Día del Padre: Honremos también a los padres del corazón

Antonio Romeo y Elina Giffoni piden reconocimiento a los "padres del corazón". Son miembros de Dulce Espera Adopción Mendoza y militantes de la adopción.

A. Romeo y E. Giffoni

Hoy domingo 15 de junio celebramos el Día del Padre. Es una fecha de abrazos, recuerdos y agradecimientos. Pero también es una oportunidad para mirar más allá del lazo biológico y reconocer a quienes, por elección y amor, asumen uno de los roles más transformadores de la vida: ser padre adoptivo.

Los hijos adoptivos no llevan la misma sangre que su padre, pero al formar una familia, esto es secundario porque el amor crece en el alma y en lo cotidiano de la vida de todos.Esta paternidad nace de la convicción profunda de dar amor, protección y un hogar a quien lo necesita y se le han vulnerado sus derechos. No se trata solo de brindar un techo, sino de construir día a día una relación basada en la confianza, el respeto y el compromiso genuino.

En un mundo donde miles de niños, niñas y adolescentes esperan una familia, el rol del padre adoptivo conlleva muchos compromisos y gran generosidad,los que merecen visibilidad y reconocimiento. Son hombres que decidieron criar, cuidar y formar a alguien que llegó por una elección consciente. Son ejemplos de una paternidad valiente, que desafía estereotipos y abre caminos.

Sin embargo, como sociedad todavía tenemos una deuda pendiente: hablar más, informar mejor y derribar prejuicios sobre la adopción. Necesitamos desmitificar procesos, acompañar a quienes quieren ser padres adoptivos, y sobre todo, poner en el centro a las infancias que esperan ser parte de una familia.

Este Día del Padre es una invitación a ampliar nuestra mirada. A reconocer a todos los padres, pero especialmente a aquellos que eligieron serlo con el corazón como brújula. Y también a preguntarnos: ¿qué podemos hacer para construir una sociedad más empática, comprometida y solidaria con la niñez que necesita un hogar?

Ser padre no siempre es un hecho biológico. A veces, es un acto de amor profundo, elegido y transformador.

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