Historia

Cuando los mendocinos le temían al médico

La historiadora Luciana Sabina recuerda cuál fue la reacción de la gente ante los médicos en 1886, tras la epidemia de cólera.

Luciana Sabina

Para muchos mendocinos de fines del siglo XIX la solución al cólera vendría desde la Fe y en medio de una fuerte epidemia comenzaron a practicar numerosas "rogativas", es decir, actos religiosos para pedir que la enfermedad no avanzara.

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A estas creencias generales de los hombres de entonces, debemos sumar un profundo temor hacia la figura del médico. Situación que se reflejó en la prensa:

"La violencia con que se han presentado los primeros casos de cólera producidos en la ciudad -señala el centenario diario de Mendoza, un 19 de diciembre de 1886-, la impotencia de los facultativos para salvar vidas, por razón de la misma malignidad del mal y por el descuido con el que han procedido los enfermos, ha despertado cierta desconfianza en el público, echando toda la responsabilidad de las desgracias a los médicos que empiezan a ser en las presentes circunstancias el blanco de la indignación (...).

Epidemia de cólera en Mendoza en 1886.

Sin embargo, nada más injusto (...) ni nada más incierto (...) Víctimas de sus deberes y de la noble profesión que ejercen, no sólo cumplen con su deber, sino que sacrifican su tranquilidad y la de sus familias, entregándose por completo a la asistencia de los enfermos.

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Ni un momento, ni siquiera una hora, para dedicarla al descanso (...) Donde la desgracia llama, allí acuden solícitos, dispuestos a derramar el bien entre los mismos que los miran con desconfianza y tal vez con ira".

La realidad es que numerosas personas acudían al médico cuando la enfermedad estaba sumamente avanzada y era imposible hacer mucho, consecuentemente morían tras la visita o terminaban sus días en un lazareto. Otro tanto no hacía caso de las recomendaciones y, por ejemplo, seguía utilizando agua de las acequias sin hervirla como se especificaba. Algunos doctores fueron golpeados y a ciertas zonas tuvieron que ir acompañados por agentes policiales.

"Téngase confianza en los médicos -leemos también el citado artículo-, llámeseles en los primeros momentos, cuando recién se presentan los primeros síntomas de enfermedad (...) El público debe desechar por completo esas ideas que la ignorancia esparce contra los médicos, porque son ellas las que están causando la mayor parte de las defunciones.

Hemos visto enfermos que recién han llamado al médico cuando su cuerpo desfallecido estaba cubierto con el sudor helado y meloso que caracteriza al cólera.

En esos casos, la ciencia es impotente, todo el talento y conocimiento de los médicos se estrella en presencia de un cadáver al que es imposible volver a la vida".

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