¡Exprópiese! Cómo la rica La Pampa se apropia del esfuerzo de Mendoza

La Pampa es una provincia rica que destina mucho más presupuesto a la política en relación con Mendoza. El autor, Gustavo Gutiérrez, da cuenta de la historia local y la realidad pampeana, que "se victimiza" frente a Mendoza en un relato que, sostiene, es irreal.

Gustavo Gutiérrez

El presente siempre recurre a la historia. Nada es suceso... todo es proceso.

Mendoza, en el uso de su medio ambiente y de sus recursos hídricos, está cinco siglos adelantada al resto de las provincias que conforman la Argentina.

Cuando llegaron los españoles ya existía en nuestra provincia una agricultura de avanzada. Nuestros pueblos originarios, los laboriosos y pacíficos huarpes, sistematizaban el uso de nuestros ríos, mientras en el vecino país de Chile habitaban los nativos del Arauco, belicosos mapuches, y en el territorio de La Pampa habitaban los ranqueles, harto conocidos por sus malones para el robo de ganado con el fin de llevarlo a Chile, en connivencia con los araucanos.

La historia nos revela que hasta el conquistador de Chile, Don Pedro de Valdivia, en su momento de gestión más desesperado debió echar mano de huarpes asentados en nuestra Mendoza para que implementaran en el país trasandino sus técnicas de riego.

Esta matriz no hizo sino consolidarse, aún antes de la llegada de la inmigración italiana y española, que tanto aportaron al desarrollo mendocino.

La historiadora Teresa Alicia Giamportone ha recopilado en varias publicaciones numerosos relatos de viajeros extranjeros de los siglos XVIII y XIX de paso por nuestra tierra, destacando aspectos como la descripción de la ciudad y la riqueza del suelo mendocino, el riego como elemento vital para la agricultura, el cultivo de viñedos, la elaboración de vinos y el comercio de esos productos.

Nos dice Giamportone que gracias a esos maravillosos relatos, incluido nada menos que el de Charles Darwin -que pasó dos días por acá camino a las pampas- ha sido posible conocer en buena medida, cómo era la Mendoza de aquellos días. Sobre el cultivo del trigo y demás cereales que Mendoza producía en abundancia, el viajero inglés Alexander Caldcleugh, por ejemplo, informaba que el trigo era de grano pequeño y de una especie llamada de barbilla, sembrado en julio y recolectado en diciembre, dándose una sola cosecha por año. (...) "El pan que con él se hacía era el mejor que yo había comido hasta entonces". Después de tan largos periplos el trigo mendocino resultaba una bendición para estos viajeros...¡Por fin comían pan y no galleta dura!

También podemos saber que entonces el comercio entre Chile y Argentina (Mendoza) era básicamente ganadero, debido a que en nuestra zona había pasturas bajo riego para poder abastecer a la producción local.

Con la inmigración de españoles e italianos de los siglos XIX y XX se desarrolló una tecnología afín, promoviendo el paso de una agricultura pastoril a una intensiva, que incluía nuestras uvas, frutales y su correspondiente industrialización.

La segunda oleada de inmigrantes nos trajo a ingenieros hidráulicos extraordinarios tales como Ballofet, Cipolletti y Vitali.

En la década del ‘90 del siglo XX, se produjo una tercera gran corriente pero no de inmigrantes sino de inversiones extranjeras, con la llegada de capitales holandeses, españoles, franceses, sudafricanos, ingleses, norteamericanos y chilenos, y la incorporación de tecnología israelí.

Este rápido pantallazo alcanza para confirmar lo que, sin solución de continuidad, hicimos con el legado de 500 años de uso de nuestros ríos.

Antecedentes seculares

Para darnos nuestra Ley de Aguas -de 1884- el jurista Bermejo tuvo en cuenta, entre otras obras, la ley española de Aguas de 1879 y el proyecto que en 1881 había presentado el Dr. Julián Barraquero, durante el gobierno de Elías Villanueva. Pero la pieza jurídica que tuvo mayor influencia en la elaboración de la ley de 1884 - sin dejar de mencionar a un Reglamento de 1844- fue el "Reglamento General de Aguas para la Provincia de Mendoza" de octubre de 1860, que se atribuye al doctor Vicente Gil. Por lo tanto, la Ley de Aguas no fue una ley más: recogía los usos y costumbres y la seguridad jurídica asociada y acumulada durante 400 años. Mirado desde esta perspectiva, la Ley 7722 (de 2007) que regula la actividad minera en protección de nuestros cursos de agua, tal vez no sea más que una respuesta a estos antecedentes seculares.

