El menos peor
Las elecciones son un momento crucial para la ciudadanía y no solo un juego de apuestas. No debería elegirse al azar. Aquí, una profunda reflexión de Mauricio Castillo sobre el tema.
Llega el momento donde la principal participación ciudadana se pone de manifiesto a través de la elección de quienes representarán durante cuatro años a la ciudadanía, en los distintos cargos de la conducción y administración de la cosa pública.
En un sistema cada vez más crítico, sin autocrítica, con valores y principios ciudadanos debilitados, fenómeno que más impacta en aquellas funciones dentro de la sociedad o comunidad organizada que tienen que tomar decisiones y accionar para llevar adelante aquellas Políticas Públicas que permitan las mejoras en la calidad de vida de sus habitantes. Y además de organizar y regular la convivencia en armonía, como lo son los gobiernos locales donde se ha naturalizado el demérito para cumplir la función representativa y pública que paradójicamente es elegido por la mayoría de la ciudadanía.
Un Estado caracterizado en la actualidad, en cuanto a sus actividades y funciones, como un espacio natural de amateurismo, y como una vidriera que expone a quien llegue, y que puede ser víctima del escarnio o premiado por el reconocimiento a medias porque es difícil dejar conformes a cada uno de los actores y ciudadanos. Algunas personas lo ven como una oportunidad laboral, otras como el ganar dinero fácil sin tener mayores responsabilidades, o simplemente para directamente llegar y llevarse todo lo que se pueda mientras dure su mandato.
Retomando este momento casi sublime donde "el pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades..." principio constitucional, y cláusula fundamental del contrato social en que el pueblo acepta su posición como sociedad organizada reconoce su subordinación al mismo; nuestra realidad a la hora de elegir a sus representantes y autoridades, desde hace ya más de tres o cuatro elecciones, sino más, no somete a un fenómeno: la decisión en la elección de "el menos peor..."!!!
Esta respuesta que en su mayoría es expresada, en conversaciones informales como en reuniones familiares, entre amigos, y en los distintos ámbitos laborales privados y públicos, y otros ámbitos de actividades sociales como clubes, iglesias, etc., que respeto pero no coincido, que alimentan justamente ese desvalor como el de no hacerse cargo, conllevan a esos procesos que después se lamentan y que culminan renegando a sus propios elegidos y, con resignación ficticia, los desconocen y critican hasta las próximas elecciones.
No son todas las generales de la ley, hay municipios que crecen, que están a la vanguardia con mejoras en la calidad de vida de muchos de sus vecinos, pero que bien resultaría en aquellos gobiernos locales postergados y autoexcluidos, que cada candidato y cada funcionario que se elijan de manera directa e indirecta, sean justamente lo que pretendemos, "los mejores".
Que difícil entendernos como ciudadanos, que en muchas veces nos transformamos en jueces y víctimas de este sistema del cual somos partes y protagonistas de reparto, y en algunas oportunidades, por qué conviene por supuesto, protagonistas principales.
Llega ese momento, o considero que comienza el tomar conciencia de hacernos cargo del rol, el de ciudadanos con el nivel que nos merecemos como electores y actores sociales, y tomar esa difícil decisión de comenzar a elegir sin tanta carga emocional y brutal y despojarnos de esa maldita costumbre de elegir el menos peor.
El observar, escuchar, y reflexionar y no simplemente mirar, oír, y despreocuparnos, nos permita elegir a los mejores.