Eduardo Da Viá

De Woodstock 1969 a Villa Gesell 2020

Eduardo Da Viá y una comparación de distintas generaciones de juventudes en este artículo de fondo.

Eduardo Da Viá

El crimen atroz de Villa Gesell, no es sino un epifenómeno de una patología social que viene agravándose en el mundo y en especial en la Argentina: la violencia dentro y fuera de los lugares bailables.

La actitud de los integrantes de las barras bravas del fútbol, de una violencia inusitada, son absolutamente comparables, y a pesar de los diferentes ámbitos en los que las revueltas suelen tener lugar, creo que hay denominadores comunes que conviene analizar.

En el caso de la violencia juvenil asociada al derecho a divertirse, que nadie les niega, estimo que hay que remontarse al famoso festival de Woodstock acaecido en las afueras de Nueva York en el año 1969, que duró 3 días y logró el record mundial de reunir aproximadamente 500.000 jóvenes para escuchar sin intervalos más de 40 bandas que interpretaban principalmente música de rock.

No había donde sentarse ni sanitarios ni provisión de agua potable; llovió, el predio se embarró, pero nada detuvo el hechizo de disfrutar de una libertad sin condiciones, en supuesta respuesta contracultural a los esquemas conductuales que regían la sociedad norteamericana y por carácter transitivo buena parte de la europea occidental, en especial inglesa.

Fue a todas luces una revolución pacífica, prácticamente no hubo disturbios, enfrentamientos y mucho menos asesinatos en manada; para ello el mundo debería esperar medio siglo.

Esa caterva de adolescentes desilusionados, muchos de ellos provenientes de familias adineradas en cuyas casas "no faltaba nada", hicieron causa común con los demás provenientes de todos los niveles socioeconómicos en búsqueda de un cambio sustancial de vida.

Por fin encontraron el factor aglutinante que los hipnotizó, haciéndoles creer que tal quimera era posible. Y ese factor común dominador fue la música; pero no cualquier música sino sólo y exclusivamente el ROCK, con temas musicales más bien pacíficos que inducían a ser y actuar libres de ataduras de cualquier tipo, morales, religiosas o jurídicas, como las observaban o simulaban hacerlo, las generaciones inmediatas anteriores, vale decir padres y abuelos.

Esto llevó a un verdadero desenfreno de sexo explícito y expuesto, a la luz del día y a la vista de los cofrades, inmersos en un mar de alcohol y drogas, sin que nadie apareciera para intentar no reprimir, sino morigerar conductas a todas luces perniciosas, juzgadas desde un punto de vista sin sesgos.

El mundo no funcionaba así, tampoco lo hace ahora, que aunque dista años luz de hacerlo bien, requiere de personas que no estén alcoholizadas, drogadas o inmersas en desenfreno pasional.

He procurado hasta donde llegan mis posibilidades, averiguar si durante esos tres días hubo, por parte de los familiares de los participantes, denuncias por desaparición de personas, tenida cuenta que no existían como ahora medios para comunicarse y dar señales de vida.

Al parecer no hubo ninguna, entonces yo me pregunto, los padres de esos chicos, ausentes durante tres días: ¿no se preocuparon?

Evidentemente no, y esto es justamente lo más grave de esta triste historia, ya la relación familiar estaba tan deteriorada que cada uno de los integrantes de una gran número de familias norteamericanas, lo único que tenían en común era el domicilio, es decir la casa donde vivían, que había dejado de ser hogar para pasar a simple lugar de residencia.

Los jóvenes en edad de estudios secundarios abandonaban la misma para ir a vivir en las instituciones que ofrecían esos estudios.

Son conocidas, clásicas y muy difundidas especialmente por el cine, las escenas de libertinaje surgidas en esas residencias, producto de deseos reprimidos y falta de contención.

Los padres, mientras tantos, orgullosos de mandar a sus hijos a colegios caros, sepultando así el sentimiento de culpa por abandono, si es que lo experimentaban.

Allí comenzaba esa lamentable secuencia de drogas, alcohol y sexo irresponsable.

Permítaseme ahondar un poco en esta última expresión: Sexo Irresponsable.

El acto sexual o coito humano, difiere del animal, o debería diferir, en una característica principal: es voluntario y consensuado entre los participantes, a diferencia del resto de la creación que lo practica y en la que está gobernado por el instinto de perpetuación de la especie. Hasta donde la ciencia ha podido investigar, solo lo monos bonobos congoleños practican sexo por placer.

En el humano en cambio, la relación amatoria física tiene naturalmente el doble propósito de la reproducción y del deleite mediado por el placer sexual.

