Es sin alegría, es la elección triste

Independiente de lo que suceda el domingo, el proceso electoral desgastó a niveles que dejan angustia en gran parte de la población. Usaron el miedo y lo instalaron sin piedad.

Sucia, desgastante, atemorizante, indigna, avergonzante, son sólo algunos de los calificativos para calificar la campaña presidencial 2023. En medio de las ansias de poder de unos y otros, el ciudadano promedio recibió un bombardeo de información y datos -reales y fakes- que fue cargando sobre los hombros a un nivel que lo tiene hoy cansado y triste.

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Triste es la palabra que -desde mi visión- se puede utilizar para lo que sucederá el domingo, porque más allá que siempre la posibilidad de elegir y ser parte de los procesos democráticos debería ser una fiesta, el escenario actual llevó a que una parte muy grande de este país, una vez que ponga o no una boleta en el sobre, se vaya caminando a su casa con una sensación de angustia.

Sin miedo a equivocarme, siento que la mayoría de las personas este domingo sólo se sentarán frente al tele, a la compu o escucharán una radio para saber cómo terminó todo y prepararse para el martes, después del feriado, y enfrentar un país que está lejos de encontrar soluciones.

Será una votación triste porque como nunca tenemos la sensación que se vota al menos malo, se vota con bronca, se vota con miedo, se vota con angustia. No se vota con la certeza de que la decisión que se toma es un grano de arena para encontrar la luz al final del túnel.

La Argentina es un país tan diferente que incluso la democracia puede fallar, tanto así que no fue capaz de ofrecer una sola opción como la que se necesita para salir del circulo vicioso. Ese en el que las diferentes administraciones políticas metieron a los ciudadanos que sufren todo lo que les cae de arriba.

Dentro de todo lo negativa que resultó la campaña, lo peor de todo es que se usó el miedo para un fin electoral, sabiendo que afecta al ciudadano y genera los sentimientos que están haciendo de este proceso algo totalmente angustiante. Se llegó a un momento en que todo vale, donde no se busca encantar o convencer, sino que se busca gatillar el miedo al otro en pos de mi beneficio.

Analizando esto, recordé una escena de la película "No", sobre el plebiscito que terminó con la dictadura de Pinochet en Chile. A la hora de hacer la campaña del frente opositor se analizaban opciones y muchos apuntaban al miedo como eje, a mostrar que seguirían las violaciones a los Derechos Humanos y la falta de libertad. Sin embargo, se consideró que la gente no se podía sobrecargar a la gente con más miedo y surgió la idea de una campaña de alegría. Todos los que teníamos conciencia en ese momento, independiente de la opción que hayan elegido, les quedó grabada la promesa de que la alegría llegaría.

La alegría fue el eje de la campaña y a través de ella se derrotó a la dictadura. Se cambió el miedo por la esperanza, motivando a la población a votar y participar sin temores en medio de un contexto con el régimen de Pinochet vigente. El resultado es conocido y la participación fue histórica.

Hoy, en la Argentina, se optó por todo lo contrario, por cargar a la población del peso de lo que puede pasar, motivándola incluso para que no vote. Por eso, sea como sea, y gane quien gane, la democracia retrocedió porque los que deben ser protectores, la volvieron algo más triste y doloroso.

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