Un Congreso berreta y lleno de barrabravas

¿En qué temas son expertos, capaces de encontrarle una solución los legisladores nacionales que votamos? Lo que pasó en el Congreso ayer es una muestra de su "berretización".

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Que haya tensión y fuertes divergencias en un ámbito parlamentario, y que se exprese a los gritos, está bien.

Que una sesión se "vaya de madres" y termine con todos acusándose de cualquier cosa, puede pasar.

El Congreso es un lugar de intercambio fuerte, de representación de posiciones que no siempre tienen por qué coincidir. No podría decirse que "es un lugar sagrado", ni que sus integrantes deben ser santos, pero su existencia y funciones, sí y sus integrantes, al menos probos.

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Pero que un Congreso base su conformación solo en la disputa y se conforme por personas capaces de actuar solamente en ese sentido -como parece indicarlo la realidad del parlamento argentino- es una malformación de la democracia.

El camino de la grieta y la polarización podría haber hecho que llegaran a bancas en ese ámbito personas muy bien formadas de uno y otro lado: adalides de las ideas que dicen representar.

En su lugar, arribaron barrabravas, gritones/as de baja estofa que no solo creen ganar popularidad con los shows que montan en las sesiones del pleno, sino que sobran en las reuniones de comisiones en donde hay que buscar solucionar problemas vigentes.

El trabajo en comisiones -de acuerdo con el diálogo que desde Memo hemos tenido con varios parlamentarios- esta trabado por falta de capacitación de sus integrantes.

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El paupérrimo nivel que muchos legisladores poseen les hace creer que están todo el tiempo en un set de sketchs para TikTok, y todo es sobreactuación, gritos y planteamiento de consignas.

Lo que en algún momento ridiculizó a los sectores trotskistas que arribaron a una banca en un sistema en el que, por dogma, descreen, queda como una anécdota de kindergarten al lado del griterío libertario o de sus socías del otro lado del abismo, los camporistas.

En conclusión: todo indica que la berretización del trabajo legislativo ha originado que pocos sepan algo a la hora de discutir cuestiones clave y solo se compita por el protagonismo de negación/destrucción/anulación del otro, sin fundamentos de fondo.

Todo es espuma, poco es sustancia.

Sería muy fácil echarle la culpa "a la política". La tiene. Pero en su justa medida.

Es que la ciudadanía (aquellos que votan) participa con su sufragio y, en lugar de exigir o medir calidades de los aspirantes al Congreso, aplauden el show comiendo pororó. Y aportan a la decadencia.

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El Congreso con esta gente, no sirve.

Evaluar a los legisladores por Mendoza sería útil: ¿cuántos son expertos en algún tema? ¿Qué pasado acreditan? Y si son nuevos, ¿su presencia ayuda a que se aporten leyes que solucionen problemas o solamente hay que felicitarlos por haber alcanzado tan alto nivel de salarios, y poco más?

Hay una tarea importante para todos este año, en que se eligen diputados nacionales por Mendoza: mirar bien quiénes son, qué saben, qué aportarían a subir el octanaje de este combustible de la democracia, que es el Parlamento. Caso contrario, no arrancaremos, seguiremos paralizados. Y, además, enojados en vano todos con todos.

La responsabilidad es nuestra, a no equivocarse.

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