El juicio de Vialidad desde la óptica de un dron ciudadano

Eduardo Da Viá, habitual colaborador de Memo, opina aquí, con crudeza, tras una intereante exposición: "Está perfectamente demostrado que elegir basados en promesas, sonrisas, puñetazos y vocaciones cuasi monacales de servicio, nos ha ido llevando al actual desastre".

Eduardo Da Viá

El internacionalmente resonante juicio contra la Vicepresidenta de la Nación, tiene ribetes sin precedentes en la triste historia de las presidencias y vicepresidencias argentinas.

CONTE Fernández eructó lo que todo su sector viene rumiando

La pareja Fernández - Fernández, constituye la quincuagésima dupla en ocupar los máximos cargos gubernamentales desde Rivadavia, 1826, en adelante.

Los ha habidos constitucionales, de facto, por sucesión, depuestos; con mandatos completos, incompletos y reiterados, y en este caso con continuidad o con alternancia, siendo el ejemplo paradigmático el de Juan Domingo Perón.

Pero este lamentablemente amplísimo abanico no incluía hasta ahora, en su polimorfo varillaje, la varilla del enjuiciamiento con solicitud de condena en lo ateniente a la libertad, al patrimonio y a la inhibición de por vida de ocupar cargos públicos, a un segundo al mando nacional en ejercicio, cual es la vicepresidencia de la Nación.

Este mérito le corresponde entonces por primera vez en la historia de las instituciones argentinas, a la Sra. Cristina Fernández.

Y en esto, si hubiese un jurado integrado por los más conspicuos delincuentes encargados de premiar a los más ingeniosos forajidos y yo tuviese el honor de integrarlo, no dudaría en otorgarle el primer galardón a nuestra ilustre vicepresidenta.

Para aquellos como el que escribe, que accedimos hace más de medio siglo a la condición de ciudadanos con capacidad y obligación de voto y aun cuando los nutridos antecedentes de la imputada ya hacían imaginar que en algún momento habría de producirse este más que vergonzoso episodio, hemos quedado, yo al menos seguro, como paralizados por la atroz evidencia de que existían más que suficientes argumentos para este primer insólito paso dado por la justicia argentina, que no se caracteriza por cierto por su ecuanimidad ni mucho menos por la presteza en la toma de decisiones trascendentales como la que nos ocupa.

Ante la avalancha de noticias y posturas antagónicas por parte de los actores de uno y otro lado, resulta difícil llegar conclusiones objetivas si uno permanece en el llano, al mismo nivel de los acontecimientos.

Es por ello que me ocurrió utilizar un dron, que como buen objeto mecánico que es, carece de sentimientos y de raciocinio lo que lo hace totalmente apolítico, tal como lo pretendo ser yo. El pequeño bólido ha sobrevolado a gran altura el país para aumentar la objetividad de sus observaciones desprendiéndose de los inevitables sesgos cuando se encuentra en el llano, inmerso en la convulsionada sociedad.

Una vez recuperado el aparato y migrado la grabación a la PC, viene la lectura de lo observado, y aquí sí puede que hayan sesgos de interpretación de mi parte, aunque haré lo posible para minimizarlo, dado que como humano que soy, tengo sentimientos y raciocinio, pero como carezco de postura política puedo decir sin dudarlo que no será un escrito condenatorio por la filiación política sino un mero análisis de conductas que a todos nos afectan.

Lo primero que descubrió el pequeño objeto volador es que el juicio había llegado llegado a la etapa de solicitud de pena, lo cual no sólo es inédito sino que los fiscales responsables de las imputaciones y pedido de condena, lo hayan hecho sin sufrir al parecer más que amenazas verbales, sin agresiones físicas ni mucho menos la muerte por asesinato como ocurriera con Cabezas o con Nisman.

Diego Luciani y Sergio Mola han tenido la valentía y la suerte diría yo como para llevar adelante el juicio y lograr salir indemnes de los tribunales, sabedores del riesgo cierto que corrían.

No me cabe menos que felicitarles por habernos dado a los argentinos un soplo de aire fresco que nos ha permitido respirar hondo y atisbar al menos, la posibilidad de que podamos confiar en el tan vapuleado y con razón, poder judicial.

En la causa, iniciada en 2016, se investiga si el empresario Lázaro Báez resultó beneficiado con la adjudicación de 51 obras públicas viales con fondos nacionales en la provincia de Santa Cruz entre 2003 y 2015 -durante las gestiones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner- y si hubo sobreprecios, demoras injustificadas o trabajos inconclusos.

Luciani considera que tiene pruebas suficientes de la culpabilidad de la Vicepresidenta como jefa de una organización dedicada a direccionar la obra pública hacia un empresario amigo. Por eso, solicitó que Fernández de Kirchner sea condenada por los delitos de asociación ilícita, en calidad de jefa, y administración fraudulenta agravada por haber sido cometida en perjuicio de la administración pública. El primero de los 2 delitos, según el Código Penal de la Nación, prevé una pena de 3 a 10 años de prisión. El segundo, de 2 a 6 años.

Cuando concurren los 2 delitos, el artículo 55 del Código prevé que la pena aplicable vaya desde el "mínimo mayor" (es decir, los 3 años de la asociación ilícita) hasta, cómo máximo, "la suma aritmética de las penas máximas". Es decir que para los delitos presentados por la acusación la pena puede ir de los 3 a los 16 años. Luciani solicitó que sean 12 años.

