Cuando el coronavirus aprieta, todos quieren ser "keynesianos"
Las medidas preventivas para evitar un colapso por la pandemia de coronavirus generan cuestiones insólitas. Ahora todos quieren que el Estado se haga cargo y hasta los más extremos son keynesianos cuando les conviene.
El discurso es una cosa y la realidad es otra. Aunque Alberto Fernández anunció que no dejará caer ninguna empresa, todos sabemos que el Estado no tiene capacidad para sostenerlas a todas si se mantienen las restricciones que existen en medio de la pandemia de coronavirus. No se trata de que no quiera hacerlo, supongo, pero lo real es que no existe Estado que pueda mantener y hacerse cargo de todas las necesidades del sector privado y se van perder empleos y habrá empresas que no van a poder sostenerse.
Lo curioso es que aparezcan sectores que hablan de la necesidad de ser "keynesianos" en momentos en que se ven complicados, esperando que el Estado se haga cargo de sostener sus negocios.
En este caso particular voy a citar al presidente de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (ACARA), Ricardo Salomé, en iProfesional, quien dijo: "tal como lo han hecho varios de los países más representativos del planeta, el Estado debe aplicar medidas de impacto directo sobre el sector de los trabajadores privados, para cumplir un principio de equidad, con respecto a los trabajadores públicos. Lo justo sería hacerse cargo de los sueldos privados por estos 3 próximos meses para los 6 millones de trabajadores del sector privado, ya que el aislamiento ha hecho que el ingreso sea cero para las empresas que los emplean".
Además, señaló que "hoy debemos ser mas keynesianos que nunca, hasta Trump lo está haciendo".
Son declaraciones llamativas, ¿pero tiene razón a la hora de reclamar al Estado el sostenimiento de todos los sectores productivos y de los seis millones de empleados privados?
Técnicamente es imposible, porque ya estamos complicando el futuro para sostener al sector informal y a las pequeñas empresas con una emisión monetaria que genera cada vez más preocupación. La prioridad son las pymes porque son las que sostienen en gran parte el empleo en el país, pero también es real que -aunque ahora quieran ser keynesianos- no se puede dejar a la deriva a las grandes empresas, porque también son parte importante en la generación de empleo y en el movimiento de distintos sectores productivos.
Ese pensamiento existe en la Argentina y también en los inversores extranjeros que están en la Argentina. Horst Paulmann, controlador del holding Cencosud defendió -por ejemplo- que algunas de las empresas de su holding se hayan acogido a una ley de Piñera en Chile para que sus empleados cobren sus salarios a través de un seguro de desempleo. Recalcó que tiene 125 mil empleados, muchos de ellos en la Argentina, que significan U$S95 millones mensuales en salarios.
A la población general puede parecerle una caradurez, y hasta quizás lo es, pero en momentos como estos como Estado no podés dejar de prestar atención a ningún sector porque será a partir de todos que se podrá recuperar la economía cuando salgamos de la emergencia. Suena impopular, pero no deja de ser necesario, aunque algunos empresarios en los momentos de las vacas gordas no vean más allá de la punta de su nariz.
Ahora, el Estado también debe estar atento a otras situaciones a la hora de asistir, exigiendo que las empresas también apunten a la austeridad en todos sus niveles para poder cumplir con los salarios de sus empleados. No como pasó en Chile, por ejemplo, donde se está presentando un proyecto de ley para que las empresas que soliciten ayuda del Estado bajen los beneficios económicos que reciben las cúpulas, las cuales se mantenían cobrando como si todo estuviera normal.
En resumen, hay que cuidar a las empresas en todos sus niveles, aunque al parecer algunas quedarán en el camino ante la complicada situación. Del mismo modo, la grandes empresas que reciben asistencia o beneficios del Estado, deberían mantener en su memoria este momento y tener esa misma sensibilidad que se está pidiendo hoy, en otros momentos complejos para el ciudadano. O, aún más simple, que muchos propietarios de estas firmas hagan su pequeño aporte y traigan de vuelta el dinero que tienen en el exterior cuando salgamos de la crisis y se necesiten inversiones para poner a andar la economía.
Además, si ahora quieren ser keynesianos, después deben aceptar si el Estado avanza en un rol de control que muchas veces incomoda y que genera ruidos y quejas constantes. Si vamos a ser algo, que sea siempre, y no sólo cuando nos aprietan los zapatos.