Sin medidas estructurales, la crisis se mantiene firme y acelera

El ministro Massa aprieta con las tarifas a los privados, pero no hay ninguna medida para bajar el gasto del Estado. El análisis de Rodolfo Cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

El día miércoles, después de haber asumido como ministro de Economía, Sergio Massa anunció una serie de decisiones que deberían conducir a tranquilizar la economía. El foco estuvo puesto en decisiones cambiarias y financieras de las cuales enumeró los títulos, pero de las cuales se desconocen los mecanismos de instrumentación.


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La semana pasada decíamos que la reacción de los mercados no se había debido a la nominación del nuevo ministro. No tenía sentido, no había hecho ninguna declaración. Ocurrió, como anticipamos, que el Banco Central había aumentado muy fuerte las tasas y muchos inversores salieron de dólares y se pasaron a pesos.

Además, la Comisión Nacional de Valores no les permitió a las empresas que invierten en el mercado del CCL operar con CEDEAR (Certificado de acciones de empresas extranjeras) y las obligó a invertir en títulos argentinos o en acciones de empresas argentinas. Todo eso hizo que, en simultáneo, aumentaran, los precios de las acciones argentinas.

El ajuste clásico de Massa

Con las medidas anunciadas, el nuevo ministro está tratando de ganar tiempo y, si puede, llegar a entregarle todo el desastre al próximo Gobierno. Como es tradicional en la clase política argentina, las decisiones para el orden fiscal pasan por sacar los subsidios a las tarifas, lo cual era necesario, peo no hay ninguna decisión respecto de los gastos del Estado. No hubo ninguna mención al déficit de las empresas públicas ni a las transferencias discrecionales a las provincias.

Respecto al refuerzo de las reservas del Banco Central, no hubo referencia a la forma en que las empresas exportadoras podrían adelantar los US$5.000 millones, aunque el viernes se conoció la instrumentación de letra manejada en dólar linked, un mecanismo complejo que no termina de desnudar cuál es el incentivo real para que los exportadores hagan esto. Y ese incentivo debería ser una tasa de cambio diferencial.

Los exportadores no son agentes de beneficencia y no van a anticipar esa cantidad de dólares si no les cambian la paridad. Además, el Gobierno debe pensar que esto es pan para hoy y hambre para mañana, porque lo que te adelantan hoy no te lo depositarán en el futuro, sobre todo en el segundo semestre que es el periodo más pobre.

Tampoco ha quedado claro de qué manera se hará el canje de deuda de corto plazo que tiene el Tesoro. Massa dijo que un 60% ya había aceptado, pero son todos organismos públicos. Hay que ver quiénes de los privados se suman a la propuesta. Pero la duda más grande es quienes seguirán financiando al Tesoro. No olvidemos que, habría que cubrir un déficit adicional equivalente al 1% del PBI para entrar quedar dentro de los compromisos con el FMI.

Cuando Massa habló del ordenamiento fiscal se esperaban anuncios referidos a bajar el gasto, pero está claro que hay una presión del sector político para no tocar los gastos de la política. Pensemos que la mayoría de las empresas del Estado están manejadas por La Cámpora, donde han llenado de militantes, además de tener administraciones de dudosa eficiencia. El déficit de las empresas públicas equivale casi a 1% del PBI.

Hay organismos descentralizados como el Anses o el Pami, que también han visto florecer miles de puestos de trabajo con sueldos mucho más altos de lo que razonablemente se aconsejaría, sobre todo, ante las deficientes prestaciones que reciben sus afiliados. Resta saber cómo resolverán el próximo aumento a los jubilados, para que no queden detrás de la inflación y el impacto que esto tendrá sobre el déficit fiscal.

Este ajuste no es más que nuevo esfuerzo del sector privado sin ningún esfuerzo del sector público, lo que indica que no estamos frente a ningún cambio sino a otra cara de este polifacético sistema populista que representa el kirchnerismo peronista.

Reservas e inflación

Desde que se sabe que Massa sería ministro, el Banco Central ha perdido US$ 1.000 millones de reservas, donde la mayor presión estuvo dada por las importaciones de gas y gasoil. Por hora, no se ha conseguido mayor liquidación de los exportadores, aunque en el último mes volvimos a tener déficit comercial. Y en eso está incidiendo el atraso que registra el dólar oficial, que ha hecho que muchos productos hayan perdido competitividad internacional.

El problema es el desfasaje entre la cantidad de reservas y la cantidad de circulante. Además, las limitaciones a las importaciones ponen una traba al crecimiento futuro y sin crecimiento bajará la recaudación y no será posible financiar el proceso.

Por otra parte, la cantidad de circulante generada por la emisión monetaria, aseguran un futuro de tasas inflacionarias muy altas. Desde ya las de julio y agosto serán muy altas, pero hay expectativas que las del resto del año sigan igual. No obstante, si hay una fuerte recesión, es posible que la inflación no crezca demasiado.

El ministro acaba de demostrar que su margen de acción es limitado. Cristina Kirchner nunca le autorizaría a bajar el gasto público y llevar rápidamente el déficit fiscal a cero. Y acá está el problema, porque a la Argentina nadir le cree y mientras no se inicie el camino para conseguir eliminar el déficit, con las quejas de quien le toque, no será posible salir. El problema mayor es saber cuánto tiempo conseguirán estirar esta situación, pero tengo la percepción que no tiene para mucho tiempo.

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