Se supone que la misión suprema de la dupla presidencial es salvaguardar la soberanía y e l patrimonio nacional tanto físico como cultural e histórico, amén de la libertad y el bienestar de todos y cada uno de los habitantes.

Más allá del perjurio cometido por Cristina Fernández tanto en su calidad de presidente cono de Vice, lo peor es que ha robado al propio Estado Nacional, del cual se la supone temible Guadiana, contando para ello con la imprescindible complicidad de muchas personas de su entorno , destacándose por cierto ese malhechor llamado Lázaro Báez

Resulta y con mucho, más común el delito de cohecho por parte de los funcionarios públicos, delito en que el Estado puede no resultar perjudicado, dado que los dineros no provienen de él sino de los bolsillos de los sobornantes.

Delinquir en perjuicio de una empresa del estado como lo es Vialidad Nacional, es directamente perjudicial para la ciudadanía; ciudadanía en la que les guste o no están necesariamente incluidos los hijo de la imputada, sus nietos de los que nunca habla, sus familiares y por último ella misma que también integra como una contribuyente más, la masa del pueblo de la Nación.

Y esto sí que es excepcional en el ámbito del delito: se ha robado a sí mismo y a sus hijos y nietos, sangre de su sangre, genes de su genoma y por último herederos de sus inimaginables bienes.

Claro que la ínfima parte de perjuicio que le corresponde a cada uno de los descendientes, se ve ampliamente compensado con las respectivas fortunas amasadas por cada uno de ellos con metodología similar a la parental.

Pero no para ahí el cúmulo de sorpresas que le esperaban a nuestro más que inadvertido dron al iniciar su vuelo sobre territorio argentino, sino que a poco de andar y cuando casual o adrede decidió enfocar su ojo de pescado a la zona de tribunales nacionales, no podía creer que esta causa se inició hace nada menos que seis años, y que merced a los numerosos palos introducidos entre los rayos de las ruedas del carro en el que habitualmente se traslada la Justicia, colocados ex profeso por otros delincuentes con títulos de jueces, fiscales etc. sufrió el retraso por todos conocido.

Claro, sabían perfectamente que había habido delito, delitos diría yo, y que el excremento podría eventualmente salpicarlos por copartícipes al amparo de la sombra que el nutrido entramado del maligno bosque del contubernio gentilmente les brindaba.

También pudo mi aliado tecnológico registrarla la pretendida recusación del fiscal Luciani por el mero hecho de haber jugado un partido de tenis teniendo por adversario a un juez vinculado a la causa, en ámbito privado, y fruto de la amistad que los une y del placer de practicar ese bello deporte.

Aparte de ridículo tiene un cartel muy ostensible de manotazo de ahogado, y si bien es cierto que al parecer se les habían terminados los argumentos a los abogados de la defensa para demostrar la inocencia de la acusada, el tratar de deshacerse del fiscal es tan indigno que por lo menos en lo que hace a la opinión pública no hizo sino producir el efecto contrario al perseguido, vale decir aumentó la sospecha de culpabilidad.

Y aquí nuevamente descubrió mi noble aparatito, otra conducta infrecuente y es la respuesta negativa de los jueces a tamaña petición lo que me obliga a felicitarlos y sentirme reconfortado.

Si la inocencia de la rea es absoluta verdad, y todo este embrollo judicial es fruto de aviesas maniobras por parte de sus enemigos políticos, lo correcto hubiese sido renunciar a los fueros y someterse como ciudadana común al dictamen de la justicia.

De ser declarada no culpable por un tribunal impoluto, su regreso al lugar para el que el pueblo la eligió, hubiese sido tal la fiesta popular que muchos hubiésemos participado por tener una democracia verdadera funcionando.

Como colofón, las observaciones de mi aliado sorprenden sobre todo por la inconcebible magnitud de los números en juego: MILES DE MILLONES DE DÓLARES, lo que implica años de sustracción ilegal de dineros públicos hasta alcanzar cifras absurdas porque ninguno de los involucrados podrá, por meras razones etarias, gastar ni siquiera una pequeña fracción del dinero mal habido.

Tal conducta habla a las claras de una inusual avaricia, que más allá de ser un pecado capital para los creyentes, es un clarísimo trastorno de conducta de neto tinte psiquiátrico.

Y es claro que no podemos permitirnos ser gobernados por enfermos mentales, pero también es claro que la gente no votó a enfermos mentales, sino a ciudadanos que supieron disfrazar sus verdaderas intenciones, y claro es así mismo que un nuevo gobierno no es garantía de probidad e idoneidad.

Siempre dije que la capacidad de empeorar de la Argentina, no reconoce límites.

Solo queda esperar que en la próxima oportunidad acertemos a elegir correctamente con nuestros sufragios; sí lo digo con pleno conocimiento del significado de acertar y para ello me valgo de la definición de la Real Academia:

"Seguido de la preposición a y un infinitivo, denota que lo expresado por este sucede impensadamente o por casualidad"

Está perfectamente demostrado que elegir basados en promesas, sonrisas, puñetazos y vocaciones cuasi monacales de servicio, nos ha ido llevando al actual desastre.

QUE SE HAGA JUSTICIA.

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