Recordemos que Biden no va a venir a arreglar nuestros problemas

La expectativa que generan las elecciones de Estados Unidos hacen que las vivamos como propias y comencemos a analizar cómo nos afectan. Claramente tienen un efecto, pero en nuestras condiciones actuales

Y al final parece que gana Biden, pero Trump no se va a quedar de brazos cruzados y esto puede llegar a la Corte Suprema. Las elecciones de Estados Unidos despiertan atención en todo el mundo y por momentos pareciera que nos importan más que las propias.

La cantidad de análisis que vimos en los noticieros con expertos que nos explicaban cómo nos iba a afectar una u otra presidencia no dejó de llamarme la atención. Le daban tantos minutos que parecía que nuestro destino depende de demócratas o republicanos. Sin embargo, nuestra triste realidad es que estamos lejos de jugar en las grandes ligas en materia económica y es poco lo que podemos hacer si no solucionamos primero todos los problemas que tenemos en casa.

Lo cierto, desde mi punto de vista, es que más allá del impacto que puede tener una u otra administración por la magnitud de su economía y su poderío (porque realmente lo tienen), por momentos nos olvidamos que vivimos en un país con más del 40% de pobreza y con desempleo de dos dígitos, problemas que nadie va a venir a resolver por nosotros. No importa quién gobierne Estados Unidos si no somos capaces de solucionar los problemas de base que tenemos y comenzamos a asomar la nariz en los mercados internacionales.

Aunque Biden, con una apertura mayor a la de Trump, se pusiera a mirar a este lado del mundo y nos apadrinara, no tenemos con qué competir con otros mercados que son más atractivos y que tienen más herramientas para atraer inversores desde el norte.

En mi opinión, el impacto de una elección estadounidense en nuestro territorio va a tener un efecto importante cuando salgamos del pozo y comencemos a ser actores en el contexto internacional, un contexto al que miramos siempre de reojo y que la actual administración ve lejano. Basta con recordar lo que dijo el ministro Kulfas en el Conversatorio Industrial de Cuyo, del que fue parte la UIM, y donde apuntó a "recuperar la inversión nacional" antes de poner el foco en atraer inversiones desde el exterior.

Las palabras del ministro dan a entender que el país está optando por la inversión nacional, pero la realidad es que no nos queda otra, porque desde el exterior las inversiones -al parecer- no van a llegar y, además, tenemos competencia fuerte en el vecindario. Pero eso no lo digo yo, lo dijo Lawrence Fink, presidente de BlackRock, un conocedor de la situación de la Argentina. El titular de uno de los bonistas más duros con los que tuvo que negociar Martín Guzmán, dijo en un seminario de Banco Santander que las inversiones extranjeras van a demorar en volver a la Argentina y recalcó que hay países más atractivos para invertir, destacando la fortaleza de Chile.

Entonces, antes de analizar tanto el efecto de la elección estadounidense en el país, primero comencemos a mejorar el quilombo que tenemos en el territorio y después miremos para afuera. Hoy lo único que nos queda es rezar -si son creyentes- para que vengan olas económicas positivas desde el exterior que nos den un empujoncito. Si no es así y hay clima negativo en el contexto internacional, no nos queda más que buscar un buen tronco para intentar sobrevivir a las tormentas. La Argentina de hoy no tiene margen de acción, sólo tiene que esperar por una reacción adecuada que no nos tire más abajo.

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