Posicionamientos: cómo queda Cornejo tras las internas radicales

Qué es lo bueno, qué es lo malo y qué, lo neutro en la discusión interna del radicalismo y que se extiende por todo el frente opositor que por ahora se sigue llamando "Juntos por el Cambio", como polo más poderoso enfrentado al kirchnerismo.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Ganaron algunos adversarios de Alfredo Cornejo en las internas radicales de Córdoba, Buenos Aires y territorio bonaerense. Pero también, perdieron algunos de quienes le disputan el liderazgo. Y algo más para terminar de enredar la madeja: Cornejo también se anotó un triunfo en todos los procesos de elección de autoridades partidarias de la UCR, fuerza que preside hasta fin de año.

Hasta aquí, una mirada desde su nombre y su aspiración de lograr hacer pie en la disputa nacional, algo que no resulta jamás sencillo para un dirigente del país, aunque llegue desde plebiscitarse en su territorio con éxito. 

El mendocino más importante del radicalismo juega en tándem con Martín Lousteau y, por las dudas, ambos dejan que se les mencione como presidenciables. Sin embargo, el exgobernador analiza los resultados convenientemente como un triunfo de las fuerzas que sostienen a Juntos por el Cambio y algo más importante para que vuelva a ser opción: su renovación de nombres, la disputa para buscar más de una figura relevante y superadora de la experiencia con Mauricio Macri y la ampliación de la base de sustentación.

Pensando en 2023: ¿cuánto conocen a Cornejo fuera de Mendoza?

Visto desde allí, los únicos grandes derrotados fueron aquellos que se oponen a la idea de gobernar y apuestan a aquel típico "radicalismo cajetilla", que se sentía cómo perdiendo y cuyos dirigentes se turnaban para ocupar los primero lugares de las listas y ser, en definitiva, los que eternamente cortaban el bacalao.

En la lectura fina que hacen los radicales, Cornejo puede haber perdido por no jugar con claridad en torno a una sola lista y, además, porque el múltiple triunfador es un adversario interno, Mario Negri. El cordobés le ha jugado en contra una y mil veces en Buenos Aires, pero no gana elecciones generales en su provincia. En Córdoba, además, el radicalismo hasta perdió su histórico paso por el gobierno de la capital provincial. Afina su discurso no desde el desafío de gestionar, sino desde el filo de decir cosas filosas que terminan confirmando el convencimiento de los que ya están, pero que suma poco más fuera de sus grupos de acólitos.

Se anticipa, así, un período en el que se verán discusiones y disputas entre radicales y otros integrantes del frente opositor. Lo que en conjunto buscarán es imitar el ritmo de un peronismo que, como justificaba Antonio Cafiero, cuando se enredaban en guerras internas lo reinterpretaba diciendo: "No nos peleamos; nos estamos reproduciendo". Como los gatos. Y que, como ellos, siempre terminaron cayendo parados.

Los integrantes de la oposición pretenden no ser cuestionados por ofrecer diferentes opciones nominales o puntos de vista diversos, pero saben que la sociedad a ellos les pide una homogeneidad que se le perdona a un peronismo, capaz de reunir a denunciantes y denunciados por cuestiones atroces en un esquema de poder y hasta en una fórmula presidencial.

En ese esquema, aparece una corriente que integra otro mendocino, uno de los fundadores de Cambiemos, como Ernesto Sanz, más un hilandero y operador que un gestor, y que volvió recuperado del covid-19 como artífice de un pensamiento más socialdemócrata, más clásico, como tensión contra el planteo pragmático que representa un Cornejo que busca adaptarse a la demanda del electorado y construir identidad por oposición a la hegemonía del versátil y camaleónico peronismo.

Por lo pronto, Cornejo navega al frente de una nave larga y pesada, la UCR, con presencia en todas las provincias y con menos capacidad de maniobra que la que pueden tener Mauricio Macri, Patricia Bullrich u Horacio Rodríguez Larreta, Elisa Carrió o Miguel Pichetto. Y la capitanía está siempre bajo observación crítica de una tribuna de aspirantes a sucederlo.

En Mendoza, son muchos quienes creen que debería volver a por la Gobernación, un pensamiento que va desde el egoísmo hasta la desoconfianza: mejor aquí con seguridad, que allá con dificultad.

Pero otro capítulo representa la efervescencia de un radicalismo mendocino que mientras, por un lado, se defiende del bombardeo de la crisis que derrumba todos los puentes hacia la concreción de un plan de gobierno y, por el otro, genera figuras de recambio desde las intendencias con ambición y vocación electoral que no caben en las listas. Lo bueno a veces parece jugar en contra.

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