Ruidos molestos y represión: a 10 años del asesinato de Franco Díaz

Lo sucedido este viernes en Godoy Cruz tiene semejanzas con lo ocurrido en 2012 también ante una denuncia por ruidos molestos. Qué pasó con el policía asesino y las promesas que nunca se cumplieron.

Mientras continúan las repercusiones y siguen viralizándose las imágenes que muestran a un grupo de policías actuar violentamente contra jóvenes denunciados por ruidos molestos el viernes pasado en avenida San Martín, surge un antecedente trágico ocurrido hace 10 años, también en Godoy Cruz: el crimen de Franco Díaz, un joven de 19 años que fue asesinado de un balazo por un policía.

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Ambas historias muestran notorias semejanzas: denuncia de un vecino por ruidos molestos; policías que llegan al lugar, se ven desbordados y terminan pidiendo refuerzos; y la posterior represión. Claro está que lo sucedido en mayo de 2012 en el barrio Palumbo tuvo consecuencias sustancialmente más graves: la muerte de Díaz y las graves heridas que sufrió otra joven, Jackelina Flores.

Finalmente, el policía que disparó contra Díaz, Walter García Lenis, fue condenado un año después, en 2013, a prisión perpetua, al demostrarse que la bala que mató al joven había salido del arma reglamentaria del uniformado. También se precisó que el efectivo disparó desde un móvil policial, en el que se encontraba como acompañante, mientras otros colegas habían tirado balas de goma.

Más allá de lo judicial, el crimen de Franco Díaz tuvo repercusiones inmediatas en el ámbito político. Un día después de lo sucedido, el gobernador de aquel entonces, Francisco Pérez, pidió una rápida resolución del caso y, de ser necesario, castigar con el mayor peso de la ley al policía que hubiese disparado. Pero también anunció medidas que nunca se cumplieron.

En una conferencia de prensa que convocó en Casa de Gobierno, en la que estuvo el periodista que escribe esta nota, Pérez volvió a cuestionar el accionar del policía asesino, pero también consideró que la Policía ya no debería acudir ante denuncias por ruidos molestos y planteó la necesidad de que sean los municipios los que tenían que encargarse de mediar ante un conflicto vecinal de este tipo.

Lo que pasó en el barrio Palumbo en mayo de 2012 fue que un grupo de jóvenes hizo una fiesta con la música a un volumen alto, un vecino se quejó y como no bajaron el volumen, llamó a la Policía. Según la versión que dio el entonces ministro de Seguridad, Carlos Aranda, los efectivos se vieron desbordados y pidieron refuerzos, tal como ocurrió días atrás en el evento de avenida San Martín.

Pasaron 10 años y sigue siendo la Policía la encargada de intervenir ante una denuncia por ruidos molestos, sin importar la gravedad de la situación. Y ante las imágenes difundidas desde el viernes pasado, queda en evidencia que la reacción sigue siendo, al menos en estos dos casos, desproporcionada.

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