Nos estafaron: cuando necesitamos un estadista, nos ofrecen un Massa
Lo peor para la Argentina es una persona que hace equilibrio en la grieta viendo para qué lado le conviene saltar. Un "salvador" real tiene convicciones y toma decisiones sin pensar en las próximas elecciones. Massa en lo único que piensa hoy es cómo puede instalarse para el 2023.
A partir de lo que ocurrió esta semana con Sergio Massa me quedó más claro que nunca que lo que divide siempre tiene mal destino. No quiero ser pájaro de mal agüero, pero una cosa es el círculo rojo y otra es la ciudadanía. Aunque se pretenda instalar la idea de que tiene buena recepción, lo cierto es que para el ciudadano de a pie el futuro "multiministro" no es una figura que genere consensos y mucho menos confianza.
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A pesar de los intentos anteriores de sus amigos poderosos para ponerlo al frente del país, fracasó en sus intenciones por ser presidente. Ahora, aprovechando el poder, la división y el caos, los mismos amigos lo ponen al frente del país -porque técnicamente se está haciendo a un costado al presidente- con la intención de instalarlo como la alternativa para 2023 a costa de los pobres argentinos que sufren.
Con esto, me queda claro que no sólo la clase política, sino también el circulo rojo, está alejado de la realidad de la gente de la calle. Massa arrancará con una inflación récord y si no toma medidas drásticas tendremos un IPC del 100% anual.
Para darle una solución a los problemas del laburante que sale de su casa a las 6 de la mañana, se necesitan medidas que Massa de ninguna manera podrá tomar. Sin ir más lejos, no se olviden que mientras nuestros salarios en el sector privado se licuan, aprobó un aumento del 69% para todos los empleados públicos de Diputados, dejando claro que sintonía con la calle no tiene.
El titular de la cámara no puede tomar medidas serias porque lo que realmente le importa es sacar rédito político en medio de las miserias que viven los argentinos, no tiene la convicción necesaria para tomar las decisiones que podrían mover la aguja a favor del ciudadano de a pie.
El que tildan de "salvador" ya demostró en reiteradas ocasiones que tiene ciertas convicciones, pero que si no le gustan a un grupo determinado, también tiene otras. Se acomodo a cualquiera que le ofreciera una cuota de poder, en el nivel que fuera. Tanto así que -por ejemplo- en Mendoza era aliado de unos y en la Nación de otros, sin asco y sin vergüenza.
Cuando estamos con la soga al cuello, cuando la inflación revienta cualquier salario y cuando la pobreza explota, nos ponen en las manos de un político que no resiste el más mínimo archivo y que carece de convicciones profundas. La prueba más concreta es que hoy se sienta a la mesa con los mismos a los que hace algunos años tildó de ladrones. Una cosa es ser dialoguista y otra muy distinta es dejar de lado sus ideales para tener una cuota de poder. No hay que confundirse.
La Argentina necesita un estadista que no esté pensando en encuestas, en las próximas elecciones y en qué cargo va a ocupar en el próximo período de gobierno. Se necesita alguien que esté dispuesto a tomar decisiones que le van a llenar las calles de protestas, de sindicatos que van a amenazar su administración y con presiones del círculo rojo que también quiere cuidar sus intereses.
Massa no es más de lo mismo, es peor. Cuando vemos a uno y otro lado de la grieta por lo menos sabemos qué podemos esperar de cada sector, pero cuando el que está al mando es un tipo de hace equilibrio, mirando siempre para qué lado le conviene saltar, corremos serio peligro.
Como dijo Beliz, que dios nos guarde.