Déjà vu y bucle histórico: congelar precios, ¿para qué?
Echamos mano a un paper del economista José María Fanelli de 2013, año de elecciones parlamentarias en las que el gobierno de Cristina Kirchner y Kicillof congelaba precios. Antecedentes y similitudes del relato justificados de la medida, en medio de la histeria electoral.
Una cosa es que haya un plan económico que se vea condicionado externa o internamente, o con ambos problemas a la vez. Y otra muy distinta es que no lo haya, que se desprecie la posibilidad de poner en marcha uno y que se apele a medidas cortoplacistas en busca de efectos inmediatos, pero con consecuencias negativas o bien, incalculables, en el mediano y largo plazo.
Congelar los precios, tras desplazar a la funcionaria que habían defendido hasta el cansancio para bajar la inflación, Paula Español, y poner a otro viejo integrante del staff burocrático del peronismo como Roberto Feletti para apechugar las decisiones en contexto de campaña electoral, es lo que hay ahora sobre la mesa como parte de una serie de acciones inconexas, o que se tocan tangencialmente y que buscan un solo resultado: cambiar el humor social antes del 14 de noviembre, en que hay elecciones.
La vieja receta
Es tan vieja la receta de anunciar un congelamiento de precios para mostrar cierta "autoridad" o "decisión" ante la sociedad que se mueve atribulada por la inflación incontenible, que hasta hay libros que indican cómo hay que decirlo, ejercerlo, ejecutarlo y salir de allí en cuanto se consiga el resultado esperado.
Qué opinan los economistas en las redes sobre el congelamiento de precios
Hay un paper muy completo que elaboró el economista José María Fanelli que fue publicado en 2013, ante situaciones similares, ya en tiempo de recesión durante el segundo mandato de Cristina Kirchner, que se llama "El congelamiento de precios en Argentina: en busca de un relato que lo justifique".
¿Quién es el autor? Fanelli es Doctor en Economía por la Universidad de Buenos Aires. Está especializado en macroeconomía, moneda y finanzas. Es investigador principal del CONICET. Se desempeña como profesor de la Escuela de Administración y Negocios en el área de macroeconomía y finanzas internacionales y en la Universidad de Buenos Aires, donde es titular de la cátedra de macroeconomía. Fue director de la Carrera de Economía de la UBA e investigador del CEDES. Ha liderado numerosos proyectos internacionales sobre su especialidad y ha publicado extensamente en la Argentina y el exterior. Ha realizado trabajos para CEPAL, BID, The G-24, UNCTAD, IDRC, Banco Mundial y Global Development Network.
Su interés y sus investigaciones se centran en los problemas de estabilización y crecimiento en América Latina y la Argentina. Sobre nuestro país publicó el libro La Argentina y el desarrollo económico en el siglo XXI. Recientemente editó el libro "Asymmetric Demography and the Global Economy" que aborda los efectos de la transición demográfica sobre la macroeconomía y las finanzas internacionales. Recibió el Premio KONEX en Desarrollo Económico y es miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.
¿Qué dijo en 2013?
El contexto en el que analizó el congelamiento de precios fue el siguiente:
- Veloz incremento de la brecha entre el dólar oficial y el paralelo- Aceleración de la inflación en enero: anualizada supera cómodamente el 30%- Mayor dispersión en las expectativas de precios por aumento de incertidumbre- Paritarias probablemente conflictivas, con reclamos en base a inflación esperada- Inversión deprimida y clima de negocios debilitado por políticas discrecionalesCon esa marca alrededor de las políticas públicas de un gobierno al que se le había terminado el viento de cola latinoamericano que marcó al kirchnerismo inicial, Fanelli analizó las medidas del gobierno de Cristina Kirchner con Axel Kicillof al frente de los destinos económicos del país, que terminaron dándole el triunfo en 2015 a Mauricio Macri:
- "En lo que va del año se han lanzado una serie de iniciativas que combinan en dosis variables el voluntarismo -presión para que los sindicatos firmen convenios con una recomposición menor a la inflación y para que los productores desacumulen la soja que tienen sin vender- con la intervención discrecional: controles de precios por sesenta días; racionamiento aleatorio en la venta de dólares-turista por la AFIP; aumentos disfrazados en tarifas de servicios; corrección del mínimo no imponible en función de criterios de equidad tributaria no bien explicitados".
