento?

La primera lección que podemos aprender de las confiscaciones es que antes del 24 de febrero Rusia no era una oligarquía, tal como creía mucha gente, sino una autocracia. En lugar de estar gobernada por unos cuantos ricos, la gobernaba una sola persona.

Para sacar esta conclusión (bastante evidente), tenemos que remontarnos a la justificación inicial dada para la amenaza de confiscación de activos. El gobierno estadounidense aventuró la idea antes de la guerra, y con la expectativa de que los oligarcas, ante la perspectiva de perder la mayor parte de su dinero, presionaran al presidente ruso, Vladimir Putin, para que no invadiera.

Podemos suponer que el 99% de los oligarcas señalados (y los que temían serlo), acaso todos, se dieron cuenta de lo que estaba en juego y se opusieron a la guerra. Pero si es así, su influencia fue, como ahora sabemos, nula.

Así que, irónica y quizás paradójicamente, se les castigó no porque fueran poderosos sino porque no lo eran. Si su influencia en un asunto tan importante, del que dependía todo su patrimonio y su forma de vida, era nula, entonces está claro que el sistema no era una plutocracia, sino una dictadura.

Decreto político

Hay que distinguir entre los primeros multimillonarios rusos y los más recientes. Los primeros, beneficiarios de las privatizaciones cuando se derrumbó la Unión Soviética, controlaban el sistema político. El difunto Boris Berezovsky, que se hizo con el control de la principal cadena de televisión pública, llamó la atención de su predecesor, Boris Yeltsin, sobre Putin, pues pensaba que se le podía manipular fácilmente.

En cambio, a los oligarcas más recientes se les ha tratado como custodios de activos que podría arrebatarles el Estado, por decreto político, en cualquier momento. Y no fue el Estado ruso el que se apoderó de ellos, sino el norteamericano (junto con algunos otros). Lo hizo precisamente porque pensó, probablemente no con exactitud en todos los casos, que estos multimillonarios eran "oligarcas del Estado".

Esta es la lección relativa a la naturaleza del sistema político ruso. En cuanto a las implicaciones de la incautación de activos, son de dos tipos: globales y específicas de Rusia.

Mucho menos seguro

La implicación global es que los plutócratas que en el pasado solían trasladar su dinero desde sus propios países a "refugios seguros" de los Estados Unidos, el Reino Unido y Europa estarán mucho menos seguros de que tales decisiones tengan sentido. Esto se aplica de forma más evidente a los multimillonarios chinos, que podrían correr la misma suerte que sus homólogos rusos. Pero también puede aplicarse a muchos otros.

El uso frecuente de la coacción económica y financiera significa que si hay tensiones políticas entre Occidente y (digamos) Nigeria o Sudáfrica o Venezuela, se aplicará la misma receta a los multimillonarios de estos países, ya sea simplemente como castigo o por la expectativa de que influyan en la política de sus gobiernos. En estas condiciones, sería muy imprudente que guardasen su dinero en lugares en los que puede estar tan inseguro como en casa.

Por lo tanto, cabe esperar el crecimiento de otros centros financieros, quizás en los estados del Golfo y en la India. La fragmentación financiera se vería impulsada no sólo por los temores de los multimillonarios, sino también por los de potenciales adversarios de los Estados Unidos, como China, de que los activos de sus gobiernos y bancos centrales resulten ser también meros trozos de papel.

Poder total

¿Qué posibles implicaciones tiene esto para Rusia? Aquí tenemos que adoptar una visión a más largo plazo, y mirar más allá del régimen de Putin. La conclusión a la que llegarán los multimillonarios y la gente cercana al poder es la que se sacó varias veces en la historia rusa/soviética para luego olvidarla.

Pero dejemos de lado los antiguos conflictos entre los boyardos de la nobleza feudal y el zar. Consideremos sólo las similitudes con el régimen de Josef Stalin. Stalin fue capaz, a través de hábiles maniobras, de pasar de ser un "borrón gris" (como dijo su adversario León Trotsky, asesinado) a hacerse con todo el poder, lo que incluía, en sus últimos años, el Politburó del Partido Comunista.

Putin aún no ha comenzado a ejecutar a las personas que le rodean, pero ha demostrado que no importan políticamente en absoluto. La conclusión a la que deben llegar los futuros oligarcas rusos (incluidos los máximos responsables de las empresas estatales, antes conocidos como "directores rojos") es la que sacaron los miembros del Politburó tras la muerte de Stalin: mejor disponer de un liderazgo colectivo, en el que se controle la ambición individual, que dejar que una sola persona asuma todo el poder.

Los oligarcas venideros se darán cuenta de que pueden permanecer juntos o ahorcarse juntos. Con Yeltsin, cuando dictaban la política, preferían luchar entre ellos. Llevaron al país al borde de la anarquía e incluso de la guerra civil, y con ello facilitaron el ascenso de Putin, que introdujo algo de orden.

Lógica económica

En el caso de la otra implicación, también resulta útil retroceder en el tiempo. Durante las primeras privatizaciones de los años 90, solía afirmarse que, independientemente de quién obtuviera los activos privatizados, tendría un incentivo para luchar por el Estado de Derecho, simplemente para proteger sus ganancias. Así, políticamente, no podrían los comunistas volver al poder.

Se hizo una comparación con los plutócratas "barones ladrones" ["robber barons"] de la Norteamérica de finales del siglo XIX y principios del XX. Se enriquecieron a menudo por dudosos medios, pero tenían interés en luchar por la seguridad de la propiedad una vez enriquecidos. Se esperaba que los multimillonarios rusos hicieran lo mismo.

Sin embargo, estas expectativas se vieron truncadas por el hecho de que los multimillonarios encontraron una forma (aparentemente) mucho mejor de poner a salvo su dinero: trasladarlo a Occidente e invertirlo en inmuebles, empresas, clubes de fútbol o comprar simplemente yates. Parecía una decisión excelente, hasta hace unas ocho semanas.

Los nuevos multimillonarios post-Putin no olvidarán probablemente esa lección. Así que podemos esperar que favorezcan la creación de una verdadera oligarquía (en lugar de permitir otra autocracia), y que insistan en el imperio de la ley a nivel nacional, sólo sea porque ya no tendrán ningún otro lugar al que puedan trasladar su riqueza.

EL AUTOR. Branko Milanovic. Economista serbio-norteamericano y reconocido especialista en desarrollo y desigualdades, es profesor visitante en el Graduate Center de la City University of New York (CUNY), así como investigador titular en el Luxembourg Income Study (LIS). Con anterioridad, fue economista jefe del Departamento de Investigación del Banco Mundial. Traducción: Lucas Antón para Sin Permiso.

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