No basta con una nueva Constitución, la clave es el sistema político

Chile vota en una semana el texto de la nueva Constitución. Sin embargo, muchas personas creen que muchas cosas sucederán casi por acto de magia porque queda escrito. Sin embargo, no es así y el mejor ejemplo es la Argentina.

Falta una semana para que se realice en Chile el denominado plebiscito de salida, el cual someterá a votación el Apruebo o el Rechazo al texto de la nueva Constitución. Aunque para los que están en los extremos de cada una de las posiciones el texto parece serlo todo para el futuro del vecino país, lo cierto es que los ejemplos concretos demuestran que una constitución puede ser buena o mala, pero lo que resulta clave es el sistema político.

A grandes rasgos, los que están del lado del Apruebo venden su posición señalando que lo que está plasmado en el texto que desarrolló la Asamblea Constituyente, asegura un cambio para Chile. En tanto, los que están por el Rechazo indican que la nueva Carta Magna carece de rigurosidad y deja abiertos muchos frentes que pueden ser interpretados de una u otra manera, dependiendo de la conveniencia del gobierno de turno.

Como suele suceder, ninguna de las posiciones están en todo lo correcto y tampoco está del todo errada, pero -desde mi punto de vista- es fundamental el sistema político que se encargará de aplicar lo que quede, o no, plasmado en el texto para hacerlo una realidad.

En ese sentido, el mejor ejemplo de esa importancia es la Argentina. En Chile quedó escrito que la educación debe ser gratuita, cuestión a la que le tienen muchísima fe, pero aunque esté escrito, es clave que la política se encargue de dar las condiciones para que la educación gratis tenga un efecto en el desarrollo del país y de su gente.

Por qué en Argentina, donde la educación es gratis, hay pobreza del 45% y más del 60% de los chicos son pobres. El sistema político falló, tan simple como eso. Ese 60% de niños pobres no puede aprovechar la educación gratuita para salir de su condición porque en el día su principal preocupación es comer y sobrevivir. Lamentablemente, educarse pasa a un segundo plano y es un lujo.

Quizás muchas personas pueden pensar que exagero, pero la realidad me da la razón, y lo que muchas veces escondimos en las afueras de las ciudades, ahora está más cerca. Niños en situación de extrema pobreza aparecen con mayor frecuencia pidiendo algo de comida o ropa, mucho más que antes.

Cuando digo que falló el sistema político, es porque no generó las condiciones macroeconómicas que permitan tener una base estable para aplicar reformas o beneficios reales. La cadena empieza con el déficit fiscal, la emisión y termina con la inflación que tiene con la soga al cuello a casi la mitad de los argentinos, lo que hace que se tengan que postergar cuestiones que parecen fundamentales. En el caso de emergencia extrema que vividos, hay cuestiones que para un sector son básicas, pero que para otros pasan a ser secundarias ante la necesidad de alimentarse, que en muchos casos es lo único que importa en el día a día.

Entonces, por más que una constitución me prometa educación gratuita o -en otro caso- un mejor sistema de pensiones, el sistema político es la clave porque creará las leyes para aplicar lo que dice la Carta Magna y se encargará de ponerlas en marcha y así lograr cada cosa que quede escrita.

Lo bueno para Chile es que en reiteradas ocasiones el ministro de Hacienda chileno, Mario Marcel, recalcó que para aplicar reformas es necesario asegurar los recursos para hacerlas, dejando claro que el déficit fiscal no es una opción en este momento. Si se parte de ahí, con un orden fiscal, se puede pensar en que reformas que sí puedan pasar de ser un texto con deseos a una realidad concreta.

Entonces, más allá de la opción que gane el próximo domingo en Chile, será clave lo que pase después del plebiscito, cuando la dirigencia política comience a trabajar en reformas con un nuevo texto o sin él.

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