¿La política al servicio del país o el país al servicio de la política?

El país tiene necesidades urgentes, son evidentes, no hay ninguna duda de cuáles son las prioridades que hay en la población en un contexto de crisis por las medidas restrictivas para controlar la pandemia. ¿Qué parte no se está entendiendo?

Hay cuestiones que sólo pueden suceder en la Argentina, porque realmente es así y deben ser pocos los lugares del mundo en donde la política hace su vida y avanza con sus intereses, dejando de lado las prioridades de la población. Cada día que miro a los actores de la vida política veo que están "sobrando" el real impacto de la crisis que se está generando y dedican su tiempo a lo mismo que han hecho en los últimos años o décadas, al discurso, una estrategia que nunca sacó adelante ningún país.

O yo no entiendo nada -que puede ser perfectamente posible- o la clase política perdió el rumbo discutiendo cuestiones que en el seno de las familias que están agobiadas por la crisis no tienen la mayor importancia. En realidad si lo entiendo, lo hacen porque es parte de su juego, ese en el que aprovechan cualquier oportunidad para avanzar con alguna medida de interés particular y ver si pasa.

Por sus acciones, que son las que los definnen, la clase política considera que el acuerdo con los bonistas era todo y pareciera que, desde su visión, desde ahora todo será "patear y abrazarse". Claro, largamos la pelota para el que venga luego y ahí veremos si pagamos o volveremos una vez más al default.

Si usted se da una vuelta por los medios de los países vecinos -los serios claramente- no hay ninguno en que la clase política no esté cien por ciento enfocada en la búsqueda de soluciones a los problemas actuales que generan las cuarentenas o, en su defecto, apuntando a medidas de reactivación para la pospandemia.

Es que no hay forma en que en una situación como la que vivimos hoy, nuestros líderes políticos no estén al cien por ciento enfocados en la emergencia y el impacto que tendrá en cuestiones fundamentales como la economía, el empleo y la pobreza. Sin embargo, en la Argentina nos damos el lujo de abrir múltiples escenarios y hacer que el Congreso, por ejemplo, tenga que discutir cuestiones que no están relacionadas con lo que nos apremiará en el corto plazo. La mitad de los niños en situación de pobreza y un aumento del desempleo, por mencionar sólo dos cuestiones, no son tan importantes como para no enfocar todo el esfuerzo en ellas.

Alemania, por ejemplo, discute una semana laboral de 4 días para enfrentar la crisis económica. Los alemanes, que están una infinidad de escalones por encima de la Argentina y que, en teoría, no tendrán una crisis tan profunda como la nuestra, están ocupados de todos los frentes y de posibles reformas que se tengan que aplicar. 

No miremos tan lejos, miremos a Uruguay y la forma en que enfrentó la pandemia y todo lo que está haciendo para el futuro. Es más, todos los vecinos algo ya hicieron y avanzaron, incluso aquellos que eran usados para la comparaciones de las filminas. Dicho sea de paso, las comparaciones que ya no se ven en las filminas, que nunca tuvieron sentido y que sólo eran otra parte más del discurso.

Nosotros, en cambio, estamos esperando aún las 60 medidas y un plan para la pospandemia, escuchando hablar de obra pública, inversiones y exportaciones, pero siempre de manera genérica y sin acciones específicas que ya deberían estar siendo enviadas al Congreso, para que ocupe su tiempo en las cosas que hoy son las fundamentales.

La clase política nos convenció que con dos asistencias de 10 mil pesos para cinco meses muchas familias evitaron caer en la pobreza y la indigencia. O sea, a la población vulnerable se le dieron 20 mil pesos para cinco meses, pero a los legisladores se le paga su salario completo en tiempo y forma para discutir cuestiones ajenas a la realidad que se vive en las calles.

No más cuentos, la política no está al servicio del país, una vez más pusieron al país al servicio de la política.


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