El acto sexual supone al menos, un conocimiento previo del otro, y en casos cada vez más raros, una vinculación afectiva, cosa inexistente cuando el acoplamiento, no puedo llamarlo de otra manera, tiene lugar precisamente en ese ámbito propicio que es "la disco, o sus alrededores, al amparo de la noche avanzada y hasta con testigos que los incitan y aplauden."

También supone el conocimiento claro de las dos consecuencias que pueden acaecer: embarazo y enfermedad de transmisión sexual, hereditaria o infecciosa.

Cuando la relación física íntima ocurre en forma casual y en pleno efecto enajenante de las drogas y el alcohol, nada de esto se tiene en cuenta.

Pero además de estos tóxicos resulta casi imprescindible un ambiente donde la música atronadora y excitante, resulte un acicate poderoso para tales conductas. Y para ello está el Rock pesado o duro o heavy o como quieran llamarlo.

Para los defensores que seguramente se sentirán molestos por mis palabras, y en mi condición de médico, paso darles fundamentos de mi supuesta diatriba:

En primer lugar el alcohol es famoso por ser un INHIBIDOR de las INHIBICIONES, en otros términos confiere una falsa sensación de poderío y superioridad que lleva a cometer actos ilógicos, reñidos o no con la moral, pero con un denominador común: son siempre riesgosos.

Entre las inhibiciones que el alcohol borra de la conciencia, están todas aquellas que los humanos hemos ido desarrollando para poder vivir en sociedad, modelo para el cual estamos predestinados.

Para ser claro y práctico les menciono cómo la inhibición transmitida de generación en generación, ha desvirtuado un acto fisiológico elemental como lo es el estornudo. En efecto el único animal que estornuda por la boca es el humano citadino, cuando el estímulo se inicia en la nariz y tiende precisamente a librarla de polvillo, gérmenes etc. Al estornudar por la boca la nariz no se limpia, y nos obliga a continuación a utilizar un pañuelo o sucedáneo para, fuerte soplido de por medio, cumplir con la tarea de higiene para la que la naturaleza ha previsto el estornudo.

De la misma manera hemos aprendido a no orinar ni defecar en público y mucho menos a tener relaciones sexuales a cielo abierto como ocurrió en Woodstock, simplemente por ser de índole privada.

Las drogas hacen otro tanto produciendo según el tipo, alucinaciones y distorsiones de la realidad tales que el individuo deja de tener no ya control de sus actos sino la incapacidad de reconocerse a sí mismo como ser pensante y responsable de su conducta.

Pasemos al tema más conflictivo cual es considerar a la música y específicamente a cierto tipo de rock, como claro cómplice de las adicciones previamente comentadas.

Desde el punto de vista científico, está perfectamente demostrado ya hace muchos años, que la música según su tipo, puede inducir estados de ánimo que van desde la paz y la bonanza hasta la violencia y la agresión.

En materia militar se la ha utilizado para incrementar el coraje y el instinto asesino que, nos guste o no, todos llevamos adentro aunque sofrenado por las inhibiciones que mencionara más arriba.

Los instrumentos de percusión y algunos vientos son los ideales para lograr el efecto deseado, si a ello se le agrega el canto con letras que ensalzan la valentía de los cantores y menosprecian la de los oponentes, se logra que la capacidad destructiva de la tropa aumente aun cuando el armamento siga siendo el mismo.

Vayamos por fin a considerar mi aseveración de la responsabilidad clara del rock duro como la escenografía propicia para la práctica de las adicciones y el desenfreno sexual.

No por nada las agresiones sucedidas en los últimos meses en nuestro país, no sólo la de Villa Gesell sino en muchos otros lugares, han ocurrido dentro o a la salida de las discos, lugares en los que además de la música estruendosa, dañina por cierto físicamente para la audición, se utilizan juegos de luces con efectos psicológicos similares a los de las drogas químicas.

EL ROCK COMO INCENTIVO DEL SEXO IRRESPONSABLE

Que el rock es estímulo para el sexo irresponsable está demostrado ya hace tiempo, no siendo producto de mi parecer sino de mis estudios bibliográficos al respecto:

El término rock and roll era en su origen un término náutico, que ha sido usado por los marineros durante siglos. Se refiere al "rock" (movimiento hacia atrás y delante) y roll (movimiento hacia los laterales) de un barco. La expresión puede encontrarse en la literatura inglesa remontándose al siglo XVII, siempre referida a botes y barcos. El término se coló en la música espiritual negra en el siglo XIX, pero con un significado religioso, y fue grabado por primera vez en soporte fonográfico en 1916. Es el movimiento característico de las celebraciones religiosas de las personas de color, al son de la música y de un coro.

