Se siente "el Messi de la política", pero es más parecido a Eber Ludueña

La ensalada rusa que representa La Unión Mendocina nos recuerda el rejunte kirchnerista, el cual nos viene gobernado en un avión sin piloto a cargo, mezclando egos enojados con falta de capacidad en gestión culpando al de enfrente ante su falta de responsabilidad e ideas constructivas. Sólo se juntan para intentar ganar elecciones pero al momento de gobernar nadie sabe que hacer porque ni entre ellos se quieren o tienen un programa de gobierno y nos terminan asfixiando económicamente como hoy en día.

Lo que menos necesitamos hoy en día los mendocinos es un rejunte de ex demócratas, ex radicales y operadores del Frente Elegí por detrás con tintes populistas. Ellos llegaron a sus bancas o a sus puestos por el Frente Cambia Mendoza, pero como en el caso de Las Heras, Orozco sólo quería utilizar allegados personales en vez de personas idóneas por lo cual se les puso un freno. Luego de eso se fueron sin que los echara nadie cuando días antes anunciaban su compromiso con el Frente pero preparaban un puñal hacia la militancia y la población que los eligió.

No los une un ideal o un proyecto de provincia, sino que los une el espanto hacia un ejercicio de poder con convicción y un liderazgo con proyección nacional como el que forjó Alfredo Cornejo y su equipo.

Pueden ser demagogos con promesas para la tribuna, pero la población no es idiota con estos Sofistas similares a los de la antigua Atenas donde la hipocresía y la ambición hacen eco de la ignorancia a la que están sujetos.

Lo peor es que el ganso que se convirtió en paloma, Omar De Marchi, ahora se piensa que es el Messi de la política, cuando lleva más tiempo que cualquiera detentando cargos agarrado ergo ixodoidea a los poderes del estado sin tener brillo propio tanto que hasta el propio Larreta ya lo desconoce, es más parecido al personaje caricaturesco de Eber Ludueña con anécdotas de como otros jugaban mientras él estaba en la banca.

Al Frente Cambia Mendoza no sólo lo sostiene el liderazgo e incluso una fórmula sólida como Cornejo- Casado, también lo acompañan las ideas krausistas del bien común por encima de todo lo demás, porque no sólo se trata de lo electoral sino de la convicción de que hay que mantener las cuentas ordenadas y proyectar una provincia con una administración confiable. El problema surge porque estos personajes del rejunte nunca quieren ser parte del trabajo colectivo, pero sí quieren ser acreedores de cargos. Aunque en el trabajo y la gestión colectiva es donde se descubre quien merece los lugares.

Hoy más que nunca se recuerda el teorema de un radical histórico como Baglini: "El grado de responsabilidad de las propuestas de un partido (En este caso un Frente) o dirigente político es directamente proporcional a sus posibilidades de acceder al poder".