El inicio

A 100 años del fallido intento de golpe de Estado de Hitler

Una década antes de ascender al poder, Adolf Hitler fracasó en su intento de derrocar la República de Weimar. Lo que se conoció como el "Putsch" de la Cervecería situó a Hitler en el tablero político de Alemania.

Esta semana se cumple el centenario de un importante punto de inflexión en el ascenso del dictador nazi Adolf Hitler. Los acontecimientos que tuvieron lugar en Múnich los días 8 y 9 de noviembre de 1923, aunque infructuosos en lo inmediato, marcaron la historia alemana y, con ella, el curso del siglo XX.

En aquel momento, Hitler no era más que uno de los líderes extremistas de Alemania, en la época de la República de Weimar. Pocos podían prever que, en una década, él y el partido nazi, del cual era líder, tomarían el control del país, llevarían a Europa a otra guerra mundial y perpetrarían el exterminiode millones de judíos en el Holocaustoy también el asesinato de otros grupos.

Un día fatídico en Múnich

Hitler tenía en mente al menos algo de eso en 1923. La noche del 8 de noviembre, condujo a unos 2.000 seguidores a la Bürgerbräukeller, una cervecería del centro de Múnich. Miembros del gobierno bávaro y otras figuras públicas destacadas se habían reunido allí para conmemorar el aniversario de la revolución de 1918, que puso fin al imperio alemán bajo el Kaiser y dio lugar a la República de Weimar.

Hitler esperaba respaldo para sus planes golpistas. Baviera ya estaba enfrentada a las autoridades nacionales y estaba vigente el estado de emergencia. El entonces comisario general de Baviera, Gustav Ritter von Kahr, actuaba con poder absoluto. Si Hitler hubiera tenido éxito, podría haber reunido el apoyo necesario para marchar sobre Berlín y sustituir la incipiente democracia parlamentaria por una dictadura de extrema derecha.

Sin embargo, sus posibles aliados conspiradores empezaron a echarse atrás y "nada salió como estaba planeado", relató Wolfgang Niess, historiador y autor de un nuevo libro sobre estos acontecimientos, a la emisora pública DLF.

Tras la ocupación nocturna de la cervecería, Hitler condujo a los golpistas a la Feldherrnhalle, un monumento del siglo XVIII en honor del ejército bávaro. Pero "marcharon al centro de Múnich sin un objetivo concreto", dijo Niess.

A medida que avanzaban, se encontraron con fuerzas policiales y militares bávaras. Un intercambio de disparos se saldó con la muerte de al menos 14 nazis y cuatro policías. Con eso, el golpe había terminado. Hitler resultó herido levevemente y fue detenido pocos días después. Aunque fue condenado a cinco años de prisión por alta traición, fue puesto en libertad condicional apenas un año después del ese intento de golpe.

La conocida como Burgerbraukeller se convirtió en el lugar del intento de golpe de Estado de Adolf Hitler mientras miembros del gobierno bávaro estaban reunidos allí.Imagen: TM/AP Images/picture alliance Condiciones perfectas para el "Putsch"

Hitler no tomó el poder en Alemania ese día, pero el episodio consiguió envalentonarlo. Durante su breve estancia en prisión, empezó a escribir "Mein Kampf", un libro propagandista que exponía su visión fascista. El libro se convirtió en un grito de guerra para su floreciente partido, que cambió de táctica y pasó de intentar tomar el poder ilegalmente a buscar asumirlo legalmente, desde dentro. En los años siguientes al conato de golpe, los nazis ganaron apoyo en las urnas en todo el país.

Por otro lado, aquel intento de golpe se produjo en un momento de gran inestabilidad en Alemania. El gobierno central de Weimar era débil, los asesinatos de funcionarios eran frecuentes y la autoridad del Estado se veía amenazada por fuerzas violentas de izquierda y derecha. La hiperinflación asolaba la economía y el desempleo era generalizado, especialmente entre los veteranos de guerra que sabían luchar.

Además, la capitulación de Alemania ante las fuerzas aliadas en la Primera Guerra Mundial aún era un recuerdo fresco y una humillación nacional. El Tratado de Versalles, que obligaba a Alemania a pagar reparaciones de guerra, era sal en esa herida y añadía presión a las perspectivas de Weimar. Fue un polvorín que Hitler y sus nazis supieron encender.

Y aunque el partido nazi fue prohibido inmediatamente después de la intentona golpista, surgió en su lugar un partido afín. Al año siguiente obtuvo el 30% de los votos en las elecciones del estado de Baviera, y no pasaría mucho tiempo antes de que los propios nazis regresaran con Hitler al timón.

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Lecciones para hoy

Los peligros del nazismo persisten. El partido populista, y en parte de extrema derecha, Alternativa para Alemania (AfD)disfruta de un apoyo récord en las encuestas, ocupando un segundo lugar en las elecciones regionales del mes pasado en Hesse, en el oeste de Alemania. Y puede que le vaya aún mejor cuando los estados del este celebren elecciones el año que viene.

