Panorama económico

Un nuevo plan "platita" pero con plata ajena, mientras el dólar vuela

El ministro Massa pretende manejar los fondos de los bancos ampliando líneas de crédito o bajando tasas, mientras hace malabares para no tener que devaluar. La columna de Rodolfo Cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

Esta semana arrancamos con el ministro Sergio Massa, muy ceremonioso, anunciando una ampliación de los márgenes de crédito para las compras con tarjetas de crédito tanto en un pago como en cuotas. En principio, es insólito que un ministro de un país cuya economía está casi incendiada, aparezca haciendo estos anuncios.

Además, es increíble que los políticos crean que pueden meterse a regular un negocio de riesgo de los bancos. Porque él amplía los montos para que puedan gastar los clientes de los bancos, pero es la entidad la que tiene que administrar el riesgo. Si hubiera espacio, ya lo hubieran ampliado y no necesitan que el ministro salga a disponerlo. Es un absurdo porque, además, el perjuicio de los bancos es el perjuicio de los ahorristas, que son los que aportan los recursos para las entidades presten.

Lo real es que la idea que ronda la cabeza del ministro, en este "Plan llegar", es que la inflación no la podrán bajar porque no podrán reducir el déficit y la ya no consiguen nuevos préstamos para financiarlo, así es que tiene que recurrir nuevamente a la emisión monetaria. Dada esta realidad, buscan que los consumidores tengan incentivos para gastar, sobre todo los de la clase media, a los que quieren recuperar.

Pero no pueden seguir tirándole plata a los consumidores y por eso se meten en el negocio de los bancos para que los poseedores de tarjetas puedan gastar más por efecto de la ampliación de los márgenes de crédito. Por supuesto, los bancos pusieron el grito en el cielo y advirtieron que tratarán cada caso en particular, según la calificación crediticia de sus clientes, lo cual luego ratificó el ministerio de Economía.

Con el mismo criterio han bajado las tasas de interés para la financiación de compras en cuotas con los planes Ahora 3, Ahora 6 y Ahora 12, que suelen ser usados por la clase media para la compra de bienes durables (heladera, lavarropas o televisores). Todo esto tiene por objeto reforzar el movimiento de la economía, tanto en lo que hace a los consumos básicos, como a los que hacen a indumentaria o bienes durables.

El problema de toda esta estrategia es que la inflación sigue alimentada por el déficit fiscal y la emisión monetaria, por lo que será difícil que los índices mejoren en vísperas de las elecciones. Pero, además, se alimenta de las expectativas generadas por el precio del dólar dada la escasez creciente de reservas del Banco Central, quien ya se quedó sin poder de fuego para tratar de frenar cualquier movimiento alcista.

El dólar, el mayor dolor de cabeza

El ministro Massa viene haciendo malabares para tratar que el dólar, en sus versiones paralelas, no genere ninguna estampida. Sabido es que las reservas del BCRA siguen cayendo y que la autoridad monetaria no consigue mejorar su stock de divisas. El Plan Soja 3 hasta ahora le aportó us$3.500 millones de los 5.000 millones que el gobierno esperaba. No se sabe muy bien en qué se van los dólares, pero seguramente el problema es que no entran porque el tipo de cambio oficial tan atrasado no permite exportar a otros sectores. En el caso del vino, el plan propuesto ha fracasado totalmente.

El ministro está viajando en estas horas hacia China invitado a una reunión multisectorial del banco de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) a tratar de conseguir mayor apoyo chino para usar mayor cantidad de los yuanes que habían sido prestados como garantía. En principio se habría acordado que se paguen las importaciones de China con esos mismos yuanes. Pero buscan algo más y es dar una señal a Estados Unidos: que si el Fondo no ayuda, la ligazón estratégica con China será mucho mayor, algo que preocupa a las autoridades norteamericanas.

Por otra parte, seguirán las negociaciones con el FMI para destrabar los desembolsos por 11.000 millones de dólares y que se posterguen los pagos hasta el año próximo, para que los asuma el próximo gobierno. Además, pedirán que les autoricen a usar esas reservas para intervenir en el mercado. Massa intenta por todos los medios evitar una devaluación brusca. De todos modos, si se consiguieran esos dólares alcanzarían para muy poco, ya que la deuda del BCRA con los importadores, por operaciones autorizadas, alcanza a los us$15.000 millones.

Por este motivo el ministro y su equipo ya ha hablado con empresas que son fuertes importadores, como automotrices, petroleras y laboratorios, para que ellos financien con sus propios recursos sus importaciones o que lo hagan consiguiendo financiamiento. De cualquier forma que lo hagan, los costos serán a valor dólar paralelo, cuya brecha con el dólar mayorista oficial ya alcanza al 130% y esto seguirá empujando los precios.

Por el lado del mercado de materias primas las perspectivas no son mejores. A la caída de los volúmenes generados por la sequía, hay que sumarle la caída de los precios internacionales. Esta caída tiene origen en una baja profunda del petróleo que, después de haber tocado US$130 por barril ha bajado hasta US$70. También bajan los precios de maíz, trigo y soja, con una oferta sobre abundante de Brasil, que no sufrió la sequía. Además, se espera una gran cosecha en Estados Unidos.

Lo que espera el mercado

Frente a este panorama, uno comienza a asustarse cuando recurre a las proyecciones que mensualmente entregan las consultoras y diversos centros de investigación. Es que la dinámica ya nos indica que el IPC de mayo está cerca del 9% o más y que esta dinámica se mantendrá hasta fin de año, que terminaría en un rango entre 140% y 160%. Lo que hay que tener claro, es que la inflación en 2024, con el nuevo gobierno, seguramente será superior porque se deben sincerar los precios relativos.

Para el dólar el panorama marcha en forma paralela. Las consultoras, en sus informes a FocusEconomics, estiman un precio del dólar mayorista cercano a $400 para fin de año. No obstante, ese es un promedio, porque la estimación mayor fue de $645, y otras oscilaron entre $505 y $567. Si la brecha entre le paralelo y el oficial llegara a bajar al 100%, hay que esperar un valor del dólar blue superior a $1000, como ya anticipamos alguna semanas atrás, lo que significará un 105% de aumento, que será menor que la estimación inflacionaria.

Seguramente, el gobierno intentará mantener el tipo de cambio oficial cercano al IPC, aunque un poco menos para que no empuje la inflación, lo que de hecho no consigue por la inflación hoy está alimentada por las expectativas, además de los factores ya descriptos. Pero sobre todo, no quiere tener que devaluar. Las palabras devaluación y ajuste fiscal son palabras del demonio para el folklore peronista.

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