De Robespierre a Milei, la casta del miedo

El análisis político con apelación a la Historia, del abogado Carlos Varela Álvarez.

Carlos Varela Álvarez
Abogado

"El terror no es más que la justicia rápida, severa, inflexible". Maximiliano Robespierre.

Seguramente este título es una exageración, lo acepto. Pero la idea es otra, es llamar la atención sobre los giros de las personas.

Robespierre comenzó su vida luchando contra la pena de muerte, la esclavitud, el derecho de las mujeres a votar o el sufragio universal, la protección de las minorías como los judíos y terminó siendo el abanderado de la muerte, el que ordenó la muerte de sus amigos como Dantón e hizo la guillotina su símbolo cuando instauró los Tribunales de la sospecha en los que eliminaron las pruebas.

Murió decapitado junto a su hermano menor Agustín y dejó una huella como el jacobino fanático y radical pisoteando todo lo que intentó hacer en sus primeros pasos.

Milei un desconocido y satélite lejano de la política se inició en los programas de la televisión, donde jamás se destacó salvo por su impronta agresiva que en esos programas ayudaban al rating.

Jamás fue considerado un economista de nivel e influencia, era tan gris como su etapa de arquero de fútbol.

Fue la decrepitud de la política que lo proyectó gracias al trío insuperable de Alberto, su creadora Cristina y el soldado de fortuna Massa. Herencia a su vez recibida de otro fracasado y mentiroso como Macri.

Ha sido exitoso hasta ahora con el combate a la inflación, regalo carísimo entre otros que nos dejó el kirchnerismo, última reconversión del peronismo pulposo. Nada mal.

Ahora bien, estoy en el barco de los que no quiere que fracase, no por él sino por este país que no necesita nuevas crisis. No lo voté no lo votaré.

Sin embargo a pesar que muchos hoy por un lado lo idolatran, otros lo sostienen porque no quieren el pasado, y otros porque deben sobrevivir, no por ello debemos callar.

Milei no es sólo la palabra fuerte o el insulto, no es un estilo que vino para ser naturalizado, por el contrario, poco a poco se van descubriendo los mismos métodos de la casta que dijo que iba a combatir.

Los casos Libra, la caída de la ley Ficha Limpia, su voto por Lijo, el pago a militantes para los actos, la guerra en las redes, todo lo que ha sucedido con sus primos del Pro, marcan una huella en la personalidad.

Resulta que el peso que era una mierda es ahora peso fuerte y el BCRA sigue emitiendo.

No hay que esconder la cabeza nunca y mucho menos en la corrupción y la toma del poder.

La denostación a la prensa, el insulto permanente y la negativa a responder públicamente sobre estas cuestiones se asemejan cada vez más a los clásicos de siempre.

Milei ha cuestionado y puesto en crisis la educación, la salud y la obra pública entre otras cosas.

Sus relaciones exteriores son bizarras como sus alianzas. Si con los anteriores regímenes reinaba el aislacionismo, aquí estamos en alianzas estratégicas sin sentido, que son pasionales y no racionales.

Para colmo en su propia minoría, las relaciones con su Vicepresidente son pésimas y sus bloques políticos bolsas de gatos que se tratan a arañazo limpio.

Pero la economía va, dicen muchos y la bancan y la soportan. Al final es el bolsillo el que manda lo que lo sostiene.

Es posible aceptar ese argumento puramente pragmático pero muy débil, tanto como su poder institucional.

Milei tiene su fortaleza en la calidad insuperable con las redes y sus secuaces que lo siguen y las mil operaciones de un operador clásico como Santiago Caputo, que alguna vez ya vimos con José Luis Manzano y aquí en Mendoza con el nunca bien ponderado "Chueco" Mazzón.

La piola es corta y no está falta de agoreros y comedores de pochoclos, que lo denostan para que se vaya, no en mi caso porque no quiero que Argentina fracase como nación, como sociedad, como barrio.

Pero Milei o a Milei no podemos tolerar que esta débil aún democracia valga menos que un tuit o una X y que todo se reduzca al valor del cero.

No es sólo la tranquilidad económica lo que nos hará felices, los chinos lograron un éxito dentro del capitalismo de Estado, pero no han dejado de ser una dictadura de partido único.

Por tanto el bienestar general es mucho más complejo que el estado de ánimo del presidente de turno, y cuando eso sucede es entonces que el recuerdo de Robespierre adquiere vigencia.

Si nos gana el miedo y callamos, su guillotina matará nuevamente a los Dantón y entonces como dice el refrán "pon tus barbas en remojo".





Esta nota habla de: