Giordano Bruno y la inmensidad del universo
Las características del universo bruniano aunque no se alimentaba de ningún soporte matemático-científico, el universo de Bruno asumió los rasgos revolucionarios por los que la contemporaneidad lo ha definido e imaginado.
Antes de reflexionar sobre una parte del pensamiento de Giordano Bruno, no podemos dejar de recordar también en alguien que lo precedió, casi con los mismos ideales y preceptos, hablo de Fray Girolamo Savonarola, fraile dominicano, predicador italiano que vivió en el 1400, cuya historia está profundamente ligada a los acontecimientos de Florencia. Entró en conflicto con el papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia) por clamar su ideología sobre el modo de encontrar a Dios y acabó en la hoguera el 23 de mayo de 1498. Sucesivamente aparece la figura de Giordano Bruno, nacido en 1548 con un gran pensamiento filosófico denominado naturalismo del Renacimiento, era también Fraile Dominicano como Savonarola y los dos fueron quemados vivos por su libre pensar, Savonarola en la Plaza de la Señoría de Florencia y Giordano Bruno en Plaza Campo de la Flores en Roma.
Pero hoy me detendré sobre el privilegiado pensamiento de Giordano Bruno, sobre la inmensidad del universo y de la naturaleza.
La intuición
El universo de Bruno, contrariamente a lo que pensaban los aristotélicos o las mentes ilustradas de su época como Copérnico y Galileo, es infinito. Esta intuición pasó por su mente tras el razonamiento de Copérnico: si la Tierra gira alrededor del Sol, ¿no podrían ser las estrellas observadas en el cielo otros tantos soles en el centro de otros mundos?
La explicación teológica, su absoluta convicción se vio alimentada además por una explicación de carácter exquisitamente teológico: Dios, siendo infinito y poderoso, no podía sino haber producido un mundo igualmente infinito y lleno de vida.
Las características del universo bruniano aunque no se alimentaba de ningún soporte matemático-científico, el universo de Bruno asumió los rasgos revolucionarios por los que la contemporaneidad lo ha definido e imaginado. En efecto, él era - «abierto». Bruno borró las «columnas de Hércules», más allá de las cuales no existía nada, e imaginó un universo sin fin; - poblado por infinitos mundos e infinitas criaturas.
Bruno llega a plantear la hipótesis de la existencia de mundos mejores que el nuestro, habitados por razas mucho más evolucionadas que la terrestre;
- sin centro e iguales en todas sus partes. Bruno abandona la distinción entre mundos sublunares y supra lunares.
Termina con la centralidad del hombre Bruno retira, pues, al hombre y a la Tierra del centro, sin otorgarles un lugar especial en el mundo, como propugnaba explícitamente la Iglesia (que había recuperado la visión aristotélica). Sin embargo, en su opinión, esto no degradaba al ser humano, sino que, por el contrario, elevaba y colocaba en pie de igualdad todo lo que existe.
La furia heroica y la exaltación del hombre
¿Qué significa entonces para el hombre conocer la naturaleza, desvelar sus secretos? Bruno describe este proceso, en su obra Degli eroici furori, a partir de un famoso mito, el de Acteón, el cazador que se había atrevido a espiar a Diana (la diosa de la caza) y la había acompañado en su desnudez. Como castigo, la diosa había transformado a Acteón en ciervo, convirtiendo así al depredador en presa.
Fuerza simbólica del mito de Acteón
La fuerza simbólica de este mito reside en la comparación de Acteón con el filósofo que, apasionado e impulsado por una «furia heroica» (es decir, un deseo irrefrenable de conocer), al buscar la naturaleza y lograr contemplarla, se convierte en la naturaleza misma.
El hombre se identifica con la naturaleza. El filósofo es impulsado por un amor que no se contenta con los instintos carnales (la «baja furia»), sino que quiere elevarse en busca de lo infinito (es decir, la naturaleza). El hombre se descubre así como naturaleza, es decir, como parte integrante del cosmos, el todo viviente.
La exaltación del trabajo
Pero el conocimiento filosófico de la naturaleza, la identificación del hombre con el infinito, el descubrimiento de esta unión, se traducen también en el impulso que lleva al hombre a emular a Dios, a crear. Bruno exalta la actividad, la laboriosidad, rechazando la actitud medieval únicamente orientada a la contemplación. Lo que distingue al hombre de cualquier otro animal y lo asemeja a Dios, añade el filósofo, es el trabajo y la inteligencia mediante los cuales doblegó la realidad circundante a sus necesidades y se estableció en el mundo.
Sin embargo, concluye Bruno, no todo el mundo tiene la oportunidad de acceder a la filosofía e identificarse con la naturaleza. A la mayoría, a los «pueblos groseros», por el contrario, sólo les queda la posibilidad de dejarse guiar por los pastores de las distintas Iglesias.
El legado de Giordano Bruno
A pesar de su trágico final, Giordano Bruno se convirtió en un símbolo del librepensamiento, la rebelión contra la opresión y la búsqueda de la verdad. Su legado filosófico y científico ha tenido un impacto duradero en la cultura y la historia del pensamiento occidental. Giordano Bruno desafió a la inquisición. Es importante entonces, según mi punto de vista, que reflexionemos en este caso sobre las transgresiones, somos transgresores ?
No siempre lo tenemos claro, pero no debemos olvidar que una transgresión bien realizada puede llevarnos al objetivo tal vez más rápidamente, claro, hay que saber transgredir coherentemente, una transgresión no siempre está relacionada con el límite, sino que también puede significar un salto, un avance, saltar un obstáculo.
Fuente Bibliográfica
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