Qué pito tocan los grandes empresarios en la política (y viceversa)

Es la política: empresarios, dueños, gerentes y dirigentes políticos juegan un mismo juego. Pero la mirada no debe ser generalista, sino puntual, caso por caso: para qué intervienen unos y otros y en qué momentos.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

La disputa por cuestiones electorales en Argentina es muy cruel. Se descalifica terminantemente al contrincante, con lo cual todos parecen revolcarse voluntariamente el un lodo pestilente. Luego de hacerlo aparentemente con mucho gusto, pretenden salir finalmente perfumados a la conquista del público ciudadano, pero este ya lo vio todo y no se puede sacar el hedor de la nariz. Es la política la que desprestigia a la política.

Los empresarios juegan a ese juego, pero en lugar de chapotear, empujan a sus "ahijados" políticos a hacerlo por ellos. Siempre fue así, no es nada nuevo. A lo largo de la historia sucedió lo mismo con protagonistas que a veces fueron para un solo lado de la oferta electoral y otras veces pusieron un huevo en cada canasta.

Podríamos viajar en el tiempo y hablar de Jorge Antonio, el dueño de "casi todo" que estaba detrás (o por delante, abriéndole caminos) de Juan Perón. Pero también hay que mencionar a Franco Macri, que refugió en SOCMA a los peronistas Carlos Grosso, José Octavio Bordón, Ricardo Kesselman y José Manuel de la Sota frente a la dictadura de 1976. O los tentáculos de Paolo Rocca en varios partidos, pero con fuerte arraigo en el radicalismo. Ahora mismo es Eduardo Eurnekian, un empresario cuyo holding no sería posible sin sus acuerdos con el Estado el que apadrina desembozadamente el anti Estado de Javier Milei.

Cuando se acusa al macrismo de ser el partido de los CEO se dice la verdad y también se exagera la mentira. Puede que lo sea: hartos de poner sus fondos en políticos caprichosos y que al final, fracasan, siempre, o no consiguen el plan que sus financistas pedían (para provecho propio o para el bien común, porque nada es absoluto y hay idealistas y chantas también en ese mundillo) muchos empresarios pasaron al frente, se hicieron cargo de la política. Y no solo los CEO que ponen la cara y administran, sino los verdaderos dueños de las empresas.

Pero ante el pase de Sergio Massa del Poder Legislativo al Poder Ejecutivo se evidencia que quienes acusaban a Macri de responder a los CEO no solo olvidan el origen del expresidente, sino que en los fastos de asunción del conductor del Frente Renovador y aliado del Frente de Todos como ministro de Economía había más dueños que gerentes.

El periodista Diego Genoud, autor de la "Biografía no autorizada de Sergio Massa", menciona a alguno de sus amigos empresarios: Marcelo Mindlin, Enrique Eskenazi, Daniel Hadad, José Luis Manzano y el fallecido Jorge Britto. Hay otros, cada uno en su nivel, cada uno con sus intereses e intenciones. No todos como un bloque ideológico práctico.

¿Alguien puede negar que, por ejemplo, Manzano tenga hoy más vínculos con el poder internacional que cualquier político argentino? La llegada del mendocino supera los memes en su contra o los prejuicios por sus intereses de sector. ¿Puede hacerse un desdoblamiento conceptual de Manzano? Claro que sí: maneja todo lo que maneja (ver aquí en detalle qué controla), desea manejar todo lo que podría desear, pero a la vez le aporta a Massa algo que ni el "cancillerito" puede hacer, ni muchos otros referentes de oficialismo y oposición consiguen: contactos duros y conducentes. 

El kirchnerismo generó a Lázaro Báez desde cero: era un empleado bancario y lo volvieron "zar de la obra pública". Los fiscales Diego Luciano y Sergio Mola acusan que era controlado por la familia Kirchner. Cristóbal López aprovechó la corriente de aquella "década ganada" del mismo modo que, como se investiga en la Justicia, lo habría intentado hacer Orlando "Orly" Terranova Dalera con Mauricio Macri, aunque se indica que el expresidente pudo frenarlo antes de repetir el modelo K de obtención de poder económico e influencia.

¿Puede endilgarse como acusación a un sector de la política, el hecho de que haya empresarios juntos, detrás o delante de ellos? Es entretenerse con el contorno de las cosas, sin meterse de cabeza en el caracú de lo que sucede.

Todos es política y todos hacen política y lo que hay que mirar es al conjunto, a la vez que medirlos por sus resultados, más que pedirles el carnet de afiliación, como lo hizo con los referentes de la Pampa Húmeda el nuevo secretario de Agricultura que se hizo cargo de la demolición del área como ministerio, Juan José Bahillo.

Tanto los políticos "influencers" como los "revolú" tienen auspiciantes o auspician modelos empresarios. El trasfondo importante es si aceptan las reglas del libre mercado (para lo cual tienen que bancarse y superar las tensiones de oferta y demanda, y el balance de poder que tienen unos y otros sectores, tratando de ponerse por encima de intereses sectoriales) o quieren instaurar algún otro modelo: un capitalismo de amigos, como el ruso, inventando empresarios que responden y reportan al líder político, o un anticapitalismo que reserva para la cúpula política vivir en forma de capitalista y le niega a todo el resto del país cualquier posibilidad de hacer, pensar o moverse por donde a quien está al frente del "partido" no le guste.

Hay más modelos y probablemente la Argentina termine siendo la inventora de muchos más. El asunto, finalmente, es quiénes ganan y quiénes pierden con unas u otras formas de hacer política. Las experiencias internacionales ya ofrecen una perspectiva en torno a qué resultados se obtendrían con unas u otras formas de gobernar. Y algunos demuestran un patetismo tal que resulta insólito que haya quienes aun los defiendan como opción.


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