Más planes sociales, más "derechos", más cuotas... y más pobreza

Es inédito y puramente argentino que el gobierno de un país festeje, "venda", publicite y se enorgullezca de esa situación, y lo presente como una "política", cuando lo que en realidad desnuda es la persistencia de una inflación atroz que no quieren resolver, de una sociedad ahogada en deudas y con una capacidad de consumo achatada al máximo.

Memo

En pocos países del mundo se necesita contar con la posibilidad de pagar en 30 cuotas un elementos de uso diario, como aquí. En general, es algo que la gente va y lo compra, probablemente en cuotas, pero rara vez a más de dos años de plazo. Y es así porque, se supone, en ese lapso de 30 meses probablemente haya que volver a renovar ese elemento y, por lo tanto, lo que en realidad el consumidor estará comprando es deuda.

Pero lo que sí es inédito y puramente argentino, es que el gobierno de un país festeje, "venda", publicite y se enorgullezca de esa situación, y lo presente como una "política", cuando lo que en realidad desnuda es la persistencia de una inflación atroz que no quieren resolver, de una sociedad ahogada en deudas y con una capacidad de consumo achatada al máximo. Es otro tema, aunque vinculado, que el país encontrar variedad de ofertas de productos sea algo del pasado, parte de las añoranzas y una resignación que se naturaliza, ahora que ni siquiera podemos comparar lo que venden los negocios argentinos con los del vecino Chile, como lo hacíamos antes. 

Como vemos, en solo dos párrafos ya nos podemos dar cuenta de cómo se está tratando a la sociedad cual sapos en agua tibia, al punto de que podemos llegar a hervir sin darnos cuenta de cómo llegamos a eso, adormecidos y anestesiados.

Esto sucede en la Argentina en donde la publicidad oficial más repetida es la que habla de "nuevos derechos, más planes sociales, más cuotas, más consumo". El resultado palpable y claro es que hay cada vez más pobres. Para arribar a una conclusión no hace falta recurrir al análisis de un Premio Nobel: algo no se está haciendo bien, evidentemente. Salvo, que el resultado esperado sea ese: más gente empobrecida y endeudada, que tenga que rogarle al gobernante piedad y caridad.

Se trata de una promoción del consumo "engañapichanga", que solo potencia lo que está mal, pero exhibido con un relato ad hoc que es épico y triunfalista. Nada más obsceno en medio de tanta derrota de los derechos que, lejos de ser promovidos y respetados, terminan siendo condicionados al control total del gobernante y del Estado. Se genera un sistema de derechos condicionados: el que trabaja, pierde. El que quiere contratar personal, pierde. Quien desee emprender, pierde. Pero si todos ellos se subsumen a algún mecanismo creado por el Estado, se les permite sobrevivir, aunque sigan sin la posibilidad de sentirse "ganadores". Porque además de todo lo anterior, la meritocracia se ha vuelto un pecado y quien exhiba una actitud meritoria, corre el riesgo de ser escrachado, repudiado y apedreado desde posiciones de poder.

Algo está mal y están presentando a la sociedad como un éxito que un pobre pueda financiar su presente en 30 cuotas: el único futuro al alcance de su bolsillo. La pobreza licuada en muchas mensualidades se nota menos, pero se vuelve menos reversible. 

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