Lacoste: "Los teóricos del Wallmapu han actuado con irresponsabilidad y el concepto es una huevada"

El historiador Pablo Lacoste planteó cuál es el camino para abordar una solución al conflicto con presuntos mapuches en diálogo con Memo. Los verdaderos pueblos originarios en Mendoza, el devenir de la historia y una advertencia: "El mapa del Wallmapu tiene un potencial tremendo para generar violencia, odio y conflictos". Reconocer el mestizaje en lugar de potenciar razas.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Pablo Lacoste irrumpió en la discusión sobre la entrega de tierras a presuntos mapuches en San Rafael, y lo hizo con una fuerte frase irónica en diálogo con Memo: "Sí, había tantos mapuches como esquimales" (leer aquí).  

Doctor en Historia (UBA) y docente de la Universidad de Santiago de Chile, autor de 20 libros y 98 artículos publicados en revistas científicas internacionales de 20 países de Europa y América, muchos de ellos sobre historia de Mendoza, fuimos a buscar más información a fondo sobre los habitantes de estas tierras antes de la conquista española.

-¿Cuáles son los pueblos originarios con los que se encontraron los colonizadores en Mendoza?

- En 1561, Pedro del Castillo y sus amigos fundaron la ciudad de Mendoza, que pronto se convirtió en capital de la Provincia de Cuyo. La Mendoza colonial tuvo como límite sur el río Tunuyán. Este territorio estaba ocupado por los Huarpes. Allí se puso en marcha el mestizaje y la sociedad mestiza hispanocriolla. La frontera sur de Mendoza estaba en el río Tunuyán, con hitos en el fuerte de San Carlos, la posta La Ramada (Rivadavia), y la posta de San José de Corocorto (La Paz). Desde allí hacia el sur, se consideraba territorio indígena libre. Se establecieron algunas estancias, pero luego se replegaron.

-¿Qué pueblos aborígenes habitaban el sur mendocino?

- Al sur del río Tunuyán había otros pueblos como Puelches, Chiquillanes y Pehuenches. Los Chiquillanes circulaban por las montañas y fueron la base cultural de los arrieros. Los Puelches eran pocos y fueron importantes en el siglo XVII. Hacían artesanías en cuero de guanaco. Los Pehuenches se hicieron famosos por el malón de 1657, que motivó un largo y detallado juicio, muy conocido y utilizado por los historiadores. Allí se mencionan los pueblos indígenas de la mitad sur de la actual provincia de Mendoza, principalmente Puelches y Pehuenches. Estos se hicieron fuertes en el sur durante el siglo XVIII, y la Corona reconoció a su jefe como Gobernador del Sur de Mendoza.

Para el historiador Lacoste, "en el sur mendocino había la misma cantidad de mapuches que de esquimales"  

Existen miles de documentos producidos en los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX en los cuales se mencionan los pueblos indígenas de la provincia de Mendoza. Están en el Archivo General de la Provincia de Mendoza, en el Archivo General de la Provincia de San Juan, en el Archivo del Poder Judicial de San Juan, en el Archivo General de la Nación (Buenos Aires) y el Archivo Nacional de Chile. He dedicado cuarenta años al estudio de la historia, con particular énfasis en Mendoza. Allí he comprobado que los pueblos indígenas que efectivamente existieron en la provincia fueron esos: Huarpes, Puelches y Pehuenches como los principales. También podríamos añadir a los Chiquillanes en la cordillera y quizá algunos Diaguitas en el norte, pero este grupo estaba principalmente en San Juan y la Región de Coquimbo. En algunos documentos se menciona a los Pampas, cuyo centro estaba hacia el este. Posiblemente haya alguno más. Lo que estoy seguro es que nunca he visto evidencia de algún mapuche en el territorio de la actual provincia Mendoza entre los siglos XVI y XIX.

El fuerte de San Rafael del Diamante (actual San Rafael) fue un enclave tardío, fundado recién en 1805, con el consenso de los Pehuenches, para promover el comercio y el transporte entre Mendoza y la ciudad de Talca por el Paso Pehuenche.

- El general San Martín estableció un sistema de diálogo con los pueblos aborígenes del sur mendocino, lo que constituye un hito: su reconocimiento, empatía y negociación. ¿Había mapuches en esos territorios?

- Durante el periodo colonial, la Corona había establecido un modus vivendi con los Pehuenches del sur de Mendoza, a través de los parlamentos, prácticas que que funcionaban como tratados internacionales, tal como ha demostrado Abelardo Levaggi. Con estos acuerdos, la Corona reconocía la autonomía de los pueblos indígenas dentro de sus territorios, a cambio paz, comercio y alianza militar en caso de ataque exterior. Estas medidas se aplicaron sobre todo en Chile, para prevenir eventuales alianzas de indígenas con piratas ingleses y holandeses. Pero también se aplicaron en Mendoza para salvaguardar el comercio y la paz en la frontera. Dentro de esos espacios, al sur de la frontera, no regían las leyes españolas sino las indígenas. Y los españoles no podían cruzar por esas tierras sin pedir autorización. Por este motivo, el general San Martín tuvo que negociar con los Pehuenches para poder mandar la columna austral del Ejército de los Andes por Malargüe a través del paso Planchón-Vergara. Esa fue la causa del Parlamento de San Carlos, celebrado en la primavera de 1816.

He revisado la documentación disponible sobre el parlamento de San Carlos. Se pone en evidencia la participación de los Pehuenches. No he encontrado ninguna mención de mapuches.

