Las fotos que hablan: el Papa, Guzmán, Georgieva, Beliz, Sánchez Sorondo...

No es una foto cualquiera. Jorge Mario Bergoglio ha evitado unas fotos y permitido otras. Esta vez, volvió a sentirse argentino y pidió por la deuda ante la titular del Fondo Monetario Internacional.

Con Sergio Massa no, con Cristina Kirchner sí. Sonriente con la amplia comitiva de La Cámpora, adusto (al borde del asco) junto a Mauricio macri y su señora. Las caras de Jorge Mario Bergoglio en su rol de papa Francisco parecen decir mucho. Pero hoy hubo un gesto: cuando muchos pensaban que el jefe de la iglesia católica no podía más que rezar a la hora en que el presidente Alberto Fernández le pidió que intercediera por la deuda argentina, recibió en un seminario a la titular del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, al Premio Nobel Joseph Stiglitz y a su alumno en Columbia, ahora ministro de Economía en Argentina, Martín Guzmán. También estuvo presente un hombre de la Iglesia que huyó por su vida tras luchar contra el sistema de espionaje argentino de en tiempos de Néstor Kirchner y ahora fue sumado por Fernández a su equipo, Gustavo Béliz. La foto lo dice todo, más allá de las palabras del pontífice: el organizar está detrás y se trata de Marcelo Sánchez Sorondo, el canciller de la Pontificia Academia de Ciencias que en nuestro país funciona como articulador del peronismo, entre diversos sectores en pugna y logró acercar a Alberto Rodríguez Saá con la CGT y el kirchnerismo.

Guzmán se sintió bendecido

Guzmán, afirmó que hay "un acercamiento muy constructivo del FMI" para con el Gobierno argentino, al tiempo que pidió "cooperación" a los bonistas en el marco de la negociación por el pago de la deuda. El funcionario disertó en el Seminario "Nuevas Formas de Solidaridad" organizado por la Pontificia Academia de Ciencias Sociales en el Vaticano, que tiene se produce un día después de la reunión que mantuvo con la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, con quien dialogó sobre las "medidas para lidiar con la situación actual de emergencia económica y aquellas para solucionar problemas estructurales de la economía" del país.

Una oración, pero no a Dios, sino al FMI

Bergoglio, finalmente, cumplió el compromiso contraído con el peronismo que retornó al poder en su país de origen y pidió por la deuda. Lo hizo parabólicamente, como para disimular. Pero en la Argentina a estas alturas ya le sabemos contar las vueltas al ventilador y lo entendimos todo.

- "Aprovechemos este nuevo inicio del año para construir puentes, puentes que favorezcan el desarrollo de una mirada solidaria desde los bancos, las finanzas, los gobiernos y las decisiones económicas", sostuvo el Papa en su discurso, resaltando que "necesitamos de muchas voces capaces de pensar, desde una perspectiva poliédrica, las diversas dimensiones de un problema global que afecta a nuestros pueblos y a nuestras democracias".

- "El mundo es rico y, sin embargo, los pobres aumentan a nuestro alrededor", denunció Begoglio, quien auguró que "aproximadamente cinco millones de niños menores de 5 años este año morirán a causa de la pobreza. Otros 260 millones carecerán de educación debido a falta de recursos, las guerras y las migraciones", una situación que ha propiciado que "millones de personas sean víctimas de la trata y de las nuevas formas de esclavitud, como el trabajo forzado, la prostitución y el tráfico de órganos".

- "Es bueno recordar que no existe una ley mágica o invisible que nos condene al congelamiento o a la parálisis frente a la injusticia. Y menos aún existe una racionalidad económica que suponga que la persona humana es simplemente una acumuladora de beneficios individuales ajenos a su condición de ser social", sostuvo Bergoglio, recordando cómo los Objetivos de Desarrollo Sostenible exhortan a "ayudar a los países en desarrollo a lograr la sostenibilidad de la deuda a largo plazo a través de políticas coordinadas destinadas a fomentar el financiamiento de la deuda, el alivio de la deuda y la reestructuración de la deuda, según corresponda, y abordar el problema externo deuda de los países pobres muy endeudados para reducir la angustia de la deuda".

- "Hace más de setenta años, la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas comprometió a todos sus Estados Miembros a cuidar de los pobres en su tierra y hogar y en todo el mundo, es decir, en la casa común", recordó Francisco, quien apuntó que, hoy por hoy, estos objetivos "sí están al alcance inmediato".

Pero también se dirigió a muchos de los que lo adulan, cacheteándolos:

- "Trabajemos juntos para terminar con estas injusticias", pidió el Papa a los líderes asistentes al simposio. "Recuérdenles su responsabilidad de proporcionar asistencia para el desarrollo a las naciones empobrecidas y alivio de la deuda para las naciones muy endeudadas. Recuérdenles el imperativo de detener el cambio climático provocado por el hombre, como lo han prometido todas las naciones, para que no destruyamos las bases de nuestra Casa Común".

- Todo ello para construir "una nueva ética" que "supone ser conscientes de la necesidad de que todos se comprometan a trabajar juntos para cerrar las guaridas fiscales, evitar las evasiones y el lavado de dinero que le roban a la sociedad, como también para decir a las naciones la importancia de defender la justicia y el bien común sobre los intereses de las empresas y multinacionales más poderosas (que terminan por asfixiar e impedir la producción local)".

El discurso completo del Papa

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