Cuando una tarea escolar puede saltar un abismo

Un aporte de Jorge Fontana, docente, profesor de grado universitario en Farmacia. Coordinador de Educación de la Municipalidad de Gral. San Martín.

Jorge Fontana



"...las pobrezas interiores

Le suelen aparecer

Con los temblores."

Jorge Marziali: "Mendoza Está".

No fue un temblor. Fue una epidemia. Pero el aserto de nuestro comprovinciano cantautor se aplica igual.

La epidemia, con la consecuente suspensión de clases presenciales, dejó al desnudo carencias y limitaciones que ya existían, y que sólo estaban ocultas, disimuladas o asordinadas.

En el caso de la educación (que es el que nos ocupa), muchas veces esas carencias fueron atendidas por la vocación y el compromiso de los docentes, por el esfuerzo de las familias o por la voluntad de los mismos estudiantes. Pero llegó la epidemia, las escuelas se cerraron y las clases pasaron a ser virtuales. Allí entonces quedó al descubierto una carencia fundamental, que pasó a ser determinante: la precaria conectividad de la mayoría de los alumnos.

Este déficit, que puede pasar desapercibido en zonas urbanas, se vuelve evidente e insoslayable en departamentos como el nuestro (San Martín), donde una gran parte de la población escolar vive en zonas rurales, las más de la veces en condiciones muy precarias. Así, la brecha tecnológica contribuye a aumentar la brecha educativa ya existente, y entonces esa brecha se transforma en un abismo, y la dificultad en imposibilidad.

Mientras algunos chicos (mal o bien, débilmente o con intensidad) podrían seguir conectados a su escuela, y de alguna manera tomar contacto con el conocimiento, otros quedarían aislados, sin ninguna posibilidad de seguir sintiéndose parte del hecho educativo.

En este marco, desde el municipio nos planteamos hacer algo. Porque ese "algo", por humilde que fuese, sería mucho frente a la nada.

Es así que nos propusimos una meta muy simple: hacerles llegar las tareas impresas a los estudiantes que no tenían posibilidades de conectarse con sus escuelas y docentes. Le pusimos al programa un título poco pretencioso ("La Muni te acerca las tareas"), habilitamos una dirección de correo y les pedimos a los directivos de las escuelas que nos enviaran allí un listado de los alumnos que se encontraran desconectados, para nosotros imprimirlas y llevarlas a los domicilios.

Empezamos en abril, apenas comenzada la cuarentena. Desde entonces, hemos atendido las demandas de más de 30 escuelas, de todos los niveles y todas las modalidades. Más de 500 chicos de los recibieron sus tareas, y en algunos casos hemos complementado el servicio con entrega de útiles escolares, que habían sido donados al Municipio.

Recorrimos desde entonces miles de kilómetros para cubrir los 16 distritos del departamento. Imprimimos miles de hojas. Las movilidades del municipio han consumido cientos de litros de combustible.

Y en algunos momentos los propios empleados del área han puesto dinero de su bolsillo (porque los tiempos administrativos a veces no coinciden con las urgencias), y siempre han ofrecido generosamente su tiempo, trabajando fuera de su horario si hacía falta. María Ester, Alejandra, Agustina y Sergio son sus nombres. Sólo cuatro personas, dos impresoras, y un entusiasmo a prueba de pandemias. Y por la convicción de estar haciendo algo imprescindible.

Esa simple función de vínculo entre escuela y estudiante que nos impusimos al principio se convirtió en una tarea casi titánica, agotadora, pero el premio es superlativo: ver los rostros agradecidos de los chicos y sus familias, sentir la satisfacción de haber ayudado en algo a achicar ese abismo del que hablábamos...y en algunas ocasiones, satisfacciones más sencillas pero no menos significativas, como recibir el regalo de alguna hortaliza como agradecimiento.

Lo que hacemos no es la solución, ni debe ser la norma. Pero cuando una emergencia descubre las "pobrezas interiores" que cantaba Marziali, nadie puede pretender que no las vio. No es ético hacerse el distraído. De alguna manera, según las posibilidades y recursos de cada uno, lo que corresponde es hacerse cargo.

De eso se trata lo que venimos haciendo desde abril.

EL AUTOR. Jorge Fontana. Docente. Profesor de grado universitario en Farmacia. Coordinador de Educación de la Municipalidad de Gral. San Martín.

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