El valor del dólar será un condicionante en 2025
El debate sobre el atraso del tipo de cambio y los impactos que se pueden producir en el frente internacional.
El año comenzó con una dura polémica entre el exministro Domingo Cavallo y el presidente Javier Milei acerca de lo que, quien fuera ministro de Carlos Menem, considera un "dólar atrasado". Cavallo sostuvo en un artículo publicado en su blog personal que el dólar oficial estaba atrasado un 20%, y que ese atraso comprometía la sustentabilidad del equilibrio fiscal porque implicaba recibir menores ingresos por retenciones y podría llevar a la quiebra a muchas empresas pequeña y medianas, y haría caer la recaudación.
El presidente le contestó muy molesto, pero sin entrar en detalles, porque le dijo que no había sido un comentario razonable, ya que durante la Convertibilidad él tenía atraso cambiario y se enojaba mucho cuando se lo marcaban. Además, señaló algo que es verdad, que en la gestión de Menem y Cavallo tenían déficit fiscal, a pesar de las privatizaciones, mientras que en la gestión Milei tenían superávit fiscal y no había emisión monetaria.
Se pueden recorrer varias bibliotecas y sería difícil encontrar coincidencias entre diversos autores. Un dato objetivo es que hoy el dólar oficial registra un atraso, a pesar de la brusca devaluación que se hizo en diciembre de 2024. Las dimensiones de ese atraso dependerán de cuál base de datos se tome para la comparación. No obstante, es cierto lo que dice Milei acerca de la ventaja de no tener déficit fiscal y no emitir moneda.
No obstante, hay un hecho objetivo y que se mide en la vida cotidiana: la sobrevaluación del peso hace que a los argentinos les resulte más barato comprar o vacacionar en países limítrofes, como Brasil o Chile, que en el último tiempo han devaluado sus monedas un 25%, pero no por virtud sino por señales de desconfianza del mercado. Brasil tiene un problema fiscal tan grande que elevó la tasa del IVA a 28,5%, la más alta del mundo y con esto perjudica seriamente a sus habitantes.
Ya hemos hablado largamente de esto, pero vale repetirlo: el gobierno no puede devaluar porque el mercado, automáticamente, aceleraría inflación y compensaría en menos de dos meses la paridad y otra vez habría tipo de cambio atrasado. Por otra parte, es probable que sigan entrando capitales para nuevas inversiones por el RIGI y, además, seguirán las exportaciones de energía, que pueden generar, por si solas, un superávit comercial de us$6.000 millones.
Todo este flujo de dólares seguirá presionando sobre la paridad del tipo de cambio, pero estará ocultando otra realidad. Ese atraso dejará totalmente desprotegido a un sector del empresariado que viene complicado y que necesita un tiempo para reconstruirse. Hay otros, en cambio, que solo piden protección y no tienen salvación.
Evidentemente, la única solución pasa por atacar varios frentes en simultaneo. Por una parte, salir del cepo, aunque el gobierno tenga miedo, porque podría producirse una primera disparada, pero esta estaría limitada por la cantidad de pesos disponibles. A su vez, deben acelera las reformas, sobre todo la baja de impuestos y la eliminación de los impuestos al trabajo, porque el sector previsional es el sector más complicado y sensible y no se puede seguir ajustando a los jubilados porque generaría un descontento social muy grande.
Para esto, además, es necesario avanzar en un acuerdo con provincias y municipios para bajar impuestos, tasas y contribuciones, que implicaría bajar la cantidad de empleados del estado en esas jurisdicciones, así como eliminar regulaciones inútiles.
El frente internacional viene complicado
Todo este escenario es una descripción básica de los problemas que se le pueden presentar al presidente, peor no hemos tenido en cuenta el adicional del panorama internacional, que viene muy complicado y con los mercados muy sensibles.
Ya mencionamos los problemas que enfrenta Brasil y también Chile, pero, en realidad ambos sufren el problema de la suba del dólar en el mundo y un fortalecimiento de las tasas de interés en los bonos norteamericanos a 30 años Esto significa que el mercado espera cambios profundos y no coyunturales. Todo esto contribuye a una fuga de capitales hacia EE. UU., pero además están impactando los problemas fiscales de Brasil, que ya mencionamos.
La depreciación del real acarrea mayor déficit comercial de Argentina con ese país y también mayor déficit turístico, que termina impactando en la cuenta corriente. Es normal que cuando la economía de un país se resiente, trate de colocar saldos exportables en otros países y la Argentina es el mejor mercado dado que no existen aranceles intrazona en el Mercosur y la diferencia cambiaria los favorece.
Otro tema muy sensible será la política de EE. UU a partir de la asunción de Donald Trump, ya que el futuro mandatario ya anunció una serie de medidas proteccionistas que, entre otras cosas, implicaría colocar aranceles a México, Canadá, China y Europa. Estos países, con esas trabas, saldrían a buscar mercados y encontrarían una Argentina muy abierta, pero con tipo de cambio atrasado, lo que perjudicaría mucho más a las empresas argentinas.
Pero Trump, además, plantea reducir los impuestos a las empresas hasta bajarlos al 15%, lo que podría generar que la rebaja de impuestos aumente la demanda, mientras los aranceles generarían una caída de la oferta, lo que podría producir aumento de inflación y esto traería nuevas subas de tasas. Las tasas altas pegan directamente en el precio de las materias primas, y en nuestro caso, afectaría directamente el precio de la soja. También, un aumento del dólar y las tasas de interés afectaría a nuestra paridad cambiaria, que está atada al dólar vía el crawling peg.
Como se puede ver, el gobierno argentino tiene un problema con el tipo de cambio que deberá tratar de corregir sin devaluar, ya que tendrá presiones internas y externas que podrán a prueba su temple.