SIGNIFICADO SEXUAL DEL TÉRMINO

Un significado doble surgió subrepticiamente en 1947 gracias a la canción Good Rocking Tonight del cantante de blues Roy Brown en la cual la palabra rocking era aparentemente acerca de bailar pero de hecho se trataba de una alusión sutilmente velada al sexo.

La versión definitiva de esta canción la hace Elvis Presley, en 1954. Estas dobles intenciones no eran nada nuevo en la música blues (que estaba mayormente limitada a las rocolas y los clubes) pero eran desconocidas en las transmisiones de radio.

Fue mérito de Presley, pobre personaje que fuera de sus condiciones musicales sufrió todo tipo de adicción incluida la bulimia, el difundirla con ese significado, por lo que el término rocking, adquirió un nuevo significado: el sexo.

Uno de los temas más significativos al respecto es la canción Rock Me, que en realidad quiere decir cógeme; y ruego no tomar esta expresión como grosera, sino que es la única traducción posible al español.

Los intérpretes, en los raros casos de autoanálisis de sus vidas como roqueros de fama admiten lo que sostengo, y para dar un par de ejemplos reproduzco lo dicho por el ex roquero Ray Gosling quien expresa sus vivencias así:

El rock es una bestia. Las personas bien intencionadas pensaron que se podía tomar y abrazar. Olvidaron que tenía garras ... La próxima vez que pasen por el escaparate de una tienda de discos ... observen los nombres de las bandas ... ... Repugnantes como un tumor, todos y cada uno de ellos.

Lo sé, yo era uno de ellos. Detrás de cada dulce pieza musical hay una sexualidad desenfrenada y simpatía hacia el Diablo. Una actitud violentamente anárquica en la presencia de toda armonía, paz y progreso ... (Blanchard, 1991, pp. 83 y 84)

Mick Jagger, líder de la banda Rolling Stones, dijo que su grupo se ha construido sobre el odio

Pero no hace falta irse a USA para encontrar referentes, los hay argentinos también acerca de este tema: en 1990 Soda Estéreo presenta su famoso álbum Canción Animal. El tema principal tuvo música de Ceratti y letra de Melero y uno de los versos dice: "Cuando el cuerpo no espera Lo que llaman amor", en clara alusión al sexo como acto físico sin contenido afectivo. La carátula del disco, es tan grosera y expresiva, que hasta fue fuertemente criticada, por lo que en otros países fue cambiada por las respectivas efigies de los artistas. Pero, sin palabrerío redundante, miremos la foto de la tapa original

Muestra el apareamiento brutal, violento y hasta cruel de una pareja de leones, por cierto sin contenido afectivo alguno. Para muestra basta un botón.

En definitiva la asociación del rock con el sexo y las drogas quedó plasmado hace 70 años con la expresión: Sexo, drogas y Rock ´n´ Roll, un dicho del que no se conoce su origen exacto, unos apuntan a Frank Zappa, otros dicen que lo popularizó la canción de Ian Dury "Sex, Drugs and Rock and Roll", pero este lema ya llevaba años poniéndose en práctica entre todos los simpatizantes del género desde finales de los 50´s.

Los famosos Beatles consumían drogas, se iniciaron con la bencedrina y la fenmetrazina (Preludín) aminas despertadoras ambas.

Cuando se les preguntó por qué consumían esas drogas, John respondió porque nuestras actuaciones se prolongan muchas horas y nos cansamos

Me hubiese encantado dialogar personalmente con ellos para explicarles que los cirujanos, entre los que me cuento, también sabemos tener sesiones quirúrgicas de muchas horas, ocho, diez , doce y hasta más de 24; sin embargo no apelamos a las drogas despertadoras, sino que simplemente hacemos una vida sana, la noche previa a la cirugía comemos moderadamente, no bebemos alcohol, dormimos una cantidad de horas adecuadas, tomamos un buen desayuno y sí antes de partir hacia la sala de operaciones tomamos dos comprimidos: uno de fe en sí mismo, y otro de fe en nuestra ciencia médica.

Veamos ahora el tema violencia elicitada por la música rock: Un estudio realizado en la Universidad de Iowa ha establecido por primera vez una relación directa entre las canciones violentas de algunos grupos musicales y las reacciones agresivas de los jóvenes.

Cinco experimentos diferentes establecieron que la influencia negativa afecta a los jóvenes independientemente de su personalidad y que el efecto acumulativo que ejercen las canciones con la TV, el cine y los video juegos provoca el peor resultado.