En su primer día, Feletti prohibió aumentos de precios hasta el 7 de enero
- "El objetivo principal de las medidas -particularmente el congelamiento de precios y la corrección en ganancias- parece ser el de reducir la inflación a un entorno del 20% sin afectar demasiado el nivel de actividad. Cabe ser escéptico, no obstante, respecto de la capacidad de esas medidas para coordinar las decisiones de firmas, sindicatos y provincias en un escenario de inflación del 20%. Las iniciativas están poco coordinadas y no llegan a constituir un programa económico articulado, que resulte funcional para reducir la incertidumbre y disipar, así, el riesgo de que la economía se acerque a los sombríos meandros de la recesión con inflación. Evaluadas en conjunto, las medidas exhiben ciertas falencias técnicas que se discuten más abajo".
- "Más allá del plano estrictamente técnico, es fácil imaginar que las restricciones que encuentran los expertos del gobierno para elaborar un plan anti-inflacionario estructurado se originan, principalmente, en el campo de lo político: para un funcionario sería difícil presentar explícitamente las medidas como parte de un programa anti-inflacionario porque en el relato político oficial la inflación no existe o, si existe, es un problema menor; un efecto colateral inevitable de la implementación de lo que se considera una estrategia de audaz redistribución. De hecho, la inflación superior al 20% ni siquiera existe en las mediciones del INDEC. Así, en este punto, la lógica del relato político colisiona con los requerimientos técnicos de la economía y obstaculiza el trabajo de coordinar expectativas. Se sigue de esto que, para aumentar la efectividad de las medidas anti-inflacionarias, lo primero que se requiere es colocar la inflación dentro del relato, para decirlo con el estilo algo barroco que es tan popular por estos días. De lo contrario, para lograr un objetivo de desinflación dado se pagarán más costos en términos de recesión, desempleo y efectos redistributivos regresivos".
Fanelli, en su trabajo, analizó el anuncio de congelamiento de precios de aquella oportunidad, de tal modo que sirve de eje para poder pensar (si hay tiempo, ganas y sirve de algo) las nuevas viejas decisiones del gobierno que encabezan Alberto Fernández y Cristina Kirchner, con el gabinete retro generado tras la derrota electoral.
Dice sobre lo ocurrido en 2013:
"El congelamiento por sesenta días a la luz de las técnicas heterodoxas ¿Cómo se ven el congelamiento actual y las otras medidas recientes a la luz de estos puntos?".
- "Inconsistencia con la política monetaria. La emisión monetaria se realizó, hacia fines del año anterior, a una tasa anualizada cercana al 40%. Ello es difícilmente compatible no ya con un congelamiento de precios sino con una inflación en un entorno del 20%, como parece ser la meta oficial. El gobierno no ha realizado ningún anuncio respecto de que la tasa de emisión se adaptará al objetivo planeado. Esto erosiona la credibilidad e impide coordinar las expectativas en el escenario deseado".
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- "Inconsistencia con la política fiscal. El déficit fiscal más el pago de la deuda que vence reclaman financiamiento pero las autoridades no tienen acceso al mercado voluntario de crédito. Bajo estas condiciones la única forma de cubrir las necesidades de financiamiento es vía emisión monetaria. Esto genera la expectativa de que la emisión será más parecida a la del año pasado que a la requerida para desinflacionar la economía. En otras palabras, habría que acompañar el congelamiento con un ajuste fiscal. Pero esto es difícil que pase en un año electoral. Si en este contexto ocurriera un shock positivo, como por ejemplo una reactivación mayor a la esperada en Brasil, la tasa de inflación tendería a acelerarse. Un mayor nivel de actividad sin ajuste fiscal haría que la demanda presione más sobre una oferta no muy elástica".