Algunos historiadores y observadores políticos ya establecen paralelismos. "Si se sabe lo que llevó a Alemania a la ruina hace cien años, entonces se puede fortalecer a Europa y evitar nuevos desastres", dijo a DLF Jutta Hoffritz, una autora que también ha escrito sobre el intento de golpe de Estado de Hitler. "Por eso merece la pena echar un vistazo más de cerca a 1923".

Pogromo nazi: "La noche de los cristales rotos"

Entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938, la Alemania nazi organizó un pogromo antisemita de grandes proporciones. La "Kristallnacht" ha pasado a la historia como un ejemplo de los alcances de la barbarie fascista.

Imagen: Aureliusz M. Pedziwol

En aquella terrible noche de noviembre...

Hordas de alemanes lideradas por paramilitares nazis dieron rienda suelta al racismo que cultivaban en su interior y tomaron las calles en todo el país para destruir las sinagogas y las propiedades de la población judía. Templos como el de esta foto, tomada en Chemnitz, ardieron mientras los judíos eran arrestados y sometidos a humillaciones públicas. Al menos 91 de ellos fueron asesinados.

Imagen: picture alliance

Un acto de barbarie con nombre

Aquellos actos de violencia dirigidos contra la comunidad judía son conocidos bajo nombres como "Kristallnacht" -es decir, "La noche de los cristales rotos"-, la "Noche de los pogromos" o "Pogromos de noviembre". A ocho décadas de aquel suceso, muchos en Alemania se inquietan, y con razón, al ver arder mezquitas y albergues de refugiados. Tanto la islamofobia como el antisemitismo se intensifican.

Imagen: Getty Images

La excusa de los antisemitas

Se suele decir que los actos de violencia antisemita fueron catalizados por el asesinato en París del diplomático alemán Ernst vom Rath a manos de un judío polaco adolescente llamado Herschel Grynszpan. De ahí que en la Alemania contemporánea sean rechazados los discursos que pretenden juzgar a comunidades completas por los delitos atribuidos a alguno de sus miembros.

Imagen: picture-alliance/Imagno/Schostal Archiv

Indicio de horrores por venir

Tras el anuncio del asesinato de Vom Rath en Francia, la violencia antisemita estalló en algunas ciudades. Al tanto de la situación, Adolf Hitler autorizó verbalmente a su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, para que iniciara el pogromo. A las SS se les ordenó que permitieran "sólo aquellas medidas que no pusieran en peligro las vidas y las propiedades de los alemanes" que no eran judíos.

Imagen: dpa/everettcollection

¿Ignorancia o indiferencia?

Los nazis describieron los pogromos como la manifestación de una ira colectiva espontánea, no como una operación implementada sistemáticamente. Sigue sin estar claro cómo fueron percibidos los hechos por los alemanes no judíos de a pie. Aunque hay evidencias de que muchos rechazaron la violencia, son demasiados los testigos que guardan silencio o alegan nunca haberse enterado de lo que ocurría.

Imagen: Bundesarchiv, Bild 146-1970-083-42/CC-BY-SA

El fin de los pogromos

Los nazis pretendían intimidar a los judíos para que abandonaran Alemania voluntariamente. Apelando a teorías racistas, que hoy siguen teniendo adeptos en el mundo, los exponían al escarnio público mientras los señalaban como seres inferiores. Detrás de todo había también intereses económicos: a los judíos se les cobraba para permitirles salir del país; además, sus propiedades eran confiscadas.

Imagen: gemeinfrei

¿De qué les sirvieron los pogromos a los nazis?

Los judíos que podían abandonar el país de inmediato lo hicieron. Pero la violencia dejó a los nazis mal parados en la prensa mundial y repelió a los alemanes que querían "orden", pero no a toda costa. Por eso, el antisemitismo estatal adquirió un talante más burocrático, aunque igualmente abominable. Por ejemplo, a los judíos se les obligó a llevar a la vista una estrella de David amarilla.

Imagen: gemeinfrei

Secuelas inmediatas

Después de los pogromos, la jerarquía nazi aplicó una serie de medidas contra los judíos que incluían el pago de tributos para pagar los daños perpetrados durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938. Incluso el segundo hombre más poderoso del Tercer Reich en aquel momento, Hermann Göring, comentó: "Yo no quisiera ser un judío en Alemania".

Imagen: AP

El lugar de la "Kristallnacht" en la historia

En 1938 faltaban todavía dos años para el comienzo del asesinato de judíos por parte del régimen nazi: el Holocausto. Pero hay una línea de continuidad evidente que une a los pogromos con el asesinato sistemático de millones de judíos europeos. En otras palabras, los pogromos fueron el preludio del genocidio.

Imagen: picture alliance/akg-images

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