Con la sanción de la Constitución Provincial, en 1916, Mendoza ofreció al mundo un modelo pionero de transformación de un bien privado -nuestras aguas- en un bien social, creando un instituto de administración independiente del poder político que es nuestro actual Departamento General de Irrigación. Notable es que se dotó a esta institución de un sistema absolutamente democrático para la elección de autoridades de cauce, mecanismo respetado por todos nuestros sucesivos gobiernos, aún los tristemente recordados "de facto".

Así como pocos saben que nuestro pan asombraba a los viajeros europeos, en 1948, cuando se crea el Estado de Israel, al momento de elaborar su Constitución Nacional tomaron como modelo nuestra Constitución Provincial en su capítulo acerca del manejo de los recursos hídricos. Una reafirmación de que nada es suceso, todo es proceso: medio siglo después, el espíritu de nuestra Ley de Leyes volvió como tecnología para seguir haciendo un uso inteligente de nuestro recurso más emblemático.

Pedro de Valdivia recurrió a los huarpes; Israel recurrió jurídicamente a Mendoza; y yo arriesgaría a decir que la impresionante movilización en defensa de la Ley 7722, espontánea como pocas, tal vez haya sido producto de no querer romper con un modelo que ya lleva cinco siglos.

Hoy deseamos construir Portezuelo del Viento con fondos propios, con el fin de ordenar el río Grande, único rio provincial que no está sistematizado, a pesar de ser el más caudaloso de todos.

Sin eufemismos, a ello se opone -como siempre- La Pampa. El gobierno nacional facilita de manera muy burda este atropello. No es casual que el "exprópiese" de Chávez, que ha llevado a la pobreza absoluta a nuestra querida Venezuela, pretenda trasladarse al "exprópiese" de Vicentin, Sancor, Molinos Cañuelas, y al ataque sistemático al sector más competitivo que poseemos, que es nuestro campo y el sector agroindustrial.

No quisiéramos estar ahora ante un "déjà vu" de otro "exprópiese", esta vez para quedarse con la riqueza que hemos producido los mendocinos.

La Pampa, con gran astucia, aporta una significativa cantidad de fondos presupuestarios a su universidad (UNLP) para formar jóvenes historiadores, geógrafos, ingenieros, en un insólito relato anti Mendoza, que pretende sostener que son una provincia pobre debido a los atropellos históricos con los que supuestamente los expoliaríamos.

Es nuestra obligación desterrar el mito de que "La Pampa es pobre porque Mendoza es rica". Veamos:

- La Pampa recibe un 251% de coparticipación per cápita más que Mendoza, o sea que cada pampeano recibe dos veces y media más recursos del Estado que un mendocino.

- La Pampa posee una fenomenal riqueza agrícola que se extiende por buena parte de su territorio - 26.7 millones de toneladas de producción agropecuaria (2,2 millones de tn de maíz, 1,6 millones de tn de soja, más trigo, girasol cebada cervecera, sorgo, forrajes...) diseminadas en 5 millones de hectáreas sembradas, con un régimen pluvial excelente, con cercanía a los grandes puertos, con 3, 5 millones de vacas en pasturas para cría y engorde- mientras que el PBI de Mendoza proviene de apenas el 4,5% de su territorio convertido en oasis productivos (sólo Israel se le parece). Mientras que el 95,5% restante del territorio provincial corresponde a la zona no irrigada, donde se desarrollan actividades hidrocarburíferas, mineras, y de ganadería menor - apenas tenemos 475 mil cabezas- prácticas de nomadismo ganadero y trashumancia).

- La Pampa destina en términos relativos un 8% menos de su presupuesto a Educación que Mendoza.

- Pero en relación al gasto político, La Pampa destina un 267% más por habitante para pagarle a cada legislador, con el agregado de que su sistema es unicameral y tiene sólo 30 legisladores (53 menos que Mendoza, de sistema bicameral) a la vez que nosotros tenemos una población 5,5 veces mayor.

Frente a estos números se puede decir que es ideológico y claramente populista el discurso pampeano de victimizarse frente a Mendoza. Un discurso que viene haciendo estragos desde hace décadas en nuestro país.

La Pampa, con ayuda del gobierno nacional, nos dice en su épica...somos pobres... "¡Exprópiese Portezuelo del Viento!".

Frente a ello, tenemos que enarbolar nuestra epopeya de sabiduría en el uso del agua. Cinco siglos de sistematización de nuestros ríos nos avalan.

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