Cuando pa Chile me voy

La conocida cueca del folklore chileno-argentino, que le da titulo a esta columna de opinión, explica esa relación simbiótica que nos une.

Sergio Bruni

Si el mundo no está ajeno a lo que sucede en Chile mucho menos para argentinos y mendocinos en particular, que desde siempre hemos tenido un particular vinculo de hermandad. Todo lo que suceda nos duele como si sucediera entre nosotros. Se entrecruzan relaciones de amistades personales, familiares, cotidianas. Lo que pasa allá, impacta acá, de un modo especialmente intenso.

La conocida cueca del folklore chileno-argentino, que le da titulo a esta columna de opinión, explica esa relación simbiótica que nos une.

Desde que días atrás, comenzaran las primeras evasiones(como modo de protesta) en el pago del boleto del Metro debido a un alza en el precio de los pasajes, los acontecimientos se han desarrollado a una velocidad impensada. Del descontento se pasó a los cacerolazos, a la destrucción de estaciones del ferrocarril metropolitano y a la quema de colectivos, supermercados y otros edificios de Santiago.

El fenómeno se extendió rápidamente al resto del país.

El Gobierno de Sebastián Piñera reaccionó calificando el descontento como obra de delincuentes e invocó el estado de excepción, que luego se convirtió en toque de queda, medidas que no se veían desde el retorno a la democracia, salvo en casos de catástrofes naturales.

El Presidente de Chile anunció que el vecino país "estaba en guerra". Sin embargo, el jefe de Defensa Nacional, General de División, Javier Uturriaga, lo contradijo a Piñera, afirmando que "no está en guerra con nadie". Estas declaraciones cruzadas entre el jefe del poder político y el del poder militar, agregaron una mayor cuota de incertidumbre.

Actores políticos y analistas de variados signos ideológicos, sostienen que no se preveía una situación de tamaño calibre. El gobierno hasta el momento se muestra desorientado y a juzgar por los hechos que siguen sucediendo, no ha sabido tener el control sobre la situación. Más aún, cuando a pesar de las medidas anunciadas, el viernes se realizó la marcha que convocó a mas de un millón de personas, que expresaron su "rabia" ante un estado de desigualdades sociales exasperante.

Ahora bien, tan inesperado e imprevisible ha sido el estallido social como desde el otro lado de la cordillera solemos escuchar?

No pareciera tan así en base a la opinión de calificados expertos:

El analista político y académico, Cristóbal Bellolio, doctor en Filosofía política se pregunta: "¿Cómo entender la explosión de malestar en un país que muestra cifras macroeconómicas sanas y que suele ser visto como un lugar tranquilo? El mismo presidente Piñera dijo hace una semana que Chile era un oasis en América Latina." "No es sabio escupir al cielo, sobre todo cuando hay fracturas sociales subterráneas que no se han procesado correctamente", afirma Bellolio. Esas fracturas tienen que ver con una calidad de vida que suele estar por sobre las posibilidades de la gente. "Los chilenos estamos pagando servicios que son más caros que lo que nuestros bolsillos nos permiten pagar", explica.

"Si se rasca la imagen de Chile queda en evidencia una enorme injusticia social, cultural, económica y política. La buena imagen se sostenía sobre pilares débiles que se apoyaban, en gran medida, en la paciencia de un pueblo abusado que se cansó"

Más medido, pero igualmente crítico, el economista surcoreano, investigador de la Universidad de Cambridge, Ha-Joon Chang, profundo conocedor de la realidad económica chilena, ha dicho "me sorprende tanta violencia, pero creo que ese malestar social se venía venir" "En Chile no se ha construido un bienestar propio de un país relativamente rico. Incluso aquellos que tienen una vida decente, notan que no será así al jubilarse después de 40 años de trabajo duro, lo que va generando rabia". Y agrega: "la economía de Chile es muy sofisticada, pero ha dejado a mucha gente atrás"

Es cierto, que al tratarse de una revuelta de corte trasversal y sin ninguna organización ni dirigentes visibles que la encabecen, sin voceros, ni reclamos bien delimitados, el gobierno se encuentra ante la falta de interlocutores para convocarlos a un diálogo que pueda superar la crisis.

A lo anterior, hay que agregarle, que grupos ultras aprovechan el malestar social y producen actos de violencia, vandálicos y saqueos, que agravan aún mas la situación. Claro es, nadie puede agitar un desborde social sin que esté el caldo de cultivo apropiado.

"Cuando pa chile hemos ido en los últimos 25/30 años", vimos evolucionar a un país que no tiene ni por cerca las posibilidades de desarrollo que el nuestro.

Sin embargo un modelo sostenido en el tiempo-con pequeños matices- por coaliciones de gobiernos de centro izquierda y centro derecha, hicieron un país con una macroeconomía sana, con tasas positivas de crecimiento, y sin inflación, supieron así, ocupar un lugar de referencia en la región.

Como un toque de atención, la crisis en Chile nos remarca, que cada vez más las sociedades (en el mundo) reclaman economías pujantes, pero en esas economías de crecimiento todos los sectores pujan por ser parte de los beneficios. Nadie quiere quedarse excluido del desarrollo y de las riquezas de un país.

A mi entender, no está en discusión el capitalismo ni la democracia. La demanda es mayor participación ciudadana en el sistema político y cambios dentro de las democracias representativas tal cual las conocemos y sobre todo, un capitalismo que ponga mucha atención en el rostro humano de las sociedades, sumado a un Estado activo que garantice equidad frente a las desigualdades que el sistema produce.

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