Candidatos que no saben a qué son candidatos

Presentar proyectos no es escribirle una carta a Papa Noel o los Reyes Magos y exhibirse como gestor de lo imposible, sino calcular costos, posibilidades y proponerlo en su integridad. Pero no todos parecen saberlo.

Una vez más, hay candidatos que no tienen la menor idea de lo que implica el ejercicio del cargo al que aspiran. Alguien los puso en la boleta y se lanzan a cumplir sus sueños o a pretender cumplir los de los votantes.

Con fruición, aparecen en la campaña atomizados por la disponibilidad de medios digitales sin un filtro que los ordene. Lo bueno es que salen tal como son, sin mentiras en cuanto a su imagen. Pero sus propias mentiras o desinformación quedan más expuestas.

Así, un innoto candidato a concejal se presenta en cámara en sus redes sociales y promete "solucionar el déficit habitacional", cuando ni siquiera tendrá jurisdicción, poder ni cómo y con qué hacer una sola vivienda.

O aparecen pretendientes de bancas legislativas que buscan solamente asfaltas calles o poner semáforos. Y en este punto, cabe revisar el accionar de la Legislatura cada semana, en donde todos los días hay diputados y senadores que ejercen de "concejales provinciales" con insólitas iniciativas para cubrir la demanda de barrios con los que quieren quedar bien, o con el pedido de alguna tía...

¿Hay formación cívica para quienes aspiran a ocupar los principales cargos de representación? ¿O simplemente se los larga a una cacería de votos al tuntún, total, el asunto parece ser más ganar que representar responsablemente?

Aquí hay una deuda de la democracia y que una vez más pone en el tapete a dos extremos de la sociedad: la educación y la viveza criolla. La primera debería anular a la segunda, que en cada ocasión en que se abre una grieta, se mete como cuña.

No estaría mal interrogar a los candidatos, también públicamente, en las redes, que ya no solamente serían usadas como un arma de convencimiento y recolección de apoyos, sino como una herramienta ciudadana para tomarles examen a los que pretenden representarlos.

Si algún candidato golpea a la puerta, no estaría mal testear qué conocimiento tiene en torno al cargo que planea ocupar.

Presentar proyectos no es escribirle una carta a Papa Noel o los Reyes Magos y exhibirse como gestor de lo imposible, sino calcular costos, posibilidades y proponerlo en su integridad. Pero no todos parecen saberlo.

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