¿Protegemos o exponemos? Colegios, redes sociales y la imagen de niños y adolescentes
El criminólogo Eduardo Muñoz analiza la situación de niños y adolescentes, menores de edad en general, ante el imperio de las redes sociales.
La infancia merece privacidad, respeto y resguardo.
Sin embargo, en la era digital, muchos colegios, aquellos que deberían ser junto con los progenitores los principales garantes del cuidado integral de los menores, se han convertido también, en proveedores de imágenes de niños y niñas en redes sociales.
Todo con el aparente aval del consentimiento de los padres.
La pregunta incómoda que debemos hacernos es la siguiente:
Si las instituciones educativas, que tienen la responsabilidad de proteger y formar a los menores exponen sus imágenes en Internet, incluso señalando la ubicación del colegio, ¿realmente estamos cuidando su identidad o simplemente estamos alimentando el algoritmo para ganar visibilidad y popularidad?
La exposición digital como amenaza
Junto a Beatriz Izquierdo, quien lleva años trabajando por la defensa de los menores frente a la violencia digital desde España a través de su proyecto Origen del Mal (origenndelmal.es), observamos con creciente preocupación cómo la imagen de los menores se convierte en contenido institucional sin dimensionar los riesgos reales que esto implica. Beatriz lo resume con claridad: "cuanto más exponemos a nuestros menores, más los desprotegemos".
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Aunque se cuente con el consentimiento de los padres, esta práctica no elimina el peligro. Fotos grupales con nombres visibles, uniformes identificables y hasta la geolocalización del colegio configuran un patrón de riesgo que no deberíamos subestimar.
Estas imágenes pueden convertirse en objeto de burla o acoso digital, ser utilizadas sin autorización con fines comerciales o delictivos, e incluso terminar vinculadas a delitos de mayor gravedad.
Si no le dirías a un desconocido cómo localizar a tus hijos en horario escolar, ¿por qué permitir que esa información se deduzca fácilmente de una simple publicación?
Consentir no siempre significa proteger.
Muchos padres firman autorizaciones sin saber realmente cómo y dónde se usarán las imágenes de sus hijos.
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A veces, lo hacen por presión grupal o por desconocimiento de los riesgos. Pero el hecho de que un adulto lo permita no significa que sea lo mejor para el menor. Un niño o una niña no tiene forma de entender las consecuencias que puede tener estar expuesto en Internet, ni tiene capacidad para decidir si quiere vivir con esa huella digital en el futuro.
Por eso, quienes trabajan en educación deben ir más allá de los formularios y pensar en el impacto real de sus decisiones. Velar por el interés superior del menor también es cuidar lo que se publica sobre él.
¿Educación digital o estrategia de marketing?
Las redes sociales institucionales deberían servir para informar, educar y construir comunidad, no para competir por "likes" o seguidores. Los colegios tienen alternativas: usar ilustraciones, mostrar actividades sin rostros visibles, o simplemente comunicar logros sin exponer identidades.
Lo viral no siempre es lo valioso
Las decisiones que tomamos hoy sobre su exposición online pueden tener consecuencias en su vida presente y adulta. Como adultos responsables, no deberíamos permitir que una estrategia de comunicación institucional vulnere derechos fundamentales.
No todo lo que es legal es ético. Y no todo lo que es popular es seguro.