Llegó el momento de que Cristina Kirchner solucione todo lo que critica

La vicepresidenta inició su campaña proselitista incendiando a su propio gobierno tras de sí, para sostenerse en el poder, como alternativa a los pésimos resultados de su actual gestión. Pero Guzmán hizo una jugada maestra: "que empiece ahora", pudo pensar. No hay tiempo para propaganda política.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Se puede creer o no en el extenso texto de renuncia de Martín Guzmán a su cargo de ministro de Economía, pero la política no se trata de una cuestión de fe, sino de hechos concretos, más allá de que el propio peronismo lo plantee en términos místicos.


Renunció Martín Guzmán mientras hablaba Cristina Kirchner

De tal modo, con Cristina Kirchner agitando un "operativo clamor" para que salga a rescatar al país del desastroso gobierno que conduce junto con Alberto Fernández, la jugada de Guzmán fue perfecta: se corrió mientras la vicepresidenta lo criticaba veladamente, con sus habituales ironías y anécdotas, en un acto en el que usaron la figura de Juan Perón para darle voz y escenario a un nuevo ring de su disputa por el control total del poder.

Ya no hay excusas que valgan. Ni siquiera hace falta que Fernández se corra del sillón: el renunciante le dejó el camino abierto a Cristina para que ahora mismo solucione la inflación galopante y aplique las recetas que empezó a esbozar para plantearlas como promesas de campaña rumbo a las elecciones del año que viene.

Cristina Kirchner no tuvo empacho en incendiar a su propio gobierno con tal de salir indemne de una gestión que no da resultados positivos, y del que nadie cree que la pandemia o la guerra en Ucrana tengan todas la culpas del fracaso.

La vicepresidenta busca ganar, mantenerse arriba, en el poder. Y si hubiera recursos disponibles, repartirlos para sostenerse en su altar. Pero gobernar es otra cosa, sobre todo cuando hay ejecutar programas sin dinero.

El lugar ya lo tiene disponible. Y deberá, en todo caso, guardarse la campaña proselitista para otro momento, porque le toca hacerse cargo.

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