Del discurso al abismo: ¿Por qué la política argentina debe abandonar la polarización en tiempos de crisis?"
Él análisis de Rubén Zavi, consultor político, licenciado en Ciencia Politica y Administración Pública, Especialista en Comunicación Política.
En un contexto donde la polarización se ha convertido en el eje central de las campañas y los debates políticos, los líderes de Argentina parecen estar atrapados en una espiral de confrontación. El autor y escritor Ismael Crespo explica que los discursos polarizantes florecen en tiempos de crisis porque ofrecen narrativas simples y efectivas para movilizar a las masas, presentando un enemigo común que canaliza la frustración social. Sin embargo, esta misma estrategia puede ser peligrosa cuando se extiende más allá de la campaña electoral, con consecuencias profundas para la gobernabilidad y la cohesión social.
El auge de la polarización en la política argentina
Javier Milei no es el único que ha utilizado el discurso polarizante para captar la atención del electorado. En un escenario de crisis económica, los líderes de todos los partidos han recurrido a la radicalización y al temor como herramientas políticas. Cristina Fernández de Kirchner ha construido un relato basado en la lucha contra los "medios hegemónicos" y el "neoliberalismo", mientras que Patricia Bullrich se presenta como la combatiente implacable del kirchnerismo, prometiendo mano dura para "salvar" a la Argentina. Incluso figuras de la izquierda, como Myriam Bregman, han utilizado retórica polarizante al declarar que "si obreros y estudiantes se unen, pueden poner en jaque el plan de Milei".
Un ejemplo clave es el propio Javier Milei, quien ha sido especialmente agresivo en sus intervenciones públicas y redes sociales. Desde insultos hasta ataques a grupos políticos y económicos, su retórica se ha vuelto una marca de su estilo. Algunos de sus tweets más llamativos incluyen:
· "¡Viva la libertad, carajo!" (su grito de guerra habitual).
· "Son unos parásitos, ladrones y mentirosos. #Casta" (refiriéndose a los políticos tradicionales).
· "Los zurdos de mierda siempre con su agenda de destrucción del individuo" (una de sus habituales diatribas contra la izquierda).
En los medios de comunicación también ha calificado a sus oponentes como "parásitos", "inútiles", "chorros" y "delincuentes", creando un ambiente de confrontación continua.
Estos discursos no solo dividen a la sociedad, sino que la despojan de los matices y complejidades que exige el contexto actual, profundizando la fragmentación en un momento donde la unidad y el diálogo son más necesarios que nunca.
La violencia política: una consecuencia inevitable
La polarización no se queda solo en las palabras. Ha trascendido al ámbito de las calles, donde se han desencadenado episodios de violencia política directamente relacionados con la retórica confrontativa de los líderes. Ejemplos claros incluyen la agresión sufrida por el militante libertario Fran Fijap, la violencia en la marcha por el veto a los aumentos en las jubilaciones y los enfrentamientos en las movilizaciones universitarias.
Cada una de estas situaciones refleja cómo los discursos polarizantes alimentan un clima de tensión que, en su punto de ebullición, desencadena la violencia. Las palabras tienen consecuencias, y en un país donde el tejido social está ya desgarrado, el riesgo de caer en un abismo es real.
El impacto en la sociedad y la democracia
La estrategia de dividir a la sociedad en dos bandos irreconciliables tiene consecuencias profundas. Desde la ciencia política, autores como Giovanni Sartori y Juan Linz han advertido sobre los peligros que la polarización conlleva para las democracias contemporáneas. En Argentina, la polarización ha exacerbado la fragmentación social, erosionado la confianza entre los ciudadanos y debilitado las instituciones democráticas.
Los discursos que estigmatizan a los opositores no solo bloquean la posibilidad de un diálogo constructivo, sino que también refuerzan la desconfianza en los procesos institucionales, en el Congreso y en los mecanismos de resolución de conflictos. Cuando el clima político se basa en la confrontación y no en la cooperación, la democracia sufre.
El rol de la sociedad: evitar la confrontación para no agravar la crisis
La sociedad tiene la capacidad de influir en el tipo de liderazgo que desea. Los políticos reaccionan ante la demanda social, y si la ciudadanía fomenta un clima de diálogo, apertura y tolerancia, se sentarán las bases para que los líderes sigan ese camino. Es hora de que la sociedad argentina sea consciente de su poder y su responsabilidad: no alimentar la grieta, sino buscar la forma de cerrarla.
El desafío de la política argentina: soluciones, no confrontación
En este contexto, es fundamental que la clase política argentina reevalúe sus estrategias de comunicación. La polarización, aunque efectiva para movilizar en campañas, es un arma de doble filo a la hora de gobernar. Los tiempos de crisis exigen respuestas claras, pragmáticas y, sobre todo, inclusivas.
Para superar la crisis actual, es imperativo que los políticos dejen de lado los discursos de odio y polarización y se concentren en presentar soluciones tangibles a los problemas que enfrenta el país. La búsqueda de consensos, el diálogo interpartidario y la responsabilidad en la comunicación son claves para reconstruir los lazos sociales y restaurar la confianza en las instituciones.
Sugerencias para un nuevo liderazgo en tiempos de crisis
· Fomentar el diálogo: Los líderes políticos deben entender que la solución a la crisis actual pasa por tender puentes, no por cavar trincheras. La construcción de consensos es más difícil, pero a largo plazo es la única vía para garantizar estabilidad.
· Proponer soluciones concretas: Los votantes no necesitan más promesas vacías ni enemigos ficticios; necesitan planes viables y políticas públicas que aborden los problemas estructurales.
· Comunicar con responsabilidad: En un ambiente tan tenso, la responsabilidad en el uso del lenguaje es fundamental. Los discursos deben enfocar las diferencias sin caer en la descalificación personal ni en la incitación al odio.
Un llamado a la cordura
En tiempos de crisis, el liderazgo no se demuestra exacerbando las diferencias, sino construyendo soluciones. La clase política argentina enfrenta hoy un desafío crucial: abandonar la polarización y ofrecer una visión de país que incluya a todos. No es tarea fácil, pero es la única forma de evitar que el país caiga en el abismo.