- "Precios relativos distorsionados. El tipo de cambio real se ha atrasado marcadamente en los últimos años. El signo más evidente de que ello es así es que el gobierno impuso el control de cambios. Si el valor del dólar fuera el de equilibrio, no habría un exceso de demanda que obligara a instalar un cepo. Otro signo en igual sentido es que desapareció el holgado superávit de cuenta corriente de la década pasada. También están fuera de línea los precios de los servicios subsidiados. La evidencia en este caso es la desaparición del superávit fiscal. El gobierno reconoce esto y anticipó que el tipo de cambio nominal subirá un 20%. Pero esto equivale a corregir los precios relativos en pleno congelamiento. Ello juega en contra de la efectividad del mismo. La situación empeorará si hay, además, ajustes de tarifas de servicios o si se ensancha la brecha cambiaria. Nótese que un componente importante de la estabilización heterodoxa es la fijación del tipo de cambio nominal. La existencia de un dólar paralelo equivale a tener el mercado segmentado entre un dólar administrado y otro flexible. Cuanto mayor sea el peso de este último en la formación de expectativas de precios, menor será la eficacia del congelamiento. Otras experiencias indican que si la brecha es muy amplia, el gobierno termina devaluando, como lo indica el caso reciente de Venezuela. Los agentes anticipan esto al decidir precios y, por ende, la brecha actúa como un indicador de la probabilidad de que el gobierno no siga las pautas que fijó para administrar el tipo de cambio".
- "Credibilidad débil. Lanzar un congelamiento sin decir claramente que es parte de un esfuerzo generalizado para reducir la inflación y sin informar cuáles son los precios que se congelaron, de forma que sea posible comprobar si los precios se mueven erosiona la credibilidad de la medida. En relación con esto, la prohibición de publicidad de las promociones de los supermercados juega en contra del éxito de la iniciativa y no a favor porque opaca en vez de transparentar. Aún a costa de incrementar la rentabilidad de la prensa, sería mejor publicar listas con los precios acordados. Una externalidad positiva adicional sería la de brindar financiamiento a la libertad de prensa".
- "Riesgo del día D. Como la medida es por sesenta días, aumenta el riesgo de que el día 61 haya una aceleración de la inflación al coordinarse en simultáneo todos los ajustes de precios. Nótese que normalmente los ajustes de precios están solapados y no ocurren al mismo tiempo. De esta forma, aún cuando en el día 61 se den los ajustes que no se dieron antes, al estar coordinados en un punto del tiempo se tendrá la sensación de que la inflación se aceleró violentamente al terminar el período".
La exministra de Cristina Kirchner que controlará los precios
- "Las condiciones no se asemejan a los ochenta. La inflación actual no es comparable por ser muy inferior, el grado de inercia es relativamente bajo porque los contratos no están formalmente indexados y si bien no hay acceso al crédito, la deuda pública es manejable. Bajo estas condiciones, recurrir a controles y congelamiento probablemente no sea tan necesario para coordinar las expectativas. Pero, independientemente de esto, dado que un plan heterodoxo requiere medidas fiscales y monetarias consistentes con la meta de inflación que se busca y dado que la porción heterodoxa ya se implementó, sería conveniente que el gobierno complemente el paquete con medidas de consistencia fiscal y monetaria. En este sentido, no deberían despreciarse las lecciones de las experiencias de control de precios técnicamente más sofisticadas del pasado. Un hecho particularmente relevante en ese sentido es que el Plan Austral fracasó pero el Israelí, no. En el primer caso, el uso de los instrumentos heterodoxos no pudo ser acompañado de los fundamentos fiscales y de financiamiento externo necesarios. En el segundo, sí".
- "En suma, la mezcla de voluntarismo e intervencionismo en la factura de las políticas y la ausencia de un programa articulado para la inflación no son nuevas y son coherentes con lo que el gobierno ha venido haciendo. La diferencia específica de la coyuntura actual es que el margen para el error se ha achicado mucho debido a que el contexto cambió: por un lado, tanto la brecha fiscal como la externa están hoy operativas y, por otro, la inflación y los precios relativos están muy desacomodados. Las inconsistencias fiscales, monetarias y cambiarias observadas en los últimos años se reflejaron en la pérdida de los superávit fiscal y de cuenta corriente y en la aceleración de la inflación. La economía ha venido metabolizando durante un período esos negativos cambios porque había margen fiscal y externo. Hoy esos márgenes no están".
Fanelli se anticipó a los hechos y de algún modo, dio cuenta de un pronóstico de lo que sucedió, con buen nivel de precisión.
¿Por qué negarse al análisis retrospectivo a la hora de poner en marcha una acción del Estado, aun en un contexto tan histérico como el actual, en el que se busca solamente no perder el poder y no enderezar el camino económico que la ciudadanía le encargara primero a Macri y luego a Fernández, sin éxito?
La pregunta una vez más está para ser respondida por el ciudadano y la clase dirigente, pública y privada. ¿Por qué se permite la práctica del deja vu como política de Estado, atrapados en un bucle histórico?