Chile: qué distinto sería todo si existiera la militancia

En medio de los múltiples análisis que se hacen respecto a la situación que se generó en las calle de Chile, se buscan las explicaciones para establecer por qué nadie en el mundo político la vio venir.

Por momentos agobian las numerosas teorías respecto a lo que generó el estallido social en Chile, pero la coincidencia de todas es que nació a partir de la desigualdad. Desde esa base la autoridad política intenta tomar medidas que tengan algún impacto en las calles y se detengan las protestas y de paso se termine con la violencia que provocan los enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad.

Desde el punto de vista netamente económico es más fácil resolver el problema chileno que el argentino, porque en el vecino país la cuestión de fondo es la distribución, pero no es un problema de plata, porque existen los recursos, no hay inflación, las tasas de interés son muy bajas y las medidas que se tomen tendrán un impacto real porque no se "licuarán" en el corto plazo por la inestabilidad. En cambio, el problema que tenemos en la Argentina es de inflación descontrolada, deuda altísima, déficit y una falta de recursos para responder a los compromisos asumidos.

Pero en la revisión más detallada de lo sucedido, es posible identificar una de las razones por las que el mundo político trasandino -en su totalidad- nunca vio venir lo que se estaba incubando en los más profundo de la sociedad chilena. Hay una distancia sideral entre la realidad que ven los dirigentes y la que vive en la calle un vecino. Algo parecido a lo que le pasó a Mauricio Macri.

No es algo nuevo, ni que se comenzó a generar tras la suba del boleto, era una bomba de tiempo que -aunque ahora algunos dicen que lo anticiparon- sorprendió a todo el mundo.

Comparando la forma de hacer política que existe en Chile y la que se aplica en Argentina, aparece un factor que puede parecer menor, pero que en estos casos es fundamental. Nada más y nada menos que la militancia.

Se me hace difícil imaginar que algo tan grande como lo que ocurra en Chile se pueda dar en Argentina sin que sea identificado en alguna instancia, principalmente para ser capitalizado por algún sector político. Es que el nivel de militancia que existe acá es infinitamente mayor que al otro lado de la cordillera, donde la participación activa de la ciudadanía en la vida partidaria es muy escasa.

En mayor o menor medida los partidos tienen en su génesis la militancia en los barrios, por lo que conocen muy de cerca la realidad de lo que se vive y se genera en esos lugares. Lo mismo que agrupaciones como la Franja Morada, la Cámpora y otras. En Chile, en tanto, hay indiferencia y los partidos no tienen presencia en las denominadas "poblaciones" -barrios con menos recursos- en las cuales se comenzó a generar este sentimiento de insatisfacción que fue creciendo lejos de los ojos de la autoridad política.

Acá, sea por el compromiso político o por establecer vínculos sociales a través de punteros que permitan un posterior rédito político, hay presencia de los partidos en todos los niveles sociales.

La falta de militancia en Chile se debe a la poca credibilidad que tiene la clase política, la misma que hoy no sabe cómo resolver el problema de las protestas. Este hecho demostró, incluso, que incluso las unidades más básicas como los municipios no están al tanto del sentimiento que existe en los barrios de clase media y los más pobres.

La frase típica es que aparecen sólo para períodos de elecciones. Esta revuelta demuestra que es tal cual dice la ciudadanía, porque ninguno estuvo con el votante o con el que no fue a votar. La clase política hizo la plancha y no hizo las tareas básicas.

Algo parecido le pasó a Mauricio Macri, y quizás la razón puede ser parecida, porque como partido nuevo el PRO no tiene una base amplia, a tal nivel que los que quieren menospreciarlos los siguen tratando de partido vecinal. Esa ausencia de militancia y asesores desconectados, no le hicieron ver a Macri el descontento que era evidente en el ciudadano de a pie y se encontró de frente con la realidad en las PASO.

Por eso, para bien o para mal, la militancia cumple un rol que resulta útil para las conducciones partidarias, porque el caso chileno demuestra que es clave saber cómo siente y cómo vive la masa electoral.

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