Infanticidios y tragedias silenciadas en la Mendoza del siglo XIX
Los niños han sido protagonistas de tragedias en la historia de Mendoza, que muchas veces fueron mantenidas en silencio. Lo cuenta la historiadora Lucina Sabina, @kalipolis.
A fines del siglo XIX, Mendoza conservaba un fuerte carácter rural, y la vida cotidiana estaba marcada por rígidas normas morales. La maternidad fuera del matrimonio era motivo de vergüenza y podía acarrear el rechazo social, lo que en ocasiones llevaba a decisiones extremas.
En este contexto, algunos casos de infanticidio, especialmente cuando involucraban a familias influyentes, fueron rápidamente silenciados. Sin embargo, la prensa de la época dejó testimonio de algunos episodios que conmocionaron a la sociedad y que, en ciertos casos, derivaron en nuevas tragedias.
A mediados de octubre de 1895, una familia adinerada de la calle Espejo contrató a un peón para trabajar en la huerta. Mientras realizaba sus labores, el hombre descubrió el cadáver de un bebé enterrado a poca profundidad. Avisó de inmediato a la policía, que intervino y determinó que el niño había sido sepultado aproximadamente un mes y medio antes. Sin embargo, la influencia de la familia involucrada hizo que el caso quedara enterrado, en un sentido más discreto que el propio bebé.
Cuatro años después, en 1899, un caso similar ocurrió en Godoy Cruz, aunque esta vez entre personas de origen humilde. Los vecinos comenzaron a sospechar de una joven que había dado a luz, pero no tenía a su bebé consigo. Un grupo de mujeres denunció la situación, y cuando la policía intervino, encontró el cuerpo de la criatura dentro de un cajón en un gallinero. A partir de allí, el caso pasó a la justicia, pero su resolución se perdió en los tribunales.
La presión social y la vergüenza familiar eran tan intensas que, en algunos casos, los hechos desembocaban en tragedias aún mayores. El 17 de septiembre de 1899, en Las Heras, Eleuterio Iriarte fue hallado sin vida tras ahorcarse en el parral de su casa. En los días previos, sus familiares notaron su angustia y preocupación, pues su esposa, María Funes, y su hija, María Cecilia, estaban detenidas, acusadas de infanticidio.
Eleuterio había estado en Lavalle cuando ocurrieron los hechos y solo los conoció al regresar a su hogar. Desde entonces, su tristeza fue evidente y sus vecinos intentaron animarlo con una serenata. Nadie salió a recibirlos y, poco después, su cuerpo fue encontrado sin vida.
Los diarios de la época registraron el caso bajo el título "El Ahorcado de Las Heras", y la autopsia confirmó que se trató de un suicidio. La sociedad de aquel tiempo, implacable con las mujeres que tenían hijos fuera del matrimonio, no solo condenaba a los recién nacidos al abandono, sino que también marcaba con el estigma y la desgracia a familias enteras.
Estos casos reflejan un tiempo en el que el peso de las normas morales podía ser tan letal como el propio crimen.