Dolor por el fallecimiento de destacado médico mendocino

El Dr. Mario Santamarina, el profesional que introdujo en Mendoza, el concepto y la práctica la Terapia Intensiva, de la cual sería a poco andar su más conspicuo efector.

El Hospital Central de Mendoza comunicó el fallecimiento de uno de sus profesionales más reconocidos, el Dr. Mario Santamarina.

"Médico cirujano y terapista de excelencia que dejó huella en cada paciente que asistió, pero sobre todo en cada profesional que tuvo la dicha de trabajar a su lado. Docente de alma, dedicado y metódico al momento de ejercer la medicina", señaló el nosocomio al despedirlo.

Santamarina fue fundador de la Terapia Intensiva como el Servicio que hoy es, creador del Comité de Infecciones y presidente de la SATI (Sociedad Argentina de Terapia Intensiva), estudioso al extremo hasta el último de sus días y solidario con cada saber que poseía, por eso lo recuerdan, porque a todos sus colegas les enseñó algo, con la humildad de los grandes.

"Formó parte del Hospital Central hasta su jubilación, pero nunca dejó de ser fuente de consulta, es por ello que siguió vigente y hoy queremos despedirlo desde la institución que fue parte troncal de su vida", señalaron las autoridades.

El también médico, escritor y habitual columnista en Memo, el Dr. Eduardo Da Viá, también lo despidió con afecto y reconocimiento, a la vez que rescató su ejemplo.

Escribió:

"Ha fallecido un prohombre de la Medicina, el Dr. Mario Santamarina, el profesional que introdujo en Mendoza, el concepto y la práctica la Terapia Intensiva, de la cual sería a poco andar su más conspicuo efector. Fue el primer jefe del primer Servicio de Terapia Intensiva sito el cuarto piso del Hospital Central. Allí salvó miles de vida que otrora se perdían y que gracias a su sapiencia y dedicación salían airosos del trance cuasi mortal por el que pasaron. También lo hizo en la actividad médica privada con la misma entrega que en el hospital público y en cuanto lugar lo necesitaran. Fue el médico sanador de muchos de los propios colegas y de sus familiares respectivos, como ocurrió con mi padre y uno de mis hijos. Falleció después de una larga, penosa y totalmente inmerecida agonía, como si los demonios del Averno, envidiosos de su idónea competencia que les robara cientos de candidatos, se hubiesen tomado injusta venganza ante la incompetencia de los dioses que debieran haberle honrado con una muerte apacible. Tuve la suerte de ser amigo de Mario, como así también del a su vez amigo Rolando Valent; juntos integraron un dúo formidable en salvaguarda de las vidas de cientos de mendocinos. No creo en el más allá, pero de existir, Mario debe estar en una situación de privilegio y a la espera que vayamos llegando sus amigos si es que lo merecemos. Pido también dignas honras para con su amante y abnegada esposa Dedé, ejemplo de esposa y madre".

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