Segunda etapa del Gobierno o "nuevos tiempos"

"El presidente tiene la responsabilidad de gobernar, frente a él hay una oposición responsable que no cuestiona su legitimidad, todos los problemas políticos que menguan la autoridad presidencial devienen de su escasa competencia para el ejercicio de su función y de las tensiones políticas al interior del liderazgo oficialista", escribe en este análisis Roberto Videla.

Roberto Videla

Argentina atraviesa un cambio de etapa, en eso hay consenso en el oficialismo y en la oposición, pero la interpretación de esos vientos de cambios tiene distintas miradas, para el presidente se trata del inicio de la segunda etapa de su gobierno; para la oposición se trata de un cambio del ciclo político.

Más allá del contundente triunfo en las urnas que significa obtenido algo más de dos millones de votos, que representan una diferencia de alrededor del 10% nada más ni nada menos que el umbral que fija nuestra ley electoral para evitar el ballotage o segunda vuelta y consagrar como ganadora una fórmula presidencial en primera vuelta. Este poder electoral no puede ser disimulado a pesar de los esfuerzos explicativos y las cortinas de humo. Como consecuencia de esto emerge una fuerza política que empieza a exhibir algunas condiciones para aspirar a sustituir al peronismo como fuerza modeladora de la política argentina.

Cuando el Frente de Todos y su fórmula ganaron las últimas elecciones presidenciales sostuve que el dato más importante de la política argentina fue que atinadamente la dirigencia política de Cambiemos fue capaz de consolidar su unidad en la derrota. Este logro político muy difícil de alcanzar, por razones que serían motivo de otra nota por su extensión y profundidad, es la base sobre la que puede apoyarse un cambio estructural de la política argentina.

Otro indició muy potente de cambio estructural, está dado por la pérdida del poder del Kirchnerismo para influir en la oposición, en oportunidad de la anterior carrera presidencial para el período 2015 - 2019, el liderazgo K decidió polarizar con el Ingeniero Macri (aún lo hace) como su antípoda y esto fue determinante en proceso de selección del candidato opositor; los votantes entonces lo percibieron como el mejor exponente para que los representara en esa contienda y la elección PASO que lo convertiría en el candidato solo se trató de una elección de confirmación, no había otro resultado posible. Hoy nadie puede creer que el oficialismo K tenga esa capacidad de incidencia para determinar su adversario, en tanto que si puede resultar que Cambiemos tenga esa influencia sobre el universo K.

Los distintos gobiernos kirchneristas han sostenido su "modelo de desarrollo económico con inclusión social" como lo llaman ampulosamente, que acumula un fuerte consenso en torno al rol del estado como fuente casi excluyente de desarrollo y en este marco la Argentina continúa padeciendo un ciclo de decadencia que parece imparable, esta situación hace crujir el relato oficialista que es de carácter épico con cariz fundacional.

En tanto en Cambiemos hay un consenso en torno a una idea fuerza, la construcción de un capitalismo de avanzada como camino para salir de la decadencia, con políticas consistentes de mediano y largo plazo.

Frente al horizonte descripto y esta expectativa se consolida como la principal demanda del electorado, el sistema de ideas del kirchnerismo no resultará competitivo, ya que se requiere de un claro compromiso con la modernización del país y una ética que haga sustentable el apoyo político a este plan, en ninguno de los dos planos esta fuerza política destaca, la demagogia lo impele a apelar a soluciones mágicas, en tanto la esperanza demanda coherencia entre medios y fines para alcanzar objetivos.

Lo dicho lejos de expresar un camino fácil para Cambiemos lo expone a un altísimo nivel de demanda para una diseñar una transformación posible, que permita que la fuerza política esté en condiciones de explicitarla, de promoverla, de viabilizarla y en última instancia ejecutarla. Se trata de un desafío gigantescas dimensiones con enormes dificultades, que requiere librarse de las influencias que la cultura política K ha tenido sobre esta fuerza política, porque reitero que el kirchnerismo ha sido la fuerza modeladora de la política argentina (por eso resulta inverosímil su explicación de la crisis limitándola a culpar al gobierno anterior). En este sentido la experiencia del gobierno del presidente Macri se puede transformar en un activo, ya que se trata una valiosa experiencia a superar por el gobierno que encare el nuevo ciclo.

El Presidente en su discurso dijo algunas cosas obvias, la mayoría de ellas ratificando que la culpa es de otro, más allá de admitir algún circunstancial error y ratificar que va a seguir el plan del Frente de Todos, hasta aquí nada nuevo bajo el sol, pero habló sobre la oposición, diciendo que "una oposición responsable y abierta al diálogo es una oposición patriótica", ¡Ojalá haga doctrina! ya que su fuerza política tiene una larga historia de acciones políticas destituyentes que van desde huelgas generales, sitiar los accesos a las ciudades y emplear la violencia, hasta otras más sutiles destinadas a socavar el ejercicio legítimo del poder, todo esto representado en una frase caracteriza este comportamiento: "solo el peronismo puede gobernar la Argentina".

El presidente tiene la responsabilidad de gobernar, frente a él hay una oposición responsable que no cuestiona su legitimidad, todos los problemas políticos que menguan la autoridad presidencial devienen de su escasa competencia para el ejercicio de su función y de las tensiones políticas al interior del liderazgo oficialista.

Frente a estas cuestiones hablar de "empate" electoral es realmente una pavada. Con total abstracción de consideraciones ideológicas, encuentro que se puede trazar una similitud entre la situación estratégica en la que se ha puesto el presidente y aquella en la que se encontraba el presidente de Estados Unidos Herbert C. Hoover luego de la crisis del 29, sus ideas eran incapaces de superar la "Gran Depresión" tal como las ideas del Kirchnerismo son incapaces para revertir el proceso de decadencia argentina. En el caso de Hoover esto motivó que una gran parte de la población, durante el tiempo restante de su gobierno, lo viera como parte del problema y no de la solución; esta analogía sirve para explicar porque la segunda etapa del gobierno hoy está solo en el imaginario del presidente Fernández y el éxito de su convocatoria al diálogo requiere del jefe de estado mucho más que un discurso edulcorado que ratifica todo lo actuado.

Los desafíos son enormes, los sucesos en pleno desarrollo nos mostrarán si los actores están y estarán a la altura de una situación tan demandante y compleja. A arremangarse y poner manos a la obra.

Por Roberto Videla
Presidente de ACCEDER
(Centro de Diseño de Estrategias Regionales)


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