"Tengo miedo de entrar a mi Facebook, pero también necesidad de hacerlo"

La red social Facebook se ha vuelto crucial para conocer quiénes murieron (muchos, demasiados) por la pandemia de covid-19. Pero ojo: también allí sabemos quiénes sobrevivieron y nos dan una lección de vida, además de recordarnos que la vida, justamente, está fuera de la pantalla, al aire libre.

Cuando lo descubrimos nos pareció maravilloso. Facebook nos preguntaba "en qué estás pensando" y obedientemente le respondíamos, a veces en forma muy ñoña y otras menos ñoña, pero ñoña al fin y todos los que habíamos sumado a nuestra telaraña de vínculos lo podían ver y comentar, alentarte, lamentarse o alegrarse con cada uno.

Hallamos una máquina del tiempo, si se quiere, que nos comunica entre el pasado y el presente, a demanda.

Encontramos allí a parientes habituales y desconocidos. De a poco, hicimos minería de perfiles para hallar compañeros de los lejanos tiempos de escuela, novias, novios, pretendidos sin éxito, vecinos de barrios de los que emigramos y alguno que otro desconocido que nos pintó tener en la platea, siempre dispuestos a ver lo que ponemos, regalarle un comentario o ponerle un "me gusta" o alguna otra expresión de sentimientos, posibilidad que llegó también para ampliar la sensación de proximidad entre personas que probablemente, si se encuentran en el supermercado, se evitan y no se saludan, aunque en Facebook se viva una segunda vida, simulada, muy virtual y exageradamente sensorial, a distancia.

Ahora hay miedo o ansiedad por entrar al perfil.

Es un panteón en el que a diario se publican las noticias de víctimas del coronavirus y también, una convocatoria a cadenas de oración por gente que está complicada, por haber contraído el covid-19. Y allí aparecen los obituarios de gente conocida y desconocida: nos conmueve entrar, nos golpea. Nos hace preguntas sobre nuestra propia existencia, parabólicamente.

Pero también es lo contrario: nos permite saber que otros están bien. Informa sobre nacimientos y nos indaga en torno a por qué seguimos trayendo vidas a un mundo marcado por la pandemia.

Abrís Facebook y encontrás las fotos de los sobrevivientes, que agradecen el acompañamiento online de los que se preocuparon y ofreciendo la novedad de la recuperación.

Hay que tener voluntad para entrar al perfil personal de Facebook, hoy, y scrollear: es probable que la lista de malas noticias sea mayor que la otra. Y aquí los algoritmos que buscan nuestras preferencias y nos vinculan, de prepo, nos hace trampa y nos convoca a la congoja, y también a la reflexión sobre la importancia de la vida real, no de la virtual, afuera de la pantalla.

Esta nota habla de: