"Ah, pero Macri", como respuesta a todo

La Argentina, país generoso, siempre entrega la oportunidad de culpar a alguien por los errores propios. La política adoptó esta postura de manera permanente y así esconde su incapacidad.

De un tiempo a esta parte, desde la oposición critican y, hasta se han hecho remeras, cuando desde el oficialismo se hace referencia a Macri para justificar los desastres actuales. Aunque en el gobierno no dejan de tener razón en algunos puntos, es claro que resulta muy molesto que después de más de dos años de gestión se siga con esa frase. 

Ahora la frase reflotará con fuerza después del acuerdo con el FMI por una deuda que, efectivamente, tomó Macri, que tenía un fin real (cubrir el déficit que dejó CFK), pero que en parte -por lo menos- se licuó por los malos manejos de los ministros y del BCRA.

En ese contexto, el "ah, pero Macri" parece que va a volver a tomar fuerza en el oficialismo al nivel del hartazgo, pero lo cierto es que no es algo exclusivo del peronismo o el kirchnerismo, es algo propio de la clase política argentina y, también en cierto nivel, de la sociedad misma.

Es común y molesto que los dirigentes políticos recurran a la herencia para justificar una mala o ineficiente conducción, cuestión que en Mendoza también fue posible vivir en la gestión anterior y también la actual, las cuales siguen viviendo la herencia que dejó Francisco Pérez.

Como dice muy bien el comediante Guillermo Aquino en uno de sus videos, esta tierra puede ofrecer algo que ninguna otra Nación. Acá siempre habrá alguien a quien culpar, porque la culpa nunca será tuya, siempre será de la Argentina, que aguanta todo.

La Argentina, conteniendo los vicios que tiene la clase política o los que están incrustados en la sociedad (como la mal llamada "viveza criolla", que no es otra cosa una trampa), permiten que el individuo evite la responsabilidad que le corresponde y que, en el caso de la política, nadie obliga a tomar.

Es tedioso escuchar el "ah, pero Macri" o sus derivaciones, cuando vienen de personas que se postulan -en teoría- para ser servidores públicos y darle una mejor vida a la población. Eso conlleva, por si no se los dijeron, solucionar las cosas que están mal, resolver problemas y mejorar lo que va bien encaminado.

Lamentablemente, el "ah, pero Macri" confirma que los políticos en la Argentina -en su mayoría- no tienen una voluntad de servicio, sino un deseo de poder. De ahí, que no se tomen medidas para resolver los problemas estructurales, sino que para asegurar los votos en las elecciones que tenemos cada dos años.

A nivel social son múltiples las formas de culpar, algunas de ellas justificadas, pero que en ocasiones son utilizadas para "zafar" y no asumir responsabilidad en cualquier orden de cosas.

El día en que la Argentina venga un estadista, a nivel provincial o nacional, que realmente apunte a resolver cosas sin mirar los votos y las encuestas, sino que convencido de que hace lo mejor para su provincia o país, las cosas comenzarán a cambiar.

Ahora, le recomiendo armarse de paciencia, porque el "ah, pero Macri" y sus versiones provinciales le seguirán reventando los oídos, eso porque las ideas y soluciones son escasas y se avanza a los empujones.

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