Los investigadores han comprobado que los chicos y chicas se vuelven más agresivos a medida que escuchan canciones escandalosas, lo que descubrieron utilizando creaciones de grupos de rock duro y de raperos.

Últimamente han abundado los casos de agresiones brutales entre mujeres estudiantes secundarias, con una ferocidad que no tienen nada que envidiar a la de los varones.

Pues bien, esa agresividad a duras penas contenida, aflora fácilmente mediada por la música de "las discos" o "boliches". Todos sabemos de batallas campales a la salida de las mismas.

Por cierto y para empeorar las cosas, también hace poco se ha puesto de moda generar entre las parejas que bailan o simplemente que se encuentran presentes, un POGO; se conoce como tal a un tipo de baile que se caracteriza por los saltos y por desarrollarse a partir de choques y empujones entre quienes lo practican. El pogo surgió en conciertos de música punk y se extendió a otros géneros del rock pesado, como el heavy metal y el hardcore.

No hace falta tener una mente brillante para advertir que esta "gracia" suele ser la entrada para el plato principal que es la batalla generalizada.

Así comenzaron las atrocidades en el caso del asesinato de Fernando, en medio de un pogo descontrolado.

Vale la pena ahondar un poquito en el significa do de la palabra hardcore:

Etimológicamente significa corazón o centro duro, pero en la práctica adquiere acepciones diferentes según la actividad de que se trate.

Así pues en lo deportivo Hardcore Match, es un tipo de combate de lucha libre profesional.

En lo musical se distinguen varios tipos de rock todos violentos:

Hardcore punk, subgénero de música surgido del punk, el primer género musical que incluyó en su nombre la palabra hardcore.

Hardcore hip hop, subgénero del hip hop que designa a un estilo más violento y directo.

Metalcore, subgénero que incorpora elementos del hardcore punk con otros del heavy metal.

Hardcore techno, subgénero de música electrónica de pistas de baile, raves y festivales, nacido en Alemania y Holanda.

Por si fuera poco, hay otra acepción muy interesante de hardcore, cual es la de cine de género pornográfico con escenas de sexo explícito.

¿Sería quizás un exceso de suspicacia encontrar alguna relación entre la música y el cine que comparten el adjetivo?

Estoy seguro que no.

Afortunadamente la mayoría de los jóvenes no caen en esta dantesca espiral descendente y ni siquiera se acercan a las fauces del cono invertido en cuya abertura debiera figurar la famosa frase del Dante: Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate. Perded toda esperanza vosotros los que entráis

Pero preocupa el aumento de la frecuencia y de la gravedad de los hechos protagonizados por esa minoría díscola, que se contagia con facilidad, poniéndose en grave riesgo a los propios efectores, y hace peligrar a la sociedad que en definitiva sufraga las consecuencias últimas de estos grupos minoritarios.

COLOFÓN:

Este pormenorizado análisis de las causas que a mi juicio, y el de muchos sociólogos y psiquiatras que han estudiado el problema de la violencia en la juventud, no tiene como objetivo hacer una crítica destructiva, sino por el contrario aportar elementos para una mejoría de la situación.

Para solucionar un problema es imprescindible primero reconocer que existe y nos involucra a todos como responsables pasivos.

Si los padres siguen acusando a la escuela y sus maestros por los trastornos de conducta de sus hijos, si se les permite el uso indiscriminado de celulares y computadoras, si no se les pone límites en pro del propio beneficio de sus hijos, si no les dedican más tiempo, si no están atentos a la parición temprana de signos de consumo de alcohol o drogas antes del período de adicción, si se menosprecian actitudes de aislamiento y mutismo que pueden ser manifestación precoz de depresión y consiguientemente estar a las puertas de un suicidio, si no toman la paternidad con toda la tremenda responsabilidad que implica, a no dudarlo, la violencia y las adicciones seguirán en aumento.

Tampoco es solución el castigo desmedido y extemporáneo que solo lleva al distanciamiento entre padres e hijos, con la consiguiente búsqueda extramuros por parte de éstos, de los tan necesarios comprensión y diálogo que no encuentran en sus residencias, que como dije más arriba, han pasado a ser eso, en vez de verdaderos hogares.

Si el resto de la sociedad permanecemos indiferentes porque no nos toca de cerca dado que nuestros hijos o nietos transitan indemnes ese duro y crucial período de la vida cual es la adolescencia, sepamos que les estamos haciendo el campo orégano a los vicios y sus derivaciones, y que, como la pandemia, en cualquier momento aparece un positivo entre nuestros allegados más próximos.

Fernando ha sido el chivo expiatorio paradigmático de lo expuesto ut supra.

Eduardo Atilio Da Viá

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