Dos dúos con mendocinos brotan y trepan en el ecosistema de Juntos por el Cambio

La llegada de Patricia Bullrich dejó en claro el funcionamiento exitoso de un tándem que compone junto a Alfredo Cornejo en el desmonte de opositores al kirchnerismo sin posibilidades de ganar. En Mendoza no lo consiguieron, pero avanzan igual rumbo a 2023. El otro tándem lleva años trabajando juntos en políticas públicas y avanza en otro carril, pero en el mismo ecosistema.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Juntos por el Cambio conforma un ecosistema político en el que se repite el esquema de la naturaleza: mientras germinan unas nuevas semillas y los brotes buscan el sol electoral, las enredaderas más viejas del sistema siguen trepando mientras van cayendo las hojas viejas, que terminan por abonar una plataforma que pretende mostrarse energética y fértil para dentro de dos años. Allí, de toda esta puja por aire, luz y sobre qué apoyarse, surgirá quien florezca como candidato a la presidencia tras el período peronista más raro y con más traspiés desde su dramática y olvidable experiencia en los años '70.

A la vista quedó en la última visita a Mendoza de la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, quien consigue aquí más respaldo social que en cualquier otra provincia argentina y equipara en imagen positiva a las principales figuras de sus aliados radicales, Alfredo Cornejo y Rodolfo Suarez.

El tándem que han constituido Cornejo y Bullrich no es inocente ni es producto del amor: es táctico y parte de una estrategia superior que pasa por definir la candidatura presidencial.

Hay otro dúo a la vista con otro mendocino como integrante y que, aunque parezca chocar con las intenciones del primero, en definitiva potencia las posibilidades de constituir una alternativa. Es el compuesto por Horacio Rodríguez Larreta y Rodolfo Suarez. Ambos se conocen, estudian, sinergizan y anticipan movimientos juntos desde hace tiempo, cuando el Suarez ejercía la alcaldía de la Ciudad de Mendoza y era el único radical de un centro de estudios de gestión del gobernante porteño, otorgándole con su presencia un aire pluralista más allá de su conformación íntimamente ligada al PRO.

A la metáfora inicial del bosque cambiemita hay que verlo con dos brotes que compiten por dar sobra al resto, las ramas de Bullrich y Larreta, que se enredan por el tronco de Mauricio Macri en busca de consolidar su propia razón de ser.

Sus allegados en Mendoza ya le filtraron a la prensa una de las imágenes que prefieren instalar y es la de una Bullrich victimizada por su renunciamiento ante la imposición de la candidatura porteña de la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal y su sintonía directa con el electorado, sin pasar por el orden de las estructuras e instituciones. Directamente, desde su entorno se compara su rol en la disputa por el poder dentro de la oposición y, particularmente, del PRO, con aquella pugna entre Carlos Menem y Antonio Cafiero.

En el arranque de la década de los años '90, Cafiero surgía como el futuro más aceptable y modernizador del peronismo, la cara visible de "los renovadores". Menem enganchó directamente con lo más pasional y visceral del electorado y se impuso, contra todos los pronósticos. La historia posterior ya es conocida.

Junto a Cornejo están yendo provincia por provincia buscando unir a la oposición. Quieren conseguir cinco senadores extra a nivel nacional para desactivar el poder de Cristina Kirchner, pero más que eso: el peronismo siempre, dede que se recuperó la democracia, tuvo quórum propio en el Senado y están a las puertas de romper su histórico manejo de cuestiones claves, gobierne quien gobierne en la Casa Rosada.

En Mendoza no pudieron conseguirlo y Cornejo encontró un mensaje para justificar ese fracaso: consultado por Memo, dijo que aquí no hay tercera fuerza; que lo es el voto en blanco y que esperan que esos votos se coloreen en su beneficio.

Sin embargo, Bullrich sola, por su lado y antes de llegar a suelo mendocino habló por teléfono con candidatos que dicen pensar lo mismo que Juntos por el Cambio, pero que porfían en ir por fuera de Cambia Mendoza, porque desconfían de sus dirigentes, por despecho a no haber sido convidados "ni con un café" en seis años o porque -como argumenta el exgobernador- "juegan para el kirchnerismo".

Pero el juego político tiene sus momentos y este, en Mendoza, parece ser el de la dispersión opositora al kirchnerismo. Juntos por el Cambio aguardará al día después de la elección del 14 de noviembre, en que esperan que el resultado produzca realineamientos en forma "natural" y sin costos.

Una vez más, el ecosistema como parábola: las hojas que se van cayendo fertilizarán el terreno de lo que venga. El mensaje, a pesar de las "muertes" y los brotes, es que allí hay vida de cara a 2023.


Esta nota habla de:
Despidos de estatales: ¿qué opinás?