Análisis

Chau, chau, adiós: el show pobre de CFK en TV

Uno de los factores que dejó el paso de la vicepresidenta y dos veces presidenta por el canal C5N es el uso del remanente de egocentrismo que queda de mejores épocas y un claro proceso de desdibujamiento, un fin de ciclo.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

La aparición de Cristina Kirchner en televisión, durante un programa en vivo, no se producía desde 2017. Lejos de lo que puede esperarse de una líder política de la democracia, su comportamiento en relación con los medios de comunicación es más cercano al de una integrante de algunas de las monarquías: control total de cuándo y dónde, de qué se haba y de qué no, y hasta de factores colaterales como son escenografía, recepción, formas y horarios de difusión.

Ese hecho es clave, pero pasa desapercibido en una Argentina en la que nos hemos habituado a que esas prácticas sean impuestas y aceptadas. Más aun, cuando "la grieta" da cuenta de tribus que creen tanto en sus propias ideas como descreen de las de los otros, con lo cual el diálogo y el debate se tornaron imposibles. Su única posibilidad de cruce es confrontación y pelea; denuncia y escándalo.

No hay chances de discutir de "igual a igual" con Cristina Kirchner, porque ella no parece considerarse igual a nadie, una actitud cuanto menos, soberbia, aunque también podría esconder una cuota de debilidad: el temor a someterse a un debate que podría perder o en el que hay chances de enredarse. Como los papas de la Iglesia, se muestra "infalible".

Así, su paso por la TV en el canal propiedad de sus socios Cristóbal López y Fabián Da Souza, fue desaprovechado y consumido por la cuestión egocéntrica, lo que es inversamente proporcional a la dimensión política: la vicepresidenta habló de sí misma y sus circunstancias, una vez más, y no del país, su presente y futuro, como es esperable de un verdadero líder.

De algún modo, fue un show de fin de ciclo, como pasó con Carlos Menem en su momento después de su momento de fulgor y cuando nadie creía que se apagaría su "estrella".

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