-En Chile consideran parte del denominado Wallmapu a todo el territorio al sur de San Carlos. ¿Es correcto?

- En 1810, al producirse la revolución, la frontera sur corría por el río Tunuyán en Mendoza, el Río IV en Córdoba y el río Salado en Buenos Aires (100 km al sur de la ciudad de Buenos Aires). Por allí estaba la línea de fortines para seguridad de la frontera. Y por allí pasaba el camino de las carretas que circulaban entre Mendoza y Buenos Aires. En Chile, la frontera sur estaba en el río Bio Bio, 500 km al sur de Santiago.

Esas eran las fronteras reales y efectivas al final del imperio español. Posteriormente, los Estados nacionales impulsaron la expansión hacia el sur y la ocupación de las tierras, hasta asegurar el control del territorio.

Traspolar esa situación a la actualidad puede ser peligroso. Porque la creación de un mapa para reivindicar territorios pone en marcha un proceso emocional muy fuerte, con gran capacidad de movilización, militancia y voluntad de lucha. Esto se ha estudiado mucho en Relaciones Internacionales y sobre todo, desde el enfoque de la Geopolítica, como base de grandes conflictos y guerras.

Las dos guerras mundiales surgieron por estos motivos: se agitaron los nacionalismos a partir del irredentismo. Se movilizó a las masas a partir de la necesidad de conseguir la reparación por las injusticias sufridas, entre otros motivos, por las modificaciones de fronteras y las "pérdidas territoriales". Ese argumento se puede llevar hasta el infinito, y siempre se puede encontrar un mapa territorial antiguo para justificar un proyecto de poder. De allí se generan las condiciones para la violencia, la agresión y hasta la guerra.

Recordemos que en 1978, estuvimos a punto de entrar en guerra los cuatro países: Argentina, Bolivia y Perú contra Chile, por causa del mapa que elaboró Estanislao Zeballos, tres veces canciller argentino, decano de la Facultad de Derecho de la UBA y subdirector del influyente diario La Prensa. Ese mapa, data de 1899 y sostiene que todo el sur de Chile, desde el paralelo 40°, correspondía al Virreinato del Río de la Plata y por ende, a la Argentina. Ese mapa fue promovido durante un siglo por los geopolíticos y nacionalistas argentinos, hasta convertirlo en un mito irrefutable y parte del sentido común nacional. Ello inspiró a muchos historiadores argentinos a reproducir ese relato de irredentismo, lo cual culminó con la crisis de 1978 y nos puso al borde de una guerra absurda. El Papa Juan Pablo II logró el milagro de evitar la guerra. Pero estuvimos a punto de caer en sus garras, por causa de un mapa!

Lo mismo pasa ahora con la invasión de Rusia a Ucrania: la derecha rusa, liderada por Putin, ha reivindicado antiguos mapas del imperio de los zares, para justificar la invasión de sus fuerzas armadas a Ucrania. Y ha desencadenado una tragedia humanitaria de la cual nadie sabe cómo salir.

El mapa del Wallmapu tiene un potencial tremendo para generar violencia, odio y conflictos. 

Wallmapu: qué parte del territorio mendocino es tierra ancestral, según los mapuches


He tenido oportunidad de conversar con autores intelectuales del concepto de Wallmapu. Cuando les he explicado las implicancias geopolíticas que se pueden desencadenar con la elaboración de un mapa asociado al discurso del irredentismo, han terminado por reconocer que eso no lo habían considerado; y que era "una huevada".

Los teóricos del Wallmapu han actuado con irresponsabilidad al promover esa ideología irredentista.

Esto es como si en España se levantara un grupo de fundamentalistas árabes para reivindicar el Califato de Al Andalus y las fronteras del siglo XV.

¿Existió ese califato? Si. ¿Controlaron los musulmanes la península ibérica durante 800 años? Sí. Pero eso es parte de la historia.

La historia muestra que de la mezcla de moros y cristianos, enfrentados durante ocho siglos, surgió el mestizaje, fruto del cual nació el español. Y esa es la realidad actual.

Si un grupo de fundamentalistas árabes renegara de la historia, y pretendiera imponer el mapa del siglo XV en la actualidad, se desencadenaría una situación de tensión y violencia. Y si esa pretensión la intentaras imponer con ataques terroristas, quemando gente viva (como ha ocurrido en el sur de Chile), sería una situación lamentable.

¿Cuál es la solución? Reconocer el mestizaje. Aceptar que Argentina y Chile no son países blancos, sino países mestizos. Valorar el aporte de los pueblos indígenas como parte de nuestro acervo cultural. Y terminar con las discriminaciones racistas, como hemos visto hace poco en la tragedia de los rugbiers. 


La analogía de Rosendo Fraga: los mapuches y ¿quién es el "pueblo originario" de España?

La construcción del imaginario de los mapuches como un pueblo fabuloso y redentor, junto con el mapa irredentista del Wallmapu, son manifestaciones defensivas de esa discriminación que los excluidos sienten por las élites de Argentina y Chile que los excluyen y desprecian.

El camino más recomendable es aceptar, valorar y promover la identidad mestiza, incluyendo el aporte de los pueblos originarios que, en el caso de Mendoza y el centro de Chile, se volcó en legados muy valiosos, como la cultura del agua, la cultura del riego y la cultura del agro, base del la vitivinicultura del Cono Sur, la mayor del mundo después